La ciencia de la nostalgia feliz: así son los nuevos Tank de Cartier
Marie-Laure Cérède, directora creativa de relojería de Cartier, presenta las nuevas variaciones del reloj favorito de Andy Warhol y explica cómo manejar el archivo de la casa con entusiasmo e imaginación
“Tensión y atención”: el binomio que plantea Marie Laure Cérède para describir el equilibrio en que consiste su trabajo como directora creativa de relojería de Cartier es casi un juego de palabras. Pero también es una definición muy apropiada para una casa especializada en insuflar vida a un imponente archivo de joyas y relojes que cuenta con algunos de los relojes más famosos de la historia sin olvidarse de que su público es el del siglo XXI. ¿Melancolía? La justa....
“Tensión y atención”: el binomio que plantea Marie Laure Cérède para describir el equilibrio en que consiste su trabajo como directora creativa de relojería de Cartier es casi un juego de palabras. Pero también es una definición muy apropiada para una casa especializada en insuflar vida a un imponente archivo de joyas y relojes que cuenta con algunos de los relojes más famosos de la historia sin olvidarse de que su público es el del siglo XXI. ¿Melancolía? La justa. “Si en Cartier hay nostalgia, es una nostalgia feliz”, explica Cérède. “Nuestro archivo se nutre permanentemente. Hacer algo nuevo implica repensar el pasado. La idea no es relanzar nuestros modelos más emblemáticos y hacerlos igual, sino pensar en mejorar el diseño, que no es algo fácil, para satisfacer las exigencias de hoy en día, que son mayores que antes. Eso es lo complicado. Hay que satisfacer al connaisseur y conocer las necesidades de la nueva generación. Ese equilibrio es importante”.
En la feria digital de relojería Watches & Wonders, que este abril ha sustituido a la temporada de presentaciones presenciales durante la pandemia, la firma parisina ha presentado una nueva mirada sobre el Tank, uno de los relojes más famosos de la casa y, por ende, del mundo. Creado en 1917, Louis Cartier se inspiró en los tanques de la Primera Guerra Mundial para crear un reloj rectangular en una época de cajas redondas. Visto desde arriba, las angarillas serían las orugas, y la caja el habitáculo. Andy Warhol no concebía salir a la calle sin él, y lo mismo le sucede a varias generaciones que han sucumbido al encanto de este reloj que lleva la contraria a mucho de lo que creíamos saber sobre relojería de lujo. “En términos de filosofía, creo que Cartier demostró mucha audacia con el Tank, supo romper con lo conservador introduciendo un modelo a un precio más asequible. Aquello inauguró una nueva idea del lujo”.
Muchos modelos de Tank tienen movimiento de cuarzo, lo que hace que su precio sea menor al acostumbrado en un sector de la relojería en el que mandan los mecánicos y automáticos. Convertido en el capricho definitivo de varias generaciones, la nueva reinvención del clásico sube la apuesta con un rediseño que, como sucede con los objetos prácticamente perfectos, renueva la estética sin renunciar a la memoria. El nuevo Tank Must (“Must” es una etiqueta que Cartier aplica desde los años setenta a sus piezas más reconocibles y emblemáticas) que se ha presentado este año es un poco más pulido, delicado, suave y geométrico que el anterior. Una revolución infinitesimal para un oficio en el que no hay pecado mayor que pasarse de frenada y robarle el alma a un icono. “Cartier tiene un genio particular para recuperar diseños emblemáticos en el momento adecuado”, explica Cérède, que profundiza en las claves de este Tank Must pensado para 2021.
Primera advertencia: los fans del clásico pueden respirar tranquilos. En la nueva colección hay espacio para la inconfundible esfera rectangular con índices romanos que ha hecho famoso a este reloj creado en 1917 y perfeccionado en 1922 –el modelo del que surgen la mayoría de las reformulaciones actuales–. E brazalete de acero ha sido rediseñado y pulido para resultar más sutil. Y la corona de cuerda ha incorporado un cabujón perlado que subraya la vocación relojera.
Sin embargo, hay más. Concretamente, tres modelos monocromáticos que evocan los gloriosos años ochenta apostando por el rojo, el azul y el verde en esfera y correa de piel. Sin números romanos ni índices de ferrocarril. Solo la esfera, las agujas y el logo de Cartier: una apuesta por el diseño y por el poderío visual. Dotados de movimiento de cuarzo de alta eficiencia con autonomía de ocho años, estos modelos reflejan el idilio de Cartier con su historia, pero también con los nuevos tiempos. De hecho, otra de las estrellas de la colección es el Tank Solar Beat, con movimiento fotovoltaico y correa de materiales de origen no animal. “Nos permite establecer un diálogo creativo con la nueva generación”, apunta la directora creativa. “Lo fotovoltaico aquí es el camino para hallar la alquimia perfecta. Es un reloj complejo, muy consistente desde el punto de vista del diseño y del precio”. Para muestra, un detalle: las células encargadas de captar la luz están en una capa inferior de la esfera que solo tiene salida al exterior en los índices, troquelados en la superficie.
El camino del Tank no se detiene ahí. La colección también saca pecho con un nuevo Tank Louis Cartier, el más opulento de la familia, en azul y oro rosa, o rojo y oro amarillo, con minutería de ferrocarril en dorado y movimiento de manufactura. En una época que está replanteando las fronteras del género, Cartier parte con ventaja, porque la firma francesa siempre ha huido de las orejeras del pensamiento binario. Incluso cuando idean relojes en principio masculinos, como el legendario Pasha de los años ochenta, se convierte en el preferido de muchas mujeres. “Aquí pensamos que la creación prevalece sobre el género, no limitamos la creación y no pensamos en términos de dualidad masculina y femenina. Lo importante es la elegancia del diseño”.
Esa misma filosofía recorre una gama de novedades que incluye versiones actualizadas del Pasha y modelos que cultivan esa extravagancia tan cercana a la casa. “En Cartier hay una singularidad y una diferencia tangible respecto al resto, porque vemos los relojes desde el punto de vista de un joyero”, explica Cérède, que comenzó su andadura profesional en Cartier y se confiesa enamorada del trabajo artesano de los talleres y de la mentalidad de sus equipos creativos. ¿Es difícil diseñar algo contemporáneo con un archivo tan voluminoso? “Los archivos no nos limitan, es justo lo contrario”, responde. La colección Cartier Libre, que experimenta con nuevas formas y juega la carta de esa audacia sin la que la joyería languidecería, plantea esta temporada un binomio zoológico que rinde homenaje a la fascinación de los reptiles más bellos del mundo. Por un lado, un nuevo reloj Baignoire con motivo de tortuga plasmado en un deslumbrante pavé aleatorio de diamantes. Por otro, un reloj con caja Tortue cubierto de escamas de serpiente que en realidad son coral, esmalte, nácar, gotas de oro pulido y diamantes. Son piezas imaginativas, casi excéntricas, que sintetizan la vocación lúdica y creativa de una firma a la que no detiene ni siquiera el marketing. " Lo único en lo que pensamos es la belleza y el significado”, responde Marie-Laure cuando le preguntamos si los diseños responden a perfiles precisos de cliente. “Para mí, es difícil pensar en un cliente, es una limitación, es más marketing para mí”. Sin embargo, subraya, eso no implica olvidarse de los poseedores de sus piezas. En pocas casas hay un contacto tan directo con el cliente. “En Cartier podemos ser independientes”, remata. Y posiblemente lo que busca el público es, ante todo, esa independencia capaz de encontrar nuevas lecturas de diseños que forman parte de la cultura del último siglo.
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