La infalible arma electoral kirchnerista
Viaje a Jujuy, donde la obra social Tupac Amaru logra miles de votos
Desde la escuela que está construyendo la organización social kirchnerista Tupac Amaru en Alto Comedero, un barrio popular de San Salvador de Jujuy, en el noroeste de Argentina, se divisan más de 3.000 viviendas con las imágenes de Evita Perón, Che Guevara y aquel revolucionario indígena estampadas en sus tanques de agua. También se ve un taller textil, otro de fabricación de puertas y ventanas, una fábrica de ladrillos, otra de muebles, una sala de atención primaria de salud, un centro de rehabilitación para discapacitados, una piscina gigante, una reproducción de un templo ancestral boliviano y una iglesia católica. De la escuela cuelgan banderas con la imagen del candidato presidencial peronista, Daniel Scioli. En 2003, cuando su correligionario Néstor Kirchner llegó al poder en Argentina, allí solo había barro y plantaciones de judías. Desde entonces la Tupac Amaru, que en la crisis de 2001 tomaba edificios públicos y cortaba carreteras para protestar por el paro y el hambre, ha construido con fondos públicos todo aquello y más obras en 13 ciudades y pueblos de la provincia de Jujuy. “Hay que superarse, no quedarse con el plan [ayuda social]”, se enorgullece el aparejador que ha construido el barrio, Walter Peralta, de 52 años.
¿La Tupac Amaru hubiese conseguido todos esos fondos si se hubiese mantenido opositora? Quizás hubiera terminado como los trotskistas que en 2001 recuperaron la quebrada fábrica patagónica de cerámicas Zanon y ahora reclaman sin éxito créditos para modernizarla.
La región más pobre
El norte de Argentina, la región con mayor porcentaje de pobres del país, siempre ha sido un bastión del peronismo. Aquí han quedado atrás los peores tiempos de 2001. Jujuy y las otras nueve provincias norteñas suponen un 23% de la población argentina, más que la suma de las ricas y opositoras Córdoba, Santa Fe y Mendoza, y en ellas se prevé que Scioli arrase en las elecciones del próximo domingo. La Tupac Amaru explica parte de la popularidad kirchnerista en esta tierra jujeña tan cercana a Bolivia.
“La Tupac Amaru es un fenómeno paraestatal, un sistema de desvío de dinero público y de destrucción de la dignidad de la gente”, opina el principal candidato opositor a gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, después de un acto junto al aspirante presidencial Mauricio Macri. La líder de la Tupac Amaru, Milagro Sala, deberá afrontar un juicio por encabezar en 2009 un escrache con huevos y piedras contra Morales en un debate público sobre la concesión de frecuencias de radio a organizaciones sociales kirchneristas. “Les pagan con planes de capacitación del Ministerio de Trabajo a los obreros, que terminan ganando poco más que la mitad que el salario básico establecido por el sindicato”, critica Morales, de la Unión Cívica Radical (UCR, centro). Entre el público estaba el colectivo UCR Diversidad con su bandera del arcoiris. Uno de sus militantes, Eduardo Aybar, de 36 años, estudia gratis Turismo en un instituto que creó la Tupac Amaru. “Jamás me exigieron que me asociara a su organización”, cuenta Aybar.
Más de 50.000 de los 672.000 jujeños están afiliados a la Tupac y pagan una cuota mensual de 0,44 euros, y de ellos 5.000 trabajan como cooperativistas en sus diversas actividades. “El trabajo social que hacen es grandioso. Lo que no comparto es su violencia: tomas de calles, edificios…”, matiza el militante opositor.
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