"Aunque soy pensionista, no me veo ejerciendo de jubilado"

Maciej Kwiatkowski fue detenido por pertenecer a Solidarność, emigró a EE UU, volvió a Polonia en 1990 y contribuyó al cambio en su país

Maciej Kwiatkowski, en casa de Varsovia. BARTOSZ BOBKOWSKI (AGENCJA GAZETA )

"Mi hermano gemelo y yo nacimos cuando la guerra estaba terminando. Siempre andábamos bromeando con que deberían otorgarnos el rango de exsoldados y tener una gratificación añadida a nuestras jubilaciones porque nuestra madre, ya embarazada, participó en la insurrección de Varsovia del año 1944. Cuando la insurrección fue sofocada y se estaban llevando a los detenidos a un campo de trabajo, saltó del tren que los transportaba. Por suerte, los tres sobrevivimos al incidente.

Nuestro padre también formó parte del Ejército del Interior [Armia Krajowa]. Formaba parte de los altos mandos de ...

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"Mi hermano gemelo y yo nacimos cuando la guerra estaba terminando. Siempre andábamos bromeando con que deberían otorgarnos el rango de exsoldados y tener una gratificación añadida a nuestras jubilaciones porque nuestra madre, ya embarazada, participó en la insurrección de Varsovia del año 1944. Cuando la insurrección fue sofocada y se estaban llevando a los detenidos a un campo de trabajo, saltó del tren que los transportaba. Por suerte, los tres sobrevivimos al incidente.

Nuestro padre también formó parte del Ejército del Interior [Armia Krajowa]. Formaba parte de los altos mandos de dicho Ejército, entre los que se encontraba el general Tadeusz Bór-Komorowski, que llevaron a cabo la capitulación oficial de la rebelión. Incluso aparece en la foto que registra ese momento. Más tarde lo trasladaron al campo de Sandbostel (Alemania).

Yo tenía tres añitos cuando entró por la puerta de nuestra casa un hombre alto, y me escondí debajo de la cama. Era la primera vez que veía a mi padre. Mi padre era abogado, pero después de la guerra estuvo trabajando en la Radio Polaca. Mi madre era enfermera. Vivíamos en Varsovia. Fue un periodo muy feliz, aunque hasta que murió Stalin pasamos miedo pensando que vendrían a por nuestro padre los de los servicios secretos por haber sido soldado del Ejército del Interior.

Las comidas de los domingos eran para nosotros una gran fiesta. Mamá nos servía pollo cocinado de diferentes maneras, porque era el tipo de carne más fácil de conseguir entonces. Cuando teníamos suficiente dinero salíamos fuera a comer. 

Cuando éramos pequeños jugábamos a la guerra. Lo que más me gustaba era hacer de americano. Algo quizás profético, porque con el tiempo conseguí la nacionalidad estadounidense.

En los años sesenta empecé la carrera de comercio exterior. Lo que me enseñaban allí y lo que veía tras la ventana eran dos mundos completamente distintos. En un lado, economía de libre mercado, y aquí, en el otro, el socialismo. Tenía ganas de una vida mejor, pero nunca pensé en serio en emigrar.

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Me fui de vacaciones a Inglaterra, a casa de una tía que había aterrizado allí durante la guerra con el ejército del general Anders y decidió quedarse. Visité algunos sitios, también trabajé un poco. Con lo que gané me compré un Volkswagen escarabajo. Así me convertí en el favorito de las chicas de mi edad. Conocí a mi primera mujer, de la que me divorcié unos años más tarde.

En 1974 encontré trabajo en el departamento comercial de las Líneas Aéreas Polacas Lot. Unos años después me trasladaron a la sección de la compañía en Nueva York. Era el encargado del Atlántico Norte. Llevaba la parte de publicidad y relaciones públicas. Y cuatro años más tarde volví a Polonia completamente americanizado. No entendía por qué en Polonia había que perder tanto tiempo para hacer cualquier cosa y por qué el trabajo era tan poco efectivo.

Fundé la revista que se distribuye a bordo de los aviones llamada Kalejdoskop [Caleidoscopio]. El primer número se editó en junio de 1979, con motivo de la primera visita de Juan Pablo II a su patria. Me pasé cuatro meses luchando con la censura para que la fotografía del Santo Padre apareciera en la portada. Hasta tal punto su figura resultaba incómoda para el partido comunista.

Durante el vuelo de regreso, le entregué al papa un billete de avión simbólico. Lo miró y me dijo: “Tengo uno todavía sin usar para el trayecto Roma-Varsovia”. Porque en 1978 fue a Roma para el cónclave y ya no regresó. Nos echamos a reír.

Llegó el estado de emergencia. Fui detenido por ser el portavoz de prensa del sindicato Solidarność [Solidaridad] en la empresa Lot. Me soltaron a los seis meses. Unos meses más tarde, en 1982, mi segunda mujer y yo emigramos a Estados Unidos. Los propios estadounidenses me propusieron el asilo político. Pero en 1990 volví a Polonia como director de las compañías Pam Am y Delta. Después puse en marcha Vision Express.

En 1997 mi mujer cayó gravemente enferma. Me propusieron la dirección de Kodak, pero preferí quedarme en casa con ella. Abrí una tienda de vinos con la que apenas llegábamos a fin de mes, pero no he lamentado nunca haber tomado aquella decisión. Mi esposa murió en 2005.

Un año después me casé de nuevo y me hicieron jefe de las Central Wings, las líneas aéreas de bajo coste de la Lot. La empresa se fue a pique, pero para entonces yo ya no la dirigía. Los últimos años antes de jubilarme me dediqué al negocio de las pastelerías Blike.

Aunque soy pensionista, no me veo ejerciendo de jubilado. Sigo buscando actividades interesantes y quisiera transmitir lo que sé a otras personas.

Se dice que los de mi generación lo hemos tenido difícil. Empezamos en el socialismo y terminamos con el capitalismo. Muchos no han logrado adaptarse al nuevo sistema, pero creo que los que de verdad quisieron fueron capaces de hacerlo.

En Polonia muchas cosas han cambiado a mejor. Por ejemplo, la asistencia médica. Sigue estando lejos de ser perfecta, pero eso es lo mismo en todas partes.

Voy de vacaciones varias veces al año. No voy a comprarme una casa en Mallorca porque me gusta conocer sitios nuevos. Por esa misma razón, no tengo tampoco una casa de campo en las afueras, como tantos polacos.

Tengo doble jubilación, la polaca y la estadounidense. Gano mucho para las necesidades habituales en Polonia: unos 2.700 zlotys (aproximadamente 600 euros). Los estadounidenses me pagan un poco más. Es más que suficiente para vivir, pero sin grandes lujos. Es bastante, sobre todo teniendo en cuenta que no he tenido hijos.

Creo en Dios, pero no voy a la iglesia. No me gustan los intermediarios en este tipo de cuestiones.

Desde mi perspectiva actual, creo que en la vida cuenta más el trabajo duro que la suerte. ¿Que si lamento alguna cosa? Que nunca llegué a ver a los Beatles en directo, pese a toda la alegría que he sentido gracias a ellos".

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