“La simultaneidad de las crisis actuales me da miedo”
El militar Pierre de Villiers llegó a la jefatura del Estado Mayor, pero fue uno de los damnificados de Macron. En la derecha, algunos sueñan con él para batir al presidente
Pierre de Villiers (Vendée, 1956) no es un intelectual, ni un político: es un soldado que llegó a la cúspide de las Fuerzas Armadas francesas, la jefatura del Estado Mayor, y uno de los primeros damnificados de la presidencia de Emmanuel Macron. En julio de 2017, unas semanas después de llegar al palacio del Elíseo, el joven presidente de la República le reprendió en público por haber criticado los planes presupuestarios del Gobierno. El general De Villiers, hijo de una familia conservadora y de raigambre aristocrática, dimitió.
Desde entonces ...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
Pierre de Villiers (Vendée, 1956) no es un intelectual, ni un político: es un soldado que llegó a la cúspide de las Fuerzas Armadas francesas, la jefatura del Estado Mayor, y uno de los primeros damnificados de la presidencia de Emmanuel Macron. En julio de 2017, unas semanas después de llegar al palacio del Elíseo, el joven presidente de la República le reprendió en público por haber criticado los planes presupuestarios del Gobierno. El general De Villiers, hijo de una familia conservadora y de raigambre aristocrática, dimitió.
Desde entonces ha publicado libros en los que aplica a las turbulencias actuales las lecciones de 43 años de carrera militar. Y se ha erigido en una voz singular que apela al deseo de orden y autoridad, una corriente de fondo que, en paralelo con la pulsión revolucionaria, recorre la historia francesa. “Villiers presidente”, se lee en la última portada de Charlie Hebdo, ilustrada por una caricatura del general, y con una alusión a las especulaciones sobre una candidatura en las presidenciales de 2022. En la derecha, algunos sueñan con él para batir a Macron. Un sondeo del Instituto Francés de Opinión Pública revela que hasta un 20% de franceses estarían dispuestos a votarle.
PREGUNTA. Dice que, en sus viajes por Francia, le preguntan: “Mi general, ¿adónde vamos?”. ¿Qué responde?
RESPUESTA. Respondo que Francia es un gran país que ha conocido periodos difíciles en su historia. Este es uno, pero Francia siempre ha salido adelante gracias a una forma de genio propio en el que creo. Nos encontramos en una etapa de crisis múltiples: sanitaria, de seguridad, política, económica, social. Es una estratificación de crisis que inquieta y angustia.
P. ¿Estas crisis son exclusivas de Francia?
R. En Francia hay una crisis social un poco particular, como se vio con los chalecos amarillos y la reforma de las pensiones. Veo fracturas territoriales: no se vive igual en París o en el campo o en un barrio periférico. Y sociales: la pobreza avanza. Las crisis se suman unas a otras y lo que me da miedo es su simultaneidad.
P. ¿Qué hay en común entre la situación francesa y la de otros países?
R. La crisis geoestratégica con el retorno de los Estados-potencia, así como el terrorismo islamista internacional al que me vi confrontado cuando era jefe del Estado Mayor de los Ejércitos. Miren el aumento de la abstención, los extremismos que aparecen, una especie de descenso de la confianza general entre los dirigentes y el pueblo en nuestras democracias occidentales. Al mismo tiempo, Europa no escucha suficientemente los deseos de los ciudadanos: no arregla todo lo que debería los grandes temas y se interesa demasiado por los pequeños, minada por la burocracia y por un enfoque demasiado burocrático.
P. ¿Qué soluciones puede aportar un militar como usted para salir de estas crisis?
R. En el Ejército se congregan personas diferentes, bastante jóvenes, a las que se lleva si es necesario hasta el sacrificio supremo, por unos valores y una gran causa: la paz, Francia, la patria, la nación, los tres colores de la bandera. Es interesante reflexionar sobre la noción de lo colectivo, de la fraternidad, de la cohesión perdurable, de la determinación, del coraje para decidir, no recular y decir la verdad. No digo que nuestros dirigentes no lo practiquen, sino que por mi experiencia puedo aportar algunas ideas. Quiero contribuir al debate.
P. Alguien dirá: “Este hombre quiere convertir el país en un gran cuartel”.
R. No se trata de hacer del Ejército un modelo, en absoluto, sino de extraer lecciones de lo que sucede en la institución militar, que es un buen laboratorio.
P. De los valores militares que ha desarrollado en sus libros, uno de ellos es “servir”. ¿Qué significa?
R. La noción de servicio —a un país, a los demás— la aprendí en el Ejército. En mi primer día en Saint-Cyr [la academia de oficiales], llevé la mochila de mi camarada mientras corríamos a petición del instructor. Yo lo hacía bastante bien y a él le costaba. A mí me parecía un poco injusto que, porque se me diera bien correr, me hiciesen llevar dos mochilas. El instructor me dijo: “Empiezas a entenderlo: salimos juntos, llegamos juntos”. Esto es servir.
P. Al inicio de la pandemia, el presidente Macron dijo: “Estamos en guerra”. ¿Qué le parece?
R. Creo que el presidente quiso sacudir los espíritus. Estamos en guerra contra el islam radical, el terrorismo: una ideología que nos quiere imponer su modelo y sustituir nuestra organización social por esta barbarie erigida en objetivo. Y es una guerra: el enfrentamiento entre dos voluntades. Simultáneamente, luchamos contra la pandemia, pero la palabra “guerra” me parece un poco excesiva, como el toque de queda, que en realidad era un confinamiento nocturno. Uno de los motivos de la confusión que reina hoy es que las palabras han perdido su significado. Hay que vigilar.
P. ¿Hay lecciones militares ante la pandemia?
R. Lo que me choca, ante la doble crisis de la pandemia y del terrorismo, es la falta de anticipación. Para ganar hay que anticipar y tengo la sensación de que corremos tras el virus, como tras los terroristas. A fin de cuentas, la verdadera victoria contra la pandemia será la vacuna. Para que la gente le siga a uno, se debe saber adónde vamos, cómo será la paz. Lo aprendí en el Ejército. Ahora se trata de saber cómo reconstruir la cohesión social, cómo superar el individualismo, el confinamiento de los espíritus. Siempre hace falta una esperanza para que a uno le sigan y ver lejos.
P. En 2017 el presidente Emmanuel Macron, le dijo: “El jefe soy yo”. ¿Era autoridad o autoritarismo?
R. Este incidente está superado. Dejo que usted interprete sus palabras. El presidente de la República fue mi jefe y encarna a mi país. Soy leal. Pienso, en todo caso, que el buen jefe es el que está al servicio de los demás con firmeza y humanidad.
P. En su último libro dice que por ahora no aspira a ser candidato a la presidencia de la República.
R. No digo por ahora. La cuestión no se plantea. Hay muchas maneras de servir al país. Yo quiero participar en el debate, contribuir a partir de mi experiencia a la transformación de la sociedad, contribuir a la unidad.