“Con tres niños, tener sexo en casa es imposible”: las ventajas (y el inconveniente) de calendarizar las relaciones
Poner día y hora para tener sexo con la pareja puede parecer para muchos el fin de la pasión, pero muchos expertos señalan que es precisamente esa organización la que hace que, una vez pasado el ardor de los primeros años, no se pierda la llama en las relaciones de larga duración
“En las películas sólo vemos escenas de sexo apasionado, nunca el denominado sexo de mantenimiento, que es fundamental en la vida sexual de las parejas. No todo en la vida es una inmensa producción. Hay comidas que no son grandes platos principales, sino comidas caseras y sencillas que no por ello son menos disfrutables. El cine crea una serie de expectativas poco realistas, porque quienes llevan 18 años juntos no comienzan siempre sus relaciones por un arrebato de pasión”, asegura la psicoterapeuta Esther Perel. El sexo de mantenimiento es el que se introduce conscientemente para mantener cierta frecuencia de actividad sexual y el que muchas parejas planifican con anticipación. Aunque los encuentros sexuales que se agendan pueden incomodar a los partidarios de la espontaneidad y de los arrebatos de pasión, es recomendado por numerosos terapeutas de pareja y aplaudido por quienes aseguran que calendarizar el sexo les ayuda a que el deseo siga presente en sus relaciones.
Según los últimos datos del INE, en España hay más de 11 millones de parejas, y con la finalidad de comprender en qué situación se encuentra su intimidad, el estudio sociológico Radiografía de la intimidad de las parejas españolas, muy oportunamente organizado por una marca de colchones (Pikolin) revela que nueve de cada 10 de los encuestados se encuentran con obstáculos para disfrutar de la intimidad en pareja, siendo la rutina del día a día y el cansancio para el 64% de ellos el mayor freno para su intimidad. Por ese motivo, expertas como Sonia Encinas, sexóloga y terapeuta especializada en parejas, consideran que planificar las relaciones sexuales puede ser una opción interesante. “Podemos plantearnos unos espacios o unas citas a las que nos vamos a predisponer durante toda la semana: pensando en lo que nos apetece, pensando en lo que haremos… Y que eso de alguna manera dirija nuestra energía hacia ese encuentro sexual”. Considera que agendar los momentos de sexo puede funcionar a las parejas a las que hacerlo les predispone a trabajar su energía erótica hasta el encuentro, mientras que a otras parejas les puede generar presión. “Agendar los momentos sexuales tiene que hacerse con absoluta flexibilidad. Si luego llega el momento y no nos apetece hay que utilizar ese espacio para otros momentos de disfrute que también nos conecten íntimamente”, recomienda.
Padres que planifican el sexo
La crianza cambia inevitablemente las relaciones de pareja y sus dinámicas. Una encuesta que analiza estos cambios desvela que tras ser padres, un 47% de las mujeres y un 43% de los hombres cree que sus relaciones íntimas han empeorado, pues el deseo sexual disminuye en un 61% en las mujeres y en un 30% en los hombres. “Hubo un tiempo en el que nuestro afán era un road trip por la costa de Cádiz, el crepúsculo, la cena en un sitio canallita, el sexo asilvestrado. Ahora somos un equipo que tiene que engrasarse para sacar adelante a la guajina, en un blandito clima de amor”, escribía el año pasado Sergio C. Fanjul en EL PAÍS acerca de cómo había cambiado su vida conyugal desde que es padre.
“Con tres niños, tener sexo en mi casa es misión imposible. No sólo se nos ha acabado la espontaneidad, sino todos los espacios que antes se podían conquistar con sexo libremente y que ahora son impensables como la cocina, la mesa del comedor, el sofá… Ahora son espacios comunitarios y siempre habitados. Así que ahora nos limitamos a la cama y la ducha. Se echa de menos la variedad”, asegura Valentina, consultora de 45 años. Confiesa que con su pareja tiene dos modalidades de actuación. “Nos vamos calentando por WhatsApp hasta que ya hacemos una propuesta concreta del tipo ‘vente a la siesta al cuarto’ (por supuesto, tenemos pestillo) o nos enviamos una foto caliente acompañada de ‘en 5 minutos en la ducha’. Y luego está la modalidad de hotel por horas, que requiere más planificación. Nos vamos a uno de esos en los que todo está preparado para el sexo: el ambiente, las luces, la pedazo de cama, el mobiliario extra, el jacuzzi… Y sobre todo porque podemos ser ruidosos. Estoy harta de orgasmos silenciosos; en el hotel nos liberamos y gritamos lo que nos pide el cuerpo. También nos permite experimentar con tiempo, porque en casa en más o menos 15 o 20 minutos tienes que apañarte porque si no, enseguida notan nuestra ausencia y empiezan a aporrear la puerta”.
¿El fin de la espontaneidad?
Encontrar momentos o espacios especiales es importante, asegura también el psicólogo Tomás Navarro. “Es vital dedicarle un tiempo y un espacio al sexo o el día a día acaba matando la pareja y convirtiéndola en una relación de compañeros de piso. Programar tiene algo positivo, que es el efecto ilusión que alimenta. Comprar ropa sexy, algún juguete, comida especial… En definitiva, se trata de crear un espacio seguro y calmado, un oasis ante el estrés. Por otro lado, un pequeño empujón viene bien, así que no es tan importante si es espontáneo o no. Se trata de crear la atmósfera adecuada de ver qué pasa. Y si no pasa nada y se duerme acurrucados, también está bien. En muchas ocasiones acaba siendo un momento en el que compartir intimidad, a veces con sexo, a veces simplemente con ternura”, asegura.
“Recomiendo agendar sesiones de sexo sin dejar de abrazar con alegría el revolcón espontáneo”, continúa. Al hablar de “revolcones espontáneos”, Sonia Encinas quiere señalar lo que considera un mito demasiado extendido: el de que la falta de espontaneidad mata la pasión. “Precisamente porque vamos a estar días pensando, preparando y cultivando ese encuentro, cuando llegue tendremos muchas ganas, porque nuestra energía estará disponible para ese encuentro. Así es cómo tendríamos que acercarnos al sexo o la intimidad en la pareja. Así que no solamente es un mito la necesidad de espontaneidad, sino que encima es falso, porque la realidad es que a medida que pasan los años en una relación, la espontaneidad deja espacio a la preparación, a la confianza y a la seguridad que nos permite poder preparar nuestros encuentros”, explica. ”Hay que desmontar el mito del sexo espontáneo, ya que forma parte de los periodos de enamoramiento de las relaciones que llevan menos de dos años y es menos común con el paso de los años de relación”, advierte.
La tecnología como aliada
Las parejas que deciden no compartir techo (las pocas que en un momento de precios de vivienda desnortados se lo pueden permitir) también optan en ocasiones por planificar su vida sexual. Así lo asegura Sonia M, técnica en Recursos Humanos de 43 años. “Comenzó como un reto. No convivimos juntos y teníamos que sacar tiempo de donde fuera. Lo que empezó como un juego se convirtió en una tarea agendada en Outlook, con aviso incluido 10 minutos antes. Mirábamos los huecos que teníamos entre trabajo, actividades o hijos. Nos pillamos hablando cada día del siguiente, qué podríamos mover en la agenda para encajar un polvo. Y así lo fuimos haciendo a diario: la semana perfecta, el mes perfecto... ¡Un no parar!”. Asegura que no le ha encontrado ninguna pega a agendar el sexo. “De hecho, intentamos sacar más tiempo para nuestra follagenda y buscamos huecos enseguida. Cuando se acerca el momento, nos lo curramos tanto previamente por WhatsApp que estamos ya visualizándolo antes de que llegue. Hemos comprobado que, si lo agendamos, follamos más que si lo dejamos a la improvisación. Lo que se practica, como en cualquier disciplina, se hace mejor. La única presión que suele surgir es ir justos de tiempo, que nos pille algún vástago que vuelve antes a casa, el haber agendado la cita con encaje de bolillos”.
La ansiedad es uno de los grandes enemigos de la vida sexual de las parejas, y por eso Andrea Pérez, bióloga de 41 años, ha decidido que planificarlo todo es clave para mitigarla. “Planifico cada aspecto de mi vida y siento que también tengo que hacerlo con el sexo. Cuando llevas tiempo en pareja, el deseo no es el del comienzo y por eso me autoprogramo a mí misma. Mi pareja no sabe que lo hago. Por ejemplo, pienso: el sábado por la tarde veremos una película, por lo que si empiezo a tocarle... Él no tiene ni idea de que yo llevo toda la semana pensándolo”. Es lo bueno de una agenda: si solo un miembro de la pareja tiene acceso a ella, lo que para una persona es planificación, para la otra es espontaneidad. Todos contentos.