Chimpancés y amor tóxico

La serie documental de HBO Chimp Crazy indaga en los vínculos enfermizos de varias mujeres con especies de monos

Tonia Haddix, protagonista del documental Chimp Crazy, es una traficante de monos a los que trata como si fuera su madre.

Una de las tramas más inquietantes de ¡Nop!, la gran película de Jordan Peele, versa sobre la relación del cine con los animales salvajes y los mecanismos de su explotación. En el arranque de la película está la clave. Por los sonidos adivinamos que estamos en un plató de televisión donde se graba un cumpleaños, escuchamos risas, voces infantiles y un nombre que se repite: Gordy. En pleno jolgorio enlatado surge un gruñido extraño, golpes, gritos y, finalmente, gemidos y silencio. Sobre el fondo negro aparece una cita bíblica: “Echaré sobre ti inmundicias, te haré despreciable, y haré de ti un espectáculo”. La primera imagen de ¡Nop! es la de una niña tendida en el suelo mientras un chimpancé bañado en sangre se quita el capirote de cumpleaños.

El enigma que planteaba aquel violento suceso está conectado con la nueva serie documental de HBO Chimp Crazy. Al principio parece una denuncia más de otra freak de los animales salvajes, en la línea de Tiger King. Su director, Eric Goode, es el mismo, aunque su estrategia esta vez ha sido más que cuestionada. Pero ese es otro asunto. Sea como sea, la monstruosidad que retrata Chimp Crazy es real. La serie se centra en mujeres obsesionadas con los chimpancés, sobre todo en Tonia Haddix, una traficante de especies de monos, a los que trata creyéndose una madre. Este vínculo mujer-animal tiene precedentes como el mito de King Kong o la novela Appius y Virginia, publicada en 1932 por G. E. Trevelyan y rescatada en España este mismo año por la editorial Tránsito, en la que se describe una relación tóxica entre una mujer soltera y un orangután criado como un humano.

Todas estas historias tienen un final dramático. Los chimpancés, que tienen la misma esperanza de vida que los humanos, son manejables hasta que crecen y satisfacer sus necesidades se vuelve un serio problema. Casi todos los chimpancés famosos son prepúberes. Después se vuelven extremadamente peligrosos, con la fuerza bruta de cuatro hombres, y una naturaleza ferozmente reprimida: en libertad tienen hasta 50 relaciones sexuales al día. La protagonista de la serie, una psicópata delirante a la que PETA lleva años denunciando, los alimenta con comida basura creyéndose que les hace felices con sus happy meals de McDonald’s.

La historia que pudo inspirar a Jordan Peele es uno de los casos más famosos, el del chimpancé Travis. Sandy Herold lo compró de bebé por 40.000 dólares a una conocida criadora, Connie Casey, acusada de mantener decenas de chimpancés adultos cautivos en penosas condiciones. Travis era el rey del pueblo y de la casa, sobre todo después de la muerte de la hija única de Sandy. A los 14 años pesaba 120 kilos. El desconcierto para el animal llegó cuando murió el marido de Sandy. El hombre salió un día rumbo al hospital y no volvió. Su ausencia desorientó al chimpancé, empezó a tener comportamientos compulsivos y depresión. Sandy salía muy poco, pero un día dejó a Travis con su amiga Charla Nash, que conocía al animal desde cachorro. Lo que ocurrió aquella tarde se adentra en el enajenado misterio de ¡Nop! Travis dejó de ser Travis y se abalanzó sobre su cuidadora hasta arrancarle de cuajo la cara. Según el policía que lo mató, Travis le suplicó con la mirada el tiro de gracia.


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