Anmar Al Hmud, la voz de Jordania ante el exilio sirio

Luchó por mejorar la situación del más de medio millón de refugiados que han huido del conflicto en el país vecino

Anmar Al Hmud, diplomático jordano.

Anmar al Nimer Al Hmud era la incansable voz del Gobierno jordano ante el gran drama del exilio sirio, una persona que dedicó sus últimos meses a tratar de mejorar las condiciones de vida tanto de esos desplazados como de los jordanos que de repente vieron llegar a más de 560.000 extranjeros necesitados de comida, atención médica y trabajo. Al Hmud murió a consecuencia de un accidente de tráfico a finales de junio, cuando volvía a Ammán después de pasar la noche ayudando a los refugiados sirios que cruzan ilegalmente la frontera.

A cualquier encuentro, Al Hmud llegaba con una carpeta en...

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Anmar al Nimer Al Hmud era la incansable voz del Gobierno jordano ante el gran drama del exilio sirio, una persona que dedicó sus últimos meses a tratar de mejorar las condiciones de vida tanto de esos desplazados como de los jordanos que de repente vieron llegar a más de 560.000 extranjeros necesitados de comida, atención médica y trabajo. Al Hmud murió a consecuencia de un accidente de tráfico a finales de junio, cuando volvía a Ammán después de pasar la noche ayudando a los refugiados sirios que cruzan ilegalmente la frontera.

A cualquier encuentro, Al Hmud llegaba con una carpeta en la que llevaba el recuento exhaustivo de personas que habían entrado en Jordania a través de la frontera con Siria. Era un minucioso inventario de desgarradoras historias humanas y dramas personales. Al Hmud parecía saberlo todo: qué cantidad de niños había entrado cada día, cuáles estaban heridos, cuántos matrimonios y partos había habido en los campos de refugiados. A cada ocasión posible pedía que la comunidad internacional hiciera más para aliviarle a Jordania del gran peso que tiene sobre sus hombros.

Poco se le reconoce a Jordania esa gran labor desinteresada de ayuda a cientos de miles de personas que han huido del gran drama de la guerra Siria. “Somos hermanos, todos somos árabes, debemos ayudar”, solía decir Al Hmud, con gesto de resignación. Los refugiados sirios han añadido una gran carga a un país con una economía con graves problemas y en una coyuntura política en la que la monarquía ha emprendido una serie de tímidas reformas democráticas para contener el avance del islamismo y los últimos estertores de la primavera árabe.

Al Hmud nació en 1946 en Al Azariya, en una de las muchas tribus que conforman el tejido inicial de la sociedad jordana, antes de las muchas y frecuentes oleadas de refugiados. Llegó a ser teniente general en la policía y luego embajador en China, Líbano, Irak y Turquía. En agosto de 2010 fue elegido por el exprimer ministro Fayez Tarawneh relator del Comité para los Sirios en Jordania. Su lema, que solía repetir, era: “Las fronteras jordanas están siempre abiertas a los refugiados sirios”.

Andrew Harper, representante en Jordania del Alto Comisionado de la ONU, viajaba en el coche en el que Al Hmud tuvo el accidente y resultó herido. “Tenía la presencia de un jordano orgulloso que apreciaba los traumas que han experimentado los refugiados que entran en Jordania”, recuerda. “Le echaremos de menos, como aquellos sirios que nunca supieron de su existencia pero cuyas vidas han mejorado gracias a sus acciones”.

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