El voto de protesta, último obstáculo para el Tratado de Lisboa en Irlanda

Los primeros sondeos a pie de urna sugieren una victoria del 'sí'

Sólo el voto de protesta contra el Gobierno de Dublín podría poner en peligro la ratificación del Tratado de Lisboa. Los irlandeses votaron este jueves por segunda vez sobre el mismo texto después de haberlo rechazado en 2008. Los resultados oficiales se conocerán hoy.

Los primeros datos divulgados anoche por la televisión sugieren que la mayoría ha apoyado el tratado que permitirá la reforma de la Unión Europea. "De lo que hemos visto en las encuestas a pie de urna, el voto favorable podría estar alrededor del 53%", aseguró una fuente gubernamental que cita la agencia Reuters y que pid...

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Sólo el voto de protesta contra el Gobierno de Dublín podría poner en peligro la ratificación del Tratado de Lisboa. Los irlandeses votaron este jueves por segunda vez sobre el mismo texto después de haberlo rechazado en 2008. Los resultados oficiales se conocerán hoy.

Los primeros datos divulgados anoche por la televisión sugieren que la mayoría ha apoyado el tratado que permitirá la reforma de la Unión Europea. "De lo que hemos visto en las encuestas a pie de urna, el voto favorable podría estar alrededor del 53%", aseguró una fuente gubernamental que cita la agencia Reuters y que pide el anonimato ya que el escrutinio oficial comienza este sábado. Una fuente de la oposición que apoya la ratificación dijo que las posibilidades del sí son buenas. "Podemos decir que estamos confiados y que tenemos indicaciones de que mucha gente de la que votó no hace un año ahora ha votado ".

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Las encuestas de los días previos a la votación también vaticinaban la victoria del sí, respaldado por el temor de los irlandeses a obstaculizar sus relaciones con el resto de Europa en un momento de recesión económica.

Los datos de participación eran ayer por la tarde imprecisos. En el conjunto del país había acudido a votar menos gente que hace un año, pero en el centro de las ciudades la participación era superior a la de entonces. Son datos de difícil análisis. Por un lado, se estima que una participación baja favorece al sí porque se nutre de gente de más edad y de clases medias, tradicionalmente más propensos a votar. El voto en contra se nutre sobre todo de jóvenes y obreros.

Es en el campo donde se espera que más votos que el año pasado fueron contrarios al tratado ahora le sean favorables, dado el temor de los agricultores a perder subsidios agrícolas si el Tratado de Lisboa es finalmente rechazado. ¿Significaría la aparente abstención rural que muchos de ellos han decidido no votar antes que cambiar su voto? Sería una mala noticia para los partidarios de la ratificación.

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Pero por encima de esas cábalas, el mayor obstáculo que a la hora de la verdad afronta la ratificación de la impopularidad del Gobierno del Fianna Fáil que encabeza Brian Cowen. Por eso es necesario, dicen, ser prudentes.

Una hostilidad que era ayer patente en Tallaght, centro neurálgico de la circunscripción de Dublín Sudoeste, la que registró el año pasado el más alto porcentaje de noes al Tratado de Lisboa: el 65%. Una tendencia que se mantenía ayer, según la breve y totalmente acientífica encuesta realizada sobre el terreno por este corresponsal: cuatro votos contra el tratado y dos a favor, sin que ninguna de esas seis personas haya cambiado su voto de una consulta a otra.

El diario The Irish Times tuvo más suerte y detectó en Tallaght un cambio de tendencia a favor de la ratificación, según aseguraba ayer en su edición electrónica. Y en Dun Laoighare, donde en 2008 votaron masivamente a favor del tratado, se mantenía ayer esa tendencia.

El centro comercial The Square, a 45 minutos en tranvía del centro de Dublín, se encuentra enclavado en un barrio de reciente construcción en Tallaght. Quedan muchos nuevos pisos por vender y seguramente muchos de los que se vendieron en los últimos años se cotizan ahora por debajo del precio que pagaron sus dueños. Parece un barrio mixto: las nuevas construcciones no parecen baratas, pero los restaurantes del centro comercial reflejan la presencia de un consumidor de bajo poder adquisitivo: McDonald's, Burger King, Kentucky Fried Chicken, kebabs baratos en Abrakebabra.

Bernard Lamb, un contable de 39 años, está tomando un tentempié en Starbucks, lo que le sitúa ya en la gama alta de la población. No puede ir a votar pero votaría a favor del tratado, como hizo el año pasado. "Hay que votar sí porque no creo que tengamos alternativa. Y porque el Banco Central Europeo nos ha ayudado mucho", asegura.

Tracey B y Tracey C ni siquiera se han molestado en registrarse para votar. Ambas apoyan el no; creen que hacer un segundo referéndum "es de risa".

Cristina, un ama de casa de 64 años que pasea con su nieto, ha votado: no, igual que el año pasado, "porque no me gusta el Gobierno". "Sé que tendría que votar sí por nuestros empleos, pero no me gusta el Gobierno", reitera.

Gerard, de 53 años, científico que trabaja en una cercana universidad, defiende el sí "porque somos europeos". Comprende a quienes van a votar no porque detestan este Gobierno pero cree que "deberían votar sí y luego ir a por el Gobierno".

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