De una secta y una tragedia familiar a reinar en Hollywood: Joaquin Phoenix, la estrella que lo ha superado todo
Uno de los actores más brillantes e inclasificables de su generación cumple 50 años en un momento extraño: sus dos últimos grandes proyectos no han triunfado, pero él es experto en resurgir cuando nadie lo espera
Todo es peculiar en la vida de Joaquín Phoenix (Puerto Rico, 50 años). Sus padres, Arlyn y John Lee Bottom, una pareja de hippies, se conocieron haciendo autostop y se casaron unos meses después. Desencantados con la política estadounidense, abandonaron California y pusieron rumbo a Sudamérica donde acabaron criando a sus cinco hijos: River, Rain, Joaquin, Liberty y Summer. Su estilo de vida itinerante y con escaso interés por los bienes materiales les llevó a formar parte de un grupo llamado Los niños de Dios, bajo cuyo auspicio pasaron años predicando y viviendo en la más absoluta pobreza. Su pertenencia al grupo llegó a su fin cuando recibieron una carta del líder, David Berg, instándoles a mantener relaciones sexuales con el mayor número posible de personas con el fin de conseguir más adeptos para la comunidad.
Fue la primera vez que los Bottom empezaron a ser conscientes de lo que en el resto del mundo era un secreto a voces: Los niños de Dios eran una secta peligrosa perseguida por la Interpol y cuyo líder, acusado de asesinato, acabó recalando en Tenerife para huir de la justica. “Creo que mis padres pensaron que habían encontrado una comunidad que compartía sus ideales. Las sectas rara vez se anuncian como sectas. Por lo general, alguien dice: ‘Somos personas de ideas afines. Esta es una comunidad’, pero creo que en el momento en que mis padres se dieron cuenta de que había algo más, salieron”, dijo el actor Joaquin Phoenix a Playboy en 2014.
Tras aquella carta los Bottom cambiaron su apellido por Phoenix, en honor al ave mitológica, y volvieron a Estados Unidos. Phoenix nunca los ha juzgado, no cree que fuesen “negligentes”. “Eran idealistas y creían que estaban con un grupo que compartía sus creencias y sus valores. Creo que probablemente buscaban seguridad y una familia. ¿Abandonar un país que había asesinado a un presidente y a un sinfín de líderes de los derechos civiles en unos pocos años? No es difícil de entender, ¿no?”, declaró a Vanity Fair en 2019.
Durante su paso por Sudamérica los niños se habían ganado la vida cantando y bailando y eso llevó a su madre a contactar con una agente de la NBC que supo ver el tirón de aquellos rostros angelicales. River y Joaquin, que por entonces había decidido llamarse Leaf (Hoja) para tener un nombre más orgánico y en sintonía con sus hermanos, debutaron en la versión televisiva de Siete novias para siete hermanos. Aquella primera vez ante la cámara significó para Joaquín una “alegría instantánea”, según declaró a The Guardian. “Algunos niños la sienten la primera vez que golpean una pelota o marcan un gol. Para mí, fue actuando. Ese es el sentimiento que persigo desde entonces”.
Después llegaron pequeñas intervenciones en series como Se ha escrito en crimen o Canción triste de Hill Street y alguna película juvenil con escasa repercusión. Su primer gran papel relevante le llegó con Dulce hogar…a veces (1989), de Ron Howard (en la adaptación televisiva su personaje fue interpretado por Leonardo DiCaprio). Empezaban a llamarle, un poco despectivamente, “el segundo Phoenix más famoso”. Como sentía que su carrera no despegaba, se tomó un descanso y se fue a México con su padre. Cuando volvió a Los Ángeles su hermano River le animó a retomar la interpretación y le dijo una frase profética: ‘Vas a ser actor y vas a ser más conocido que yo’.
En aquel momento River Phoenix era ya una estrella consolidada, había sido un Indiana adolescente en Indiana Jones y la última cruzada (1989) y acababa de levantar la Copa Volpi en Venecia gracias a su papel de chapero narcoléptico en la melancólica Mi Idaho privado (1991). En 1993, apenas un par de días después del cumpleaños de Joaquín, River Phoenix murió a consecuencia de una sobredosis de drogas. Tenía tan sólo 23 años, pero se había convertido en un icono generacional. La familia al completo se trasladó a Costa Rica para huir del escrutinio de los medios y pasar el duelo en la intimidad. La primera vez que Joaquín volvió a Estados Unidos fue para participar en el casting de Todo por un sueño (1995). Su director Gus Van Sant, íntimo amigo de River, se echó a llorar cuando lo vio.
Su papel junto a Nicole Kidman en la adaptación para la gran pantalla del crimen de Pamela Smart llamó la atención del director James Gray, que se convertiría en uno de los pilares de su carrera y acabaría firmando una pieza en The New York Times coronándolo como uno de los mejores actores del siglo XXI: “Es increíblemente bueno para expresar su vida interna sin ayuda del diálogo”. Desde entonces han rodado cuatro películas juntos.
Los que aún dudaban de su talento acabaron rindiéndose ante el petulante conspirador Comodo que interpretó en Gladiator (2000), que recaudó más de cuatrocientos millones de euros y lo convirtió en el favorito de cualquier departamento de casting que estuviese buscando un tipo atractivo de una manera oscura e inquietante. Su papel en la película de Ridley Scott tenía un un admirador célebre: Johnny Cash. Phoenix acabaría interpretándolo en el biopic sobre Cash y June Carter, En la cuerda floja (2005).
En aquella época, Phoenix caminaba por su propia cuerda floja: “No me relacionaba con el mundo ni conmigo mismo de la forma que quería. Estaba siendo un idiota, corriendo en coche por ahí, bebiendo, tratando de follar con cualquiera, yendo a clubes estúpidos”, confesó. En 2005 ingresó en rehabilitación y meses después sufrió un extraño accidente de coche en Los Ángeles del que fue rescatado por el director alemán Werner Herzog. Empezó a ser alguien que generaba noticias extrañas. Cuando circuló el rumor de que pensaba abandonar la actuación, nadie se mostró excesivamente sorprendido. Comenzó su era más extraña: simuló querer convertirse en una estrella del hip hop a las órdenes del inefable Didd, y finalmente todo Hollywood se echó las manos a la cabeza cuando se presentó ante David Letterman con aspecto descuidado, una larga barba desarreglada y aparentemente drogado. Surgieron las dudas: ¿se había vuelto loco o estábamos ante la mejor actuación de su vida? Que su amigo y por entonces cuñado Casey Affleck le persiguiese constantemente con una cámara despejaba dudas. Todo aquello formaba parte de un documental, pero ¿era un documental sobre algo real? I’m Still Here (2010) lo mostraba esnifando, fuera de sí, violento y contratando prostitutas.
¿Qué había llevado a un actor con dos nominaciones al Oscar a dinamitar su carrera? Según Phoenix, pretendía “explorar la celebridad y la relación entre los medios de comunicación y los consumidores y las propias celebridades”. Aquel despropósito que él considera “lo mejor que he hecho en términos de ayudarme a crecer como actor y tener una apreciación más profunda por la actuación” no sólo no destruyó su carrera, le ayudó a encontrar dos de sus papeles más destacados: The Master (2012) y Her (2013). Phoenix considera que después de ver el documental el director Paul Thomas Anderson creyó que estaría dispuesto a hacer cualquier cosa. Lo estaba. The Master le proporcionó su primera nominación al Oscar como actor principal.
Tras su parodiadísima intervención en Letterman, el actor volvió al show para disculparse con el periodista y esa nueva entrevista mostró una vulnerabilidad del actor que llamó la atención de Spike Jonze, que por entonces buscaba al apocado Theodore Twombly de Her.
Ya considerado casi oficialmente como el mejor actor de su generación siguió demostrando que podía salir airoso de cualquier papel. Le gusta la intensidad. Interpretó a un trasunto de Woody Allen en la irregular Irrational man (2015), fue el detective fumeta salido de la cabeza de Thomas Pynchon en Puro vicio (2014), el policía atormentado del thriller En realidad, nunca estuviste aquí (2017) y el vaquero borracho de la infravalorada Los hermanos Sisters (2018). Y cuando parecía que su talento no podía elevarse más, llegó el personaje más importante de su carrera, Arthur Fleck, el comediante fracasado de Joker (2019), un fenómeno de taquilla que le proporcionó su primer Oscar. Para resultar aterrador como el desequilibrado Fleck no necesitó prótesis: sólo su mirada y esa sonrisa cruzada por una cicatriz que, al contrario que cada episodio de la vida del actor, no tiene una gran historia detrás. Es una simple anomalía de nacimiento.
La estatuilla no lo amansó, siguió corriendo riesgos en la inclasificable Beau tiene miedo (2023) de Ari Aster, con quien ha repetido en Eddington (2025). Pero también llegaron las decepciones: su Napoleón (2023) con Ridley Scott no convenció. Y la segunda parte de Joker, musical que se vendió como un no-musical para no soliviantar a los miles de incels que adoran a Fleck por los motivos equivocados, ha sido el fracaso más comentado de este 2024.
Phoenix no se ha pronunciado al respecto sobre sus últimos movimientos. Nadie espera demasiadas respuestas de un hombre poco dado a conceder entrevistas. El trato que los medios dieron al fallecimiento de su hermano River le ha dejado una huella indeleble en él. No tiene redes sociales ni se prodiga demasiado en eventos de Hollywood. Esta semana han sorprendido por inusuales unas imágenes junto a su esposa Rooney Mara en una gala benéfica. La pareja de actores se conoció rodando Her y él se quedó prendado. “Es la única chica a la que he buscado en Internet”, confesó “éramos amigos, amigos por correo electrónico. Nunca lo había hecho. Nunca había buscado a una chica en Internet”.
Se prodigan poco juntos, pero sí han compartido momentos virales, como cuando celebraron el Oscar de Phoenix por Joker con sendas hamburguesas, veganas por supuesto. Ambos comparten un férreo compromiso con el trato ético de los animales, Phoenix lo considera, de hecho, una de sus prioridades. Él documental Earthlings (2005) en el que ejerce de narrador es uno de los documentos más potentes contra el especismo, y el actor siempre intenta incluir el respeto a los animales en sus discursos. “No quiero causar dolor a otra criatura empática, a otra criatura viviente. No quiero que la aparten de sus hijos, no quiero forzar a que estén en recintos cerrados y que se engorden simplemente para ser sacrificados”, declaró a Brut. “Es absurdo y bárbaro y no entiendo cómo podéis ser testigos y que no os afecte”.
Es consciente de que muchas de sus actitudes son controvertidas, pero no parece incomodarle demasiado, “Siempre lo he pasado mal”, contó a Vanity Fair en 2019. “Y creo que a medida que te haces mayor, estás bien. No pasa nada. Porque sé que otras partes de mi vida tienen sentido. Y eso es lo que realmente me sostiene. Disfruto. Me encanta mi vida. Me encanta mi vida, joder”.