Arundhati Roy: “No puedes ponerte en huelga de hambre si ya estás pasando hambre”
La reconocida intelectual y activista india recopila en su último libro, ‘Mi corazón sedicioso’, 30 años de combativos reportajes y artículos
Habla desde Nueva Delhi por videoconferencia, vestida de rosa y con una voz tranquila y el suave deje del acento indio, que no ocultan lo tajante, combativo, bien articulado y radical de sus planteamientos. La escritora Arundhati Roy saltó a la fama internacional con su novela El dios de las pequeñas cosas hace ya tres décadas, y no ha cejado desde entonces en la denuncia a través de documentados ...
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Habla desde Nueva Delhi por videoconferencia, vestida de rosa y con una voz tranquila y el suave deje del acento indio, que no ocultan lo tajante, combativo, bien articulado y radical de sus planteamientos. La escritora Arundhati Roy saltó a la fama internacional con su novela El dios de las pequeñas cosas hace ya tres décadas, y no ha cejado desde entonces en la denuncia a través de documentados artículos y ensayos de las injusticias e hipocresías que esconde el sistema neoliberal. Mi corazón sedicioso (Anagrama) reúne 19 textos en los que Roy aborda desde las pruebas nucleares hasta la conversión en símbolos capitalistas de Nelson Mandela, Martin Luther King o Gandhi. A este último le dedica unas desafiantes páginas en las que trata de separar mito y realidad.
PREGUNTA. Ha comparado la covid a uno de esos experimentos con químicos que permiten iluminar cosas que estaban en la oscuridad. ¿En qué punto están las cosas?
RESPUESTA. Lo que ha ocurrido nos habla de la crisis del capitalismo y el neoliberalismo y de la destrucción de cualquier mínimo atisbo de sociedad igualitaria. En la India ha estado todo tan mal planificado y ejecutado que hay una crisis gigantesca de hambre y desempleo; un colapso total. Además, este mes ha coincidido con la supresión del estatus especial de Cachemira y la anexión. La retórica del Gobierno ha sido tan agresiva contra China y Pakistán que se ha desplazado al Ejército a la frontera. La economía no presenta ningún signo de recuperación. Esta es una crisis enorme. Y siguen extendiendo el odio a los musulmanes arrestando a intelectuales, académicos, abogados; acosando a periodistas que no siguen las mentiras del Gobierno. Es un momento muy triste.
P. Este verano ha sido el aniversario de Hiroshima y Nagasaki. Escribió hace más de 20 años sobre las pruebas nucleares de la India.
R. Sí, y ahora mismo hay tres potencias nucleares, China, Pakistán y la India, en un enfrentamiento cara a cara. Y no se trata solo de si habrá o no una guerra o de si será nuclear, sino del efecto que han tenido esas armas en la mente de la gente. Las pruebas fueron el momento en que ese nacionalismo hindú, que promueve la islamofobia y considera que tiene licencia para matar y linchar en la calle, pasó de la oposición a ocupar el Gobierno.
P. ¿Como han afectado las redes sociales al paisaje político y social que lleva años describiendo?
R. Las redes amplían las falsedades de los medios, pero también son la plataforma en la que la pequeña resistencia que sobrevive siga adelante. No son un espacio totalmente cooptado por la derecha, pero es terrorífico el poder que tienen, por ejemplo, en los procesos electorales y cómo se manipula al público con la diseminación premeditada de noticias falsas. Pero todo eso funciona en combinación con el poder de los medios establecidos.
P. Describe la India como un “pueblo antiguo que aprende a vivir en una nación reciente”.
R. La veo más que como un país como un subcontinente, con más de 20 idiomas oficiales y 700 dialectos, que trata de ser un Estado-nación y en este proceso inflige una enorme cantidad de violencia. Actualmente el nacionalismo hindú coloniza a la gente indígena, a quienes expropia tierra y expulsa. Pero es que no ha habido un día desde que la India obtuvo su independencia en 1947 en el que el Ejército no haya sido desplegado en las fronteras contra su propia gente.
P. ¿Qué efecto está teniendo el nacionalismo en EE UU con Trump?
R. Conocemos la historia de Vietnam o Irán o cualquier país en Sudamérica o Irak. No necesitábamos las redes sociales para ver mentiras impresas en los periódicos respetables, como lo de las armas de destrucción masiva de Sadam. Ahora, estamos ante el surgimiento de un nuevo orden mundial. Es el fin de la hegemonía mundial estadounidense.
P. ¿Cómo maneja las críticas que sus escritos reciben? Su ensayo sobre los grupos maoístas fue ferozmente atacado.
R. No soy maoísta, pero hablo de que fuerzas paramilitares pretenden derrocar a las guerrillas en sitios donde el 99% de los indígenas están bajo el influjo de organizaciones maoístas. Al menos un 40% de ellos son soldados entregados a la causa porque han visto sus pueblos arrasados, violaciones y encarcelamientos masivos. ¿Qué esperan que hagan? ¿Quieren que sean como Ghandi? Él necesitó un gran escenario y mucho público. No puedes ponerte a hacer huelga de hambre si ya estás pasando hambre.
P. ¿Sus críticas a la India proceden de un impulso patriótico?
R. No, para empezar porque no pienso en la India como un país. Se trata más bien del amor que siento por el paisaje de aquí o por la música, por la complejidad y locura que hay. Y aun así desprecio el opuesto, que también se da: la rigidez, la jerarquía, las castas, la prédica del nacionalismo hindú. No creo que puedas enfurecerte con algo si no lo amas también profundamente. Si no me importara este lugar me iría a vivir a cualquier lado pero quiero estar aquí, pelear aquí, amar aquí, quiero hacerlo todo aquí.
P. Ha cargado sin titubeos contra la figura de Ghandi, denunciando las mentiras que rodean a ese “santo”.
R. El doctor y el santo es el texto que más me ha asustado escribir porque iba contra esa persona cuya historia ha adoctrinado falsamente al mundo. Yo también crecí con todas las medias verdades y mentiras sobre Ghandi. Pero no sé si la gente fuera puede realmente comprender el horror de las castas [que Gandhi aceptó].
P. Recientemente Isabel Wilkerson ha publicado un libro en el que trata de explicar el racismo en EE UU como un sistema de castas. ¿Es esto un tipo de apropiación cultural?
R. No he leído el libro pero no creo que sea tan sencillo aplicar las castas al racismo, aunque se pueden establecer algunas conexiones. Las castas están vinculadas al hinduismo, a la religión. Es algo muy calibrado que no permite ninguna forma de solidaridad.
P. ¿Cómo entiende las protestas contra el racismo y el movimiento de Black Lives Matter?
R. En EE UU la mayor preocupación es que la energía de esas manifestaciones —que son maravillosas y que van más allá porque hablan de desigualdad de clases sociales— pueda acabar siendo trasladada a la campaña electoral y terminar con la victoria de un candidato demócrata. Igual que es importante derrotar a Trump también lo es saber que estas protestas no pueden ser simplemente para poner a Joe Biden en la Casa Blanca. Puede ser un efecto secundario, pero no lo principal.
P. ¿Qué opina del grito feminista que ha recorrido el mundo en los últimos años tras el MeToo?
R. El MeToo fue una explosión de furia, pero no sé si es un movimiento. En la India hay miles de mujeres que son asesinadas en el bosque, las mutilan y las violan para quedarse con las tierras, pero las profesionales del feminismo no consideran que eso sea una lucha feminista. Han sacado a la luz asuntos muy importantes, pero no cuestionan la economía que hay detrás, que ha permitido esos abusos. Mi madre desafió y logró cambiar una ley que no permitía a las mujeres heredar más que un cuarto de la propiedad de sus padres.
P. ¿Heredó su espíritu luchador de ella?
R. Me fui de casa a los 16. Mi madre es una mujer extraordinaria pero la sociedad en la que vive es muy conservadora. Ella es un fenómeno, pero yo siempre he estado fuera, crecí con la gente diciendo que no sabían quien era mi padre y que no me casaría. Yo no tenía nada que ganar con el conformismo.
P. Lleva casi 30 años escribiendo combativos ensayos y alertando sobre el colapso al que estaba abocado el sistema. ¿Qué poder tienen las palabras? ¿Cómo mantiene la esperanza?
R. Uno no puede convertirse en alguien grandilocuente que se deprime porque su trabajo no haya resultado en la caída del capitalismo. Como le dije una vez a alguien, esto es como si fuera una hormiga cruzando la autovía y muchos camiones pasan, ¡no puedes deprimirte! Como ser humano tienes que entender que estás a una escala distinta de las cosas sobre las que escribes. Y todos encontramos motivos para reír y para amar.