“No logro dejar de pensar que mis años fueron mejores”: el modelo más cotizado de los noventa observa a su hijo entrar en la moda de hoy
Mark Vanderloo, el modelo masculino más cotizado y longevo de su generación posa con su hijo, Mark Vanderloo Jr., que prueba suerte en la profesión siguiendo su consejo: no tomarse la moda demasiado en serio
Quien considere que una entrevista a través de una pantalla puede bordear el tedio debería experimentarlo con Mark Vanderloo (Waddinxveen 53 años). El modelo atiende a ICON desde la cima de una montaña nevada en Andorra, con el rostro bronceado y un español básico que ha aprendido de sus años de trabajo en nuestro país. “Disculpa si el ruido del viento nos molesta en algún momento, pero así es la vida ...
Quien considere que una entrevista a través de una pantalla puede bordear el tedio debería experimentarlo con Mark Vanderloo (Waddinxveen 53 años). El modelo atiende a ICON desde la cima de una montaña nevada en Andorra, con el rostro bronceado y un español básico que ha aprendido de sus años de trabajo en nuestro país. “Disculpa si el ruido del viento nos molesta en algún momento, pero así es la vida dura del modelo”, bromea a la vez que se coloca unas gafas de sol. A su lado está su hijo de 16 años, también llamado Mark. “Imagino que querrás hablar con los dos, pero es a Mark Jr. a quién tienes que conocer bien. No es porque sea su padre, es que este muchacho es el futuro”, anuncia con orgullo.
La sesión para ICON que acompaña estas palabras, que tuvo lugar en Madrid, no es la primera que realizan juntos: ya hicieron lo propio hace poco en 2019 para Massimo Dutti. “Me gusta trabajar con él, porque no me parece estar trabajando y me lo pasó tan bien como si estuviéramos en casa en Ámsterdam”, cuenta el joven. “Hemos hecho algunas cosas cuando Mark era pequeño, una en Nueva York cuando apenas tenía ocho años y otra algo después en París. Pero este es el comienzo: el suyo”, replica Vanderloo. Lo cierto es que su figura ha sido recurrente en la vida de su hijo desde que era pequeño y el rostro de su progenitor ya era conocido en todo el planeta. “Me preguntan por él desde que soy casi un bebé, y reconozco que a veces era raro que siempre fuera el centro de atención de mi propia vida. Pero él siempre le ha quitado peso y lo ha hecho más fácil”.
Mark Jr. tiene claro que su vocación tira más por la producción musical que por posar ante la cámara, pero en apenas un año se le ha visto tomar soltura con trabajos para firmas como Mango. “Creo que coincidimos en algo importante”, añade Vanderloo padre. “A ambos nos gusta la moda, pero nos la tomamos como algo lúdico, intentamos no convertirla en un asunto muy serio”.
Lo suyo, no obstante, sí parece serio: en 1992, recién licenciado en Historia y trabajando como camarero en un bar de Nueva York, acompañó a su novia a una audición para un anuncio de leche y la acabó protagonizando junto a ella. Poco después fichó por la agencia Wilhelmina, empapeló medio mundo con su rostro en la campaña de Calvin Klein para su perfume Obsession y repitió jugada en 1994 con Eternity, el hito que le volvería uno de los rostros más reconocibles de la moda en los años venideros con Carolyn Murphy como pareja.
“En aquella época, tenías que ir de viaje para trabajar en una campaña y a lo mejor te tirabas diez días increíbles en un sitio alucinante para conseguir 20 fotografías. Ahora te haces el doble de fotos en una sola jornada y ni mucho menos te vas al extranjero: el paisaje es un croma o, a lo sumo, un decorado. Hoy, la moda no tiene nada que ver con lo que yo pude vivir, y no puedo evitar pensar que mis años fueron mejores”.
A Vanderloo le han bastado tres décadas de trabajo para consolidarse como el modelo más cotizado de su generación –llegó a servir de inspiración para el personaje de Derek Zoolander, en la película homónima de 2001– al tiempo que formaba su propia familia tras dejar una relación con la también modelo Esther Cañadas, con la que estuvo casado entre 1999 y 2000. De su actual matrimonio con la actriz y modelo Robine van der Meer nacerían sus hijos Emma y Mark Jr., nacidos en 2004 y 2005 respectivamente.
“Los padres podemos ser motivo de orgullo o justo de lo contrario, y el hecho de que a él le guste ser modelo implica que algo habré hecho bien. Eso y que es más alto y más guapo que yo, sería un delito desaprovecharlo”, cuenta con humor. “¡Y por suerte, no tiene ni uno de mis rasgos de carácter!”. Al escuchar como intercala frases en spanglish con locuciones como “en plan” o “mazo” se intuye que su vínculo con España es inversamente proporcional a su gusto por la cocina: “Es probable que esté tan enamorado de la cocina española porque a mí se complica hasta la vuelta y vuelta de un chuletón de cerdo”.
Mark hijo –que sí cocina, según su padre, “como un auténtico chef”– no llega a los cinco idiomas de su progenitor, pero promete intentarlo para hacerse un hueco en las pasarelas internacionales. “Me gusta la moda como un sector donde contar algo que te abstraiga de lo que pasa en el mundo, como un lugar seguro en el que refugiarte”, razona. “Si puedo, me gustaría poder viajar y trabajar lo máximo posible hasta hacerme un nombre, pero sé que es un mundo complejo. La competición es diez veces más salvaje que en la época de mi padre, pero no pierdo nada por intentarlo”.
Para su padre, el asunto no es tanto cuantitativo –apenas firma un par de campañas al año y si sube de cifra deja de verlo como ese asunto lúdico al que aspira– sino cualitativo: “Me da un poco igual que haga esta u otra campaña, o llegue a ser portada de una u otra revista. No creo que los logros residan el éxito que percibe la persona que tienes al lado, sino de que disfrute lo máximo posible”. Tras decir esto, padre e hijo se disculpan para lanzarse a la nieve andorrana.
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