Bélgica concluye la reforma del Estado para poner fin a la crisis política

Los partidos llegan a un acuerdo para dar más transferencias a las regiones

A casi 500 de las elecciones de junio del año pasado, los belgas han enfilado esta madrugada la recta final hacia un acuerdo constitucional que abre las puertas a la sexta reforma del Estado desde que en 1970 Bélgica optó por el federalismo y hace posible la formación de un Gobierno en cuestión de semanas, hacia mediados de noviembre prevén los analistas. Lo ahora acordado constituye “la mayor reforma del Estado en la historia de Bélgica”, según los partidos francófonos. Un viejo dinosaurio de la política belga, Jean-Luc Dehaene, ha adelantado esta semana que con este pacto, Bélgica tiene paz ...

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A casi 500 de las elecciones de junio del año pasado, los belgas han enfilado esta madrugada la recta final hacia un acuerdo constitucional que abre las puertas a la sexta reforma del Estado desde que en 1970 Bélgica optó por el federalismo y hace posible la formación de un Gobierno en cuestión de semanas, hacia mediados de noviembre prevén los analistas. Lo ahora acordado constituye “la mayor reforma del Estado en la historia de Bélgica”, según los partidos francófonos. Un viejo dinosaurio de la política belga, Jean-Luc Dehaene, ha adelantado esta semana que con este pacto, Bélgica tiene paz constitucional para los próximos diez años.

El acuerdo se ha alcanzado a ocho partidos (socialistas, conservadores, liberales y verdes) de Flandes y Valonia, con exclusión de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) de Bart de Wever, el grupo más votado en las elecciones de junio del año pasado. Incluido en el proceso negociador en anteriores fases, De Wever optó por hacer imposible potenciales acuerdos y sólo su desaparición ha permitido encontrar ahora una vía de salida al rompecabezas político belga.

Los detalles del acuerdo no han trascendido. El lunes los dirigentes políticos volverán a leer en común lo pactado y el martes lo presentarán ante la Cámara de Representantes, gran ocasión para marcar el comienzo del curso político.

El catalizador del cambio fue el consenso alcanzado a mediados de septiembre sobre el futuro de la circunscripción de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV, geográficamente implantada en Flandes), única del país donde hasta ahora no rige la estricta separación entre flamencos y valones que marca el devenir país, un mestizaje socio-político-institucional que se hace insoportable a los partidos flamencos. De los 35 municipios de BHV, sólo 6, con fuerte población francófona, podrán seguir usando el francés en sus relaciones con la Administración y la Justicia y votar por listas electorales en la bilingüe Bruselas. Los restantes quedan sometidos al ordenamiento monolingüe que rige en la neerlandófona Flandes.

El acuerdo, que dará lugar a la sexta reforma estatal en el país, será anunciado el martes en el Parlamento.

Para los francófonos más radicales (una minoría) este acuerdo ha sido una traición, mientras De Wever ha declarado estos días que, ya puestos, si los francófonos de BHV (Flandes) pueden ser juzgados en francés “¿porqué no poner jueces turcos en Gante y marroquíes en Amberes?”.

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Otros logros tienen que ver con el reforzamiento de competencias para las regiones --incluida la fiscalidad, lo que les permitirá fijar sus propias tasas en el impuestos sobre la renta--, determinadas reformas de tipo social y hasta de aplicación del Código de Circulación, para que las regiones puedan fijar sus propios límites de circulación en carreteras regionales o locales y cobrar sus propias multas. También se fusionan las elecciones generales y regionales, que se celebrarán cada cinco años a partir de 2014.

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