Cuando un barrio ‘asciende’ a Primera: la llegada de Falcao se nota en Vallecas
¿Qué pasa cuando un equipo con tendencia a perder ficha a un jugador famoso en todo el mundo? El colombiano acaba de llegar al Rayo Vallecano y sus efectos ya se notan en las calles y en los bares del barrio madrileño
Ramón lleva 17 de sus 53 años al frente del bar Seyda, sede habitual de reuniones de seguidores del Rayo Vallecano, y no daba un duro por los rumores que empezaba a oír entre los fieles: que su equipo, que le ha acostumbrado a continuos ascensos y descensos, ficharía a Radamel Falcao, uno de los mejores delanteros del mundo. El 4 de septiembre, sin embargo, se hizo oficial y ese día ha pasado a la historia del club. La agrupación a la que Ramón lleva abonado desde los 18 años ha abierto informaciones deportivas en...
Ramón lleva 17 de sus 53 años al frente del bar Seyda, sede habitual de reuniones de seguidores del Rayo Vallecano, y no daba un duro por los rumores que empezaba a oír entre los fieles: que su equipo, que le ha acostumbrado a continuos ascensos y descensos, ficharía a Radamel Falcao, uno de los mejores delanteros del mundo. El 4 de septiembre, sin embargo, se hizo oficial y ese día ha pasado a la historia del club. La agrupación a la que Ramón lleva abonado desde los 18 años ha abierto informaciones deportivas en la televisión nacional, se ha convertido en la comidilla de aficionados de lo más alto a lo bajo de la Liga española y ha entrado en el radar internacional, sobre todo de Colombia y de los 60.824 colombianos que residen en Madrid. Lo mismo ha pasado con Puente de Vallecas, distrito que hace frontera con la M-30 sur: se ha convertido en centro de peregrinación de los fans del colombiano, que van al Campo de Fútbol de Vallecas a por la camiseta.
“He visto que la gente estaba muy emocionada con este fichaje. Para empezar, la llegada de Falcao ha servido para que Pedrerol hable en La Sexta del Rayo, y eso nunca pasa. Solo por estas pequeñas cosas ya es algo positivo”, concede Ramón, apoyado sobre su vitrina de aperitivos. Su bar se encuentra a poco más de cien metros del estadio y nada más cruzar la puerta uno ya sabe que aquí se viene a animar al Rayo. Sobre la campana extractora, altos y bien visibles, se apoyan dos emblemas rayistas: las insignias de las peñas Franja Vallekana y Beodos. “Se reúnen aquí”, explica Ramón mientras atiende a dos clientes habituales que le llaman por su nombre. Juntos, han visto a su equipo “pasarlas canutas”. Este fichaje puede cambiar su suerte. No muy lejos, el fenómeno se nota de otra forma: “Esta temporada las camisetas van a volar”, asegura una dependienta en la tienda oficial del Rayo Vallecano, junto a la puerta 1 del estadio, mientras desempaqueta sobre el discreto mostrador la mercancía que acaban de recibir. Desde que se anunció el fichaje, cuenta, muchos colombianos y simpatizantes de otros equipos preguntan por la equipación del futbolista.
A sus 35 años, Radamel Falcao, El Tigre, es un jugador explosivo, con instinto. Participó del inicio de la mejor década del Atlético de Madrid –equipo que pagó 40 millones de euros por tenerle entre sus filas–, ha ganado dos Europa Leagues (una con el Oporto y otra con el Atleti) y su anterior agrupación, el Galatasaray, le había presentado en Estambul ante 15.000 personas enfervorecidas. Mientras, el Rayo Vallecano ha ido oscilando entre Primera y Segunda. Su último ascenso, tras dos temporadas en Segunda, tuvo lugar el pasado 20 de junio: fue el octavo de su historia y los rayistas son conscientes de que probablemente no será el último. “Mantenerse en Primera es una proeza. Con los medios que tenemos, cada ascenso tiene mucho mérito”, reconoce filosóficamente Ramón. Un jugador como Falcao puede cambiarlo todo para el club, y un club en forma puede cambiar mucho Vallecas. Gente que nunca ha pisado el barrio madrileño empieza a visitarlo para conocer la nueva casa del colombiano, los bares ven aparecer nuevos clientes y las camisetas se venden solas. A fecha de publicación, Falcao está cumpliendo: ha jugado cuatro partidos y en los tres primeros ha marcado un gol.
“Desde que se sabe lo de Falcao entran al bar para preguntarme a qué hora abre la tienda del estadio porque quieren comprar la camiseta”, nos explica David mientras sirve un tercio de cerveza en La Frasca, taberna que también se encuentra al lado del estadio y es sede de las peñas Los Desperdigaos y La Resistencia Vallekana. El Fosi, como llaman a David, lleva 11 años al mando, pero antes ya había pasado toda su vida en este bar, que era de sus tíos. “Está poniendo al club en el mapa y se está hablando de un equipo del que no se suele hablar. Que se mencione a Vallecas para bien es una gran noticia”, opina. “Y ahora tendré más clientela porque los partidos de Primera tienen tirón y muchos aficionados vienen aquí cuando jugamos contra equipos grandes si no consiguen entradas para el campo”, celebra. En los alrededores del estadio no suele ser fácil encontrar bares que pongan los partidos del equipo. “Es que es una pasta, pagamos 400 euros al mes por el fútbol. Muchos no pueden permitírselo”.
También fuera de Vallecas se notan los efectos de la llegada de Falcao. Manuel Rodríguez tiene nueve años y vive en Fene, un pequeño municipio coruñés de algo menos de 13.000 habitantes. Desde los tres sigue con fervor las victorias y las derrotas del Rayo Vallecano. Ni su padre ni su madre, tampoco ningún familiar ni amigo, tuvieron que ver en esta inesperada elección: la culpa la tuvo la franja roja que cruza la elástica del club vallecano. Quiso saber cuál era el equipo que la vestía y se hizo rayista. “Les he visto jugar en Lugo, Gijón, Oviedo, León, Barcelona y Vallecas. Este mes mi padre y yo queremos volver al campo”, cuenta Manu por teléfono, voz infantil y acento gallego. “Conozco a muchos de los jugadores y la camiseta de la temporada 2016-17 la tengo firmada por todos”. Su favorito es Santi Comesaña pero el fichaje de Falcao le hace muchísima ilusión. “Salté de alegría cuando me enteré. Lo primero que hice fue pedirle a mis padres su camiseta”.
Quique Peinado, periodista y autor de ¡A las armas! (Libros del K.O.), sobre su vínculo con el club y Vallecas, cree que cuando una estrella viene a un equipo pequeño no suele salir bien. Recuerda el ejemplo de Rafael van der Vaart, jugador muy popular cuando fichó por el Betis en 2015, que terminó decepcionando a la hinchada con su bajo rendimiento. “Pero da autoestima. Como aficionado, ver a Falcao jugar en el Rayo es muy bonito”, brinda al teléfono.
A Peinado, este fichaje le ha servido para hacer campaña con sus dos hijos. “Como padre es muy complicado convencerles de que hay que ser de un equipo que pierde todo el rato, y traer a uno de los mejores delanteros del mundo ayuda bastante. Cuando les expliqué quién era este jugador arquearon las cejas y empezaron a mostrar interés”. La mañana que el periodista habla con ICON, su hijo mayor ha querido ir al colegio con la equipación del Atleti, pero Peinado pretende llevarle pronto al Campo de Fútbol de Vallecas. No pierde la esperanza, puede que la de Falcao sea la próxima camiseta que lleve a clase.
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