“Aquí hay trabajo todos los días de todo el año”: el eterno verano de los músicos de la Costa Blanca
En Benidorm hay rascacielos, turistas y conciertos cada noche del año. Nos embarcamos en un ‘road trip’ por la Costa Blanca para descubrir el día a día de artistas, empresarios y bandas tributo
En cuanto Pablo Bloom entona los primeros versos, los tenedores se relajan. El sunday roast, (asado de domingo), todo un símbolo de la gastronomía británica con su puré de patata y su pudding de Yorkshire, se enfriará en las mesas mientras dure la canción. Para abrir su espectáculo, Bloom canta Always look at the bright side of life y, como no podía ser de otra manera, el público tararea e interpreta impecablemente la parte silbada del clásico de los Monty Python. Es mediodía en La Zenia (Alicante). Fuera se despliegan algunos síntomas del verano español —quemaduras, camisetas con mensajes obscenos en varios idiomas y falsificaciones sobre las aceras—, pero dentro del Bushwacka, uno de los locales más populares del llamado strip de Cabo Roig, es como si estuviéramos en uno de esos pubs del Soho londinense —quedan un par— donde el pianista no descansa.
Unas horas antes, Paul Bush, dueño del local, nos ha dado permiso para hacer fotos en su interior. Este corpulento inglés trabaja en su terraza planeando las actuaciones de las próximas semanas con papel, teléfono y boli. Casi todo sobre su negocio —cachés, cómo contacta con las bandas o cuál es su favorita— “es secreto”, advierte. Pero está orgulloso de contar con al menos un show distinto todas las noches del año, y con tres diarios —almuerzo, merienda y cena— durante la temporada alta. Este domingo, en el mismo espacio, también actuarán A Las Raíces, especialistas en el repertorio de los Gipsy Kings, y ABBA Elite, las estrellas de este circuito tras varias décadas interpretando Waterloo y Dancing Queen.
El espectáculo de Bloom mezcla comedia y música, y el público, 20 o 30 matrimonios de jubilados ingleses, responde con entusiasmo a sus preguntas. El showman demuestra ser un experto en geografía y conoce todas las pequeñas rivalidades y rencillas entre pueblos y condados que hacen reír a sus seguidores. También se sabe unas cuantas bromas sobre Murcia. “Durante años he estudiado la cultura británica, los acentos y jergas de cada ciudad y región, las canciones típicas de cada zona y sus estereotipos. He moldeando un show a medida para ellos. Pero no siempre todo el público es británico, y disfruto mucho adaptándome sobre la marcha, ya sea por nacionalidades o por edades. Incluir canciones para cada uno, traducir e introducir el cachondeo de los unos a los otros, es algo que me encanta”, explica este israelí de origen argentino cuyo aspecto —gafas de pasta, ligero tupé— recuerda a Elvis Costello o a Nick Lowe.
Público asegurado. Aunque ya casi ningún español lo hace, los turistas y los vecinos extranjeros llaman Costa Blanca a los 244 kilómetros de litoral de la provincia de Alicante. Avistada desde el mar, parece una única gran ciudad formada por cientos de edificios y torres entre los que es casi imposible distinguir los límites entre municipios: tras las playas de Orihuela está Torrevieja y, un poco más al norte, Guardamar del Segura. Solo Benidorm, donde los rascacielos terminan abruptamente al comenzar las paredes de roca de Serra Gelada, destaca entre el resto. “Esta zona es un mundo aparte para los músicos. Se puede trabajar todos los días durante todo el año. Hay incluso quienes hacen varios bolos al día, aunque a nuestro cantante lo matas si le haces hacer dos bolos seguidos, porque nuestro show es muy exigente vocalmente”, comenta Diego Rodríguez, guitarrista de Keeng, una banda tributo a Queen que se orientó hacia ese repertorio por insistencia de su público: “Antes intentamos desmarcarnos un poco de lo que tocaban las demás bandas haciendo cosas más alternativas, pero al final la gente quiere lo que quiere. Nos decían mucho que los temas que hacíamos de Queen sonaban muy bien y decidimos convertirnos en tributo a los de Freddie Mercury. Cuando salió la película ya nos iba bien y llevábamos un par de años haciéndolo, pero nos dio otro empujón”.
Rodríguez es uruguayo y toca en varias bandas además de Keeng, como Motorcity, y también trabaja como músico de estudio. “Al principio teníamos que ir a buscar los locales, pero ahora, gracias al boca a boca y a las redes, nos llaman. No tenemos un manager fijo, pero hay varias empresas de espectáculos que nos contactan y nos mueven. Casi siempre tocamos por un caché porque tenemos que asegurarnos cobrar un mínimo, así que eso al menos está negociado. Si el bar gana más, perfecto”. El guitarrista habla de un ambiente sano, en el que garitos y bandas colaboran para que nunca falte el público: “La única condición entre locales es que no quieren que toques muy cerca muy seguido. Nosotros tocamos todo el año y llenamos siempre. A veces más, a veces menos, pero nunca hemos tocado con dos mesas”.
Solo en la calle Gerona de Benidorm existen más de veinte locales que ofrecen música en directo. En apenas diez kilómetros de la Nacional 332, en La Zenia, al sur de Torrevieja, hay otros tantos. “En estos lugares, cualquier martes de invierno de madrugada hay la misma marcha que en Madrid un fin de semana”, continúa Bloom. Y esta marcha, ¿es solo para británicos? “Aunque hay una mezcla colorida de nacionalidades entre el público, es innegable que son mayoría”, responde el showman. “Ellos llevan la música en directo y el espectáculo muy dentro de su cultura, desde los tiempos de los clubes sociales que existían en cada rincón de Reino Unido. El social club era el pilar de la comunidad, donde los trabajadores y sus familias iban los fines de semana para disfrutar noches de variedades: música, comedia, un presentador que hacía bingo y rifas y karaoke para lucimiento de los talentos locales… Pero también he actuado mucho para españoles y no encuentro grandes diferencias, solo varían los códigos y referencias culturales en los chistes; incluso tengo varias canciones originales en castellano para las ocasiones de público nacional”.
Un festival cada tarde. Con muchos festivales convencionales discutidos por haberse centrado en cuestiones extramusicales o convertidos en eventos inaccesibles por precio o por cuestiones logísticas, las bandas tributo ofrecen la ocasión de disfrutar de músicos habilidosos por el precio de un par de consumiciones. Con algo de planificación, en muy pocos kilómetros es posible llenar un cartel. Por ejemplo, The Flood es un tributo a Take That cuyos componentes también cantan canciones de Coldplay; P!nk suele actuar junto a un Tom Jones todavía más bronceado que el original; existen los New Costa Blues Brothers; David Jordan, que llegó a tener su propio número 4 en las listas británicas, ahora imita a Michael Jackson, y Swag, la banda de la cantante brasileña July Ramos, interpreta un repertorio variado que va de Snap! a Alaska y Dinarama. También es fácil encontrar, dentro de este circuito, a viejas estrellas que aparecieron en el Top of the Pops de la BBC durante los años setenta u ochenta. “En mis años en Benidorm he conocido muchos cantantes y entertainers británicos que tuvieron éxito en décadas anteriores, algunos que salían en la tele, y también miembros de grupos como The Drifters, Los Bravos, Paper Lace y Black Lace, agadooo dooo dooo”, recuerda Bloom.
Eso sí, aquí no hay lugar para el ego o para experimentos: “Si me piden una canción varias veces, en un par de días me la aprendo”, informa Alfie G, de los Costa Skatones. “Lo damos todo por el espectáculo”, añade el también locutor de Sunshine FM, una de las muchas radios locales que emiten en inglés. Y si algo reclama siempre el público, incluso más que los temas de los Beatles, es a los ganadores de Eurovisión 1974: Frida, Agnetha, Benny y Björn. Varias bandas tributo a ABBA se reparten el litoral español: ABBA New Experience suele actuar en Cataluña, Generation ABBA en las playas andaluzas y los pubs alicantinos son territorio de ABBA Elite. Estos últimos “parecen más ABBA que los propios ABBA”, según dicen sus fans (ya más aficionados al tributo que a la banda original) y es que las pelucas, el vestuario, las coreografías y, por qué no, la edad de sus componentes, dan el pego.
Mientras la actuación de ABBA Elite —con varios clímax: al fin y al cabo, los suecos tuvieron muchos hits— hace que el público, de nuevo, olvide sus platos de comida y se ponga a bailar (son las nueve de la noche y muchos llevan pidiendo pintas desde el mediodía), Pablo Bloom termina de contarnos cómo se introdujo en este universo: “En 2002 llegué a Valencia por una reubicación laboral de mi padre. No sabía qué hacer con mi vida y mis papeles se estaban tramitando, así que me centré en estudiar música por mi cuenta o con algunos profesores particulares. Pasé un casting para ejercer de bajista de los Beatles en Mallorca, donde estuve casi un año actuando cada noche con traje y peluca, sufriendo el calor balear, en hoteles por toda la isla. Allí también empecé a conocer a quienes serían mis compañeros de viaje: los británicos. Cuando se acabó aquel contrato, el jefe del grupo dijo que íbamos a hacer una prueba en un local en un pueblo que yo no conocía: Benidorm. La prueba fue el 10 de mayo de 2005, y el grupo sigue tocando en el mismo local cada noche desde entonces. Yo empecé en solitario en 2006: iba con un póster y un DVD de mi demo en la mano, de bar en bar y de hotel en hotel, ofreciéndome. Con los años se hace más fácil porque ya conoces a todos los encargados, locales, camareros y otros artistas. Si lo haces bien vas acumulando gente que te buscan. Hoy en día, estoy tocando cinco noches a la semana en el mismo local, Uncle Ped’s, de domingo a jueves a las ocho de la tarde. Algo que me gusta de este sector es que al final da igual quién seas, y cuánto tiempo lleves: tienes que ganarte el público cada noche de nuevo. Incluso alguien muy famoso, una vez está en un escenario, la gracia de salir en la tele solo le alcanzaría para los dos primeros minutos, después eres tan bueno como el ultimo chiste que hayas contado. Me encanta mi trabajo”.
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