La motosierra de Trump

La pregunta de si la democracia está en peligro (especialmente en EE UU) ya no es retórica

Uno de los ensayos de la ceremonia de proclamación de Donald Trump como presidente, el pasado 12 de enero.Kevin Dietsch (Getty Images)

Mañana comienza la “era Trump”, posiblemente un ciclo ideológico largo que puede afectar a varias generaciones de ciudadanos. Como sucedió a finales de los años setenta y principios de los ochenta del siglo pasado con la llegada al poder de Reagan y Thatcher, aunque ambos parezcan hoy unos tiernecitos moderados al lado de la moto...

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Mañana comienza la “era Trump”, posiblemente un ciclo ideológico largo que puede afectar a varias generaciones de ciudadanos. Como sucedió a finales de los años setenta y principios de los ochenta del siglo pasado con la llegada al poder de Reagan y Thatcher, aunque ambos parezcan hoy unos tiernecitos moderados al lado de la motosierra de Trump y de la deriva autoritaria que experimentan amplias zonas del planeta. La historia está llena de ejemplos de políticos que tacharon a Hitler de loco y creyeron que nunca aplicaría su programa expansionista.

Los vacíos en política siempre se llenan. A cámara lenta está desapareciendo una generación de políticos socialdemócratas y conservadores que construyeron el mundo de las últimas décadas. Véanse las imágenes de los últimos presidentes de EE UU en el funeral de Jimmy Carter: los Obama, Clinton, Biden, incluso Bush hijo (otro aprendiz, comparado con Trump). Trudeau acaba de dejar el poder en Canadá después de un extenso mandato, y es probable que en un futuro bastante inmediato salgan de nuestras vidas el alemán Scholz y el francés Macron, como lo hizo la que parecía insustituible, Angela Merkel. De uno y otro signo ideológico. Y llegan Trump, Vance, Meloni, Milei, se mantienen Erdogan y el indio Modi, y posiblemente se instale Marine Le Pen. Se sustituye una cosmovisión liberal por otra iliberal.

El MAGA (Make America Great Again), que no era más que un eslogan hace ocho años, cuando Trump ganó las primeras elecciones, se ha convertido en una poderosa máquina nacionalista, y la pregunta de si la democracia estaba en peligro — especialmente en EE UU— ha dejado de ser retórica.

Entre el primer libro escrito por los dos profesores de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt (Cómo mueren las democracias, Ariel) y el segundo (La dictadura de la minoría, de la misma editorial) han transcurrido seis años (de septiembre de 2018 a mayo de 2024). Conviene comparar sus contenidos para observar lo que ha sucedido en términos de democracia. En el primero, los autores todavía mantienen la idea de tantos científicos sociales (por ejemplo, Amartya Sen) de que las democracias ricas y las democracias veteranas nunca mueren.

Luego llegaron los sucesos del Capitolio. Levitsky y Ziblatt se apoyan en tres leyes implícitas que todos los partidos deben cumplir: aceptar siempre los resultados de las elecciones justas, ganen o pierdan; rechazar sin ambages el uso de la violencia para conseguir el poder o para aferrarse a él, y romper con los extremistas antidemocráticos. El Partido Republicano de Trump, entre noviembre de 2020 y enero de 2021 se negó a aceptar la derrota electoral y trató de revocar el resultado de las elecciones; toleró una insurrección violenta y de hecho sus líderes la alentaron; tampoco ha roto con los extremistas violentos, a algunos de los cuales se propone amnistiar ahora, en cuanto Trump llegue a la Casa Blanca.

En Europa, rara vez el auge de los partidos xenófobos y antisistema se está desarrollando de un modo tan radical como en EE UU. Muchas características de la extrema derecha son motivo de preocupación, incluyendo el desprecio por los derechos de las minorías además de, en muchos casos, sus simpatías por Putin. No obstante, hasta el momento casi todos ellos han seguido las normas de la democracia, aceptando los resultados electorales y rechazando la violencia política. Hay también otra diferencia: en EE UU han llegado a ascender al poder federal personajes extremistas, mientras que en Europa han sido relegados hasta ahora en su mayoría a la oposición o, en unos pocos casos, a gobiernos de coalición. Estas circunstancias son todavía un blanco móvil, pero hasta el momento permiten plantear el siguiente interrogante: por qué de entre todas las democracias ricas y veteranas solo EE UU ha estado al borde del abismo.

Mañana comienza la motosierra de Trump. Se puede hacer una analogía, al menos teórica, entre lo que suponen sus palabras sobre Groenlandia, Panamá y Canadá y la realidad cruel del intento ruso de anexión de Ucrania.

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