“El absurdo de estar enamorado”: ‘¡Olvídate de mí!’ cumple 20 años como una de las películas del siglo
La historia de amor y olvido con Jim Carrey y Kate Winslet, que profundizaba en asuntos tan universales como los mecanismos de la atracción y la prevalencia el hombre sobre la tecnología, sigue hoy tan vigente como el día de su estreno
¡Olvídate de mí! (Título original, Eternal Sunshine of the Spotless Mind) no es la primera película en utilizar un mecanismo de ciencia ficción como excusa para contar una fábula sobre amor, pérdida e identidad. Sin embargo, hay algo en el largometraje dirigido por Michel Gondry y escrito por Charlie Kaufman que hace que, dos décadas después de su estreno, sea imposible de borrar de la memoria. Protagonizada por dos de las estrellas del momento —Jim Carrey, que vio en ella el papel dramático que buscaba para cambiar su imagen de actor de comedia, y Kate Winslet, consagrada desde Titanic (1997)—, ya en su momento la película fue un hito: las críticas fueron sobresalientes; recaudó 74 millones de dólares en todo el mundo cuando su presupuesto rondaba los 20; obtuvo el Oscar al mejor guion original y Winslet fue nominada a mejor actriz.
Y aún hoy es una película de culto y aparece en listas de los mejores filmes del siglo, como la de The Hollywood Reporter de 2023. “Es una de mis favoritas para ver por mi cuenta el Día de San Valentín”, comenta el crítico de cine Kyle Turner en una videollamada para ICON desde su apartamento en Nueva York. “A pesar de lo disfuncional de los personajes de Jim Carrey y Kate Winslet, y sin importar si tienen o no recuerdos del otro, todavía tienen una conexión intuitiva que hace que se busquen mutualmente”.
En la película, Jim Carrey y Kate Winslet interpretan a Joel y Clementine, dos extraños que se conocen en un autobús pero que sienten una atracción mutua inexplicable. Poco a poco descubrirán que tuvieron una relación de dos años llena de altibajos y se sometieron a un procedimiento para borrar de su memoria cualquier recuerdo de la existencia del otro.
Turner, quien se autodescribe como “un romántico incurable”, es el autor de The Queer Film Guide y ha escrito para GQ y The New York Times. Él opina que “el gran legado de esta película es poder articular de forma estética el absurdo de estar enamorado a la vez que ofrece un lenguaje visual al proceso de enamorarte de alguien e intentar entenderles desde una luz diferente”. Esto se debe en buena parte a la dirección del francés Michel Gondry, quien crea un inolvidable mundo onírico en las secuencias que se desarrollan dentro de los recuerdos de Joel y que conforman el grueso de la película.
“Michel Gondry ha tenido una carrera irregular, creo que es algo común entre los cineastas que comienzan realizando videoclips”, indica el crítico de cine. “Los efectos visuales de esta película son increíbles porque complementan la lógica de ensueño: una puerta que te lleva a un lugar completamente diferente, la desorientación de si eres un adulto o un niño, la gente de tu vida apareciendo de una manera nebulosa”.
Otro de los protagonistas del largometraje es el guion de Charlie Kaufman, con sus característicos juegos con la percepción de la realidad, y los sentimientos de alienación e inseguridad ante las relaciones humanas. Kaufman, que en 2004 ya había cosechado elogios por Cómo ser John Malkovich y Adaptation. El ladrón de orquídeas, bajo la realización de Spike Jonze, obtendría el Oscar a mejor guion original en 2005 por ¡Olvídate de Mí!
La pesadilla de la chica de tus sueños
Todo lo anterior no significa que la película se haya librado de las críticas. La principal, que Clementine podría ser una manic pixie dream girl. Se trata de un arquetipo femenino que se podría describir como “la loquita de tus sueños”, acuñado por el crítico de cine Nathan Rabin en 2007: “Es una criatura cinematográfica burbujeante y superficial que existe únicamente en la imaginación febril de escritores y directores sensibles”, diseñada “para enseñar a hombres jóvenes y llenos de inseguridades a abrazar la vida y sus infinitos misterios y aventuras”. Es decir, el término define a una chica excéntrica, llena de chispa, distinta a las demás mujeres, que irrumpe en la vida de un tipo tristón y gris para cambiarla para siempre.
Las comedias románticas, desde Annie Hall (1977) hasta 500 Días juntos (2009), han estado pobladas por este estereotípico ideal de mujer que sana con su magia las limitaciones de hombres solteros y neuróticos. ¿Es entonces Clementine una especie de manic pixie dream girl? “Le doy el beneficio de la duda a Charlie Kaufman, que es un guionista muy inteligente”, argumenta Turner, que señala que, aunque la película se estrenó unos años antes de que Rabin diera con el término, el guionista de Cómo ser John Malkovich era sin duda consciente de los arquetipos cinematográficos para deconstruirlos.
A primera vista, el papel de Kate Winslet se parece a esta fantasía, con su cabello teñido y sus planes espontáneos, como caminar sobre un río congelado o su afición a hacer muñecos con patatas. El hecho de que en buena parte de la película lo que se ve de Clementine sea su imagen dentro de la mente del personaje de Jim Carrey no ayuda. No obstante, como el propio Rabin señaló en su reseña de ¡Olvídate de Mí!, el guion de Kaufman monta y desmonta la fantasía de la chica de tus sueños. Rabin resalta un diálogo de la propia Clementine como muestra de su estatus crítico frente a las duendecillas chifladas: “Muchos hombres creen que soy un concepto, o que quizás les complemento, o que voy a darles la vida. Solo soy una mujer jodida que busca su propia paz”.
Turner afirma que, aunque entiende las críticas hacia el personaje de Kate Winslet, considera que la necesidad de Clementine de mayor libertad y autonomía y la manera en que choca con las expectativas de Joel de una relación convencional y doméstica son parte del conflicto central del largometraje. “Ambos se sienten atraídos por un elemento que es foráneo en sus propias vidas, pero que al mismo tiempo es la base de su incompatibilidad”, indica el crítico de cine.
Espejismos electrónicos, paraísos artificiales
La mezcla de romance y ciencia ficción sonaba nueva cuando ¡Olvídate de mí! se estrenó en 2004, pero ha adquirido relevancia en las últimas dos décadas, a la par que la tecnología se ha vuelto inseparable de la realidad cotidiana. Ahora existe cierto encanto nostálgico al ver a Joel y Clementine expresar su relación en cartas y fotografías o, que en un mundo donde la tecnología permite manipular los recuerdos, no tengan móvil.
Los últimos 20 años han traído películas que ahondan en el mismo tema del amor y la tecnología, como Her —escrita y dirigida por Spike Jonze, habitual colaborador de Charlie Kaufman—, Nunca me abandones, o algunos capítulos de la serie antológica Black Mirror, el más famoso, San Junipero. “La tecnología forma parte de nuestro día a día. Lo estamos viendo ahora mismo. Nos estamos viendo y hablando a pesar de estar a cientos de kilómetros de distancia”, comenta la escritora de ciencia ficción Cristina Jurado en una videollamada para ICON. No es nuevo. Frankenstein, considerada la primera novela de ciencia ficción, nace de la fascinación de su autora, Mary Shelley, con las teorías científicas en boga en aquel momento después de sufrir un aborto espontáneo. Películas como Solaris, de Tarkovski, o las dos entregas de Blade Runner, son ejemplos de historias en las que se busca solucionar el sentimiento de pérdida y soledad a través de avances tecnológicos. “La ciencia ficción en esta película es más que nada una excusa para hablar de las relaciones”, indica la escritora, ganadora del Premio Ignotus de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror en 2016 y 2017. “Hay cierta crítica social: ¿por qué aspiramos a una vida perfecta de una manera artificial?”.
Turner, por su lado, opina que la película puede entenderse como el triunfo de la humanidad, a pesar de sus imperfecciones, sobre la tecnología: “Aunque ambos han logrado borrar con éxito el recuerdo del otro en su mente, logran encontrarse y atraerse. Hay un anhelo humano por crear un nexo, y eso supera a cualquier tecnología”. Jurado profundiza en la idea: “La tecnología se usa para conseguir aquello que nosotros no podemos conseguir por nosotros mismos. Muchas veces nos aísla, pero también la buscamos para salir de ese aislamiento”, argumenta Jurado, y añade: “Al final no hay nada que te proteja de la realidad. Siempre va a haber algo que te va a recordar que eres humano y que sufres y que el dolor al final es parte de tu humanidad”. Y esa, al final, dice Turner, es la moraleja de la historia: “Aunque borres la presencia de alguien de tu pasado, siempre cargarás la experiencia de haber tenido esa persona en tu vida. Quienes somos está moldeado por nuestras experiencias y las personas que nos rodean”.
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