Rusia acepta la posibilidad de modificar el tratado ABM, que prohíbe el escudo antimisiles de EE UU
El Gobierno ruso se niega a aceptar la postura del presidente estadounidense, que quiere dejarlo sin vigencia por ser "una reliquia del pasado"
"Pese a que el tratado ABM puede ser objeto de modificaciones y de las ha sufrido ya en el pasado, lo que propone Estados Unidos supone su ruptura total y la destrucción de la estabilidad estratégica", ha declarado Ivaschov.
El tratado, que data de 1972, prohíbe el desarrollo del sistema de defensa antimisiles que Estados Unidos pretende construir. El presidente de este país, George W. Bush, que en su viaje de hace unas semanas a Europa y Rusia trató de recabar apoyos para su proyecto, ha tachado el tratado ABS de "reliquia del pasado, de la época de la Guerra Fría".
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"Pese a que el tratado ABM puede ser objeto de modificaciones y de las ha sufrido ya en el pasado, lo que propone Estados Unidos supone su ruptura total y la destrucción de la estabilidad estratégica", ha declarado Ivaschov.
El tratado, que data de 1972, prohíbe el desarrollo del sistema de defensa antimisiles que Estados Unidos pretende construir. El presidente de este país, George W. Bush, que en su viaje de hace unas semanas a Europa y Rusia trató de recabar apoyos para su proyecto, ha tachado el tratado ABS de "reliquia del pasado, de la época de la Guerra Fría".
Ya principios de junio, el presidente ruso Vladimir Putin aceptó poder tomar en consideración cambios limitados en el acuerdo. Rusia ha propuesto a Estados Unidos aceptar un sistema antimisiles de menor potencia, que se pusiese en funcionamiento sólo en caso de que el resto de medios para evitar una confrontación fallasen.
Además del escepticismo ruso, Estados Unidos se ha encontrado con las reticencias de los líderes europeos ante su proyecto. La pérdida de la mayoría republicana en el Senado estadounidense el pasado mes ha forzado a Bush a buscar aún con más ahínco el apoyo de otros países a su proyecto, puesto que los demócratas no están dispuesto a aceptar el daño que esta cuestión está causando a las relaciones internacionales del país.