Tamara Falcó: un desamor en ‘prime time’
“Todo volvía a ser precioso, estábamos en la boda de unos amigos, bebiendo vino…”, contó la marquesa de Griñón sobre el momento de después de que su prometido dijese a toda España que no había sido infiel. Hasta que llamó Isabel Preysler: “Tamara, hay más vídeos”
Hace una semana Tamara Falcó anunció en El Hormiguero, programa en el que colabora los jueves, el día de su boda con Íñigo Onieva, el lugar en el que se iba a casar y enseñó un anillo carísimo de pedida. La reacción a la feliz noticia fue la filtración inmediata de un vídeo en el que se veía a Onieva besando a una descono...
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Hace una semana Tamara Falcó anunció en El Hormiguero, programa en el que colabora los jueves, el día de su boda con Íñigo Onieva, el lugar en el que se iba a casar y enseñó un anillo carísimo de pedida. La reacción a la feliz noticia fue la filtración inmediata de un vídeo en el que se veía a Onieva besando a una desconocida, unas semanas antes, en un festival en Nevada. Después de eso se produjo un momento clave en la vida de Íñigo Onieva: el momento en que uno tiene que reconocer un desliz o tirar para delante. Onieva no calculó bien sus fuerzas ni su inteligencia. Su prometida, además de ser muy famosa, es muy católica. Y Onieva, que había sucumbido al sexto y noveno mandamiento de la ley de Dios, le sumó el octavo: no mentirás. Nunca faltan palas para cavar un poco más en el desierto de Nevada.
Tamara contó en la noche de este jueves al detalle la cronología de la ruptura. Después de anunciar la fecha de la boda, la gente de El Hormiguero se fue de fiesta a la inauguración de la casa de uno de ellos, y allí todos empezaron a recibir en su móvil el vídeo de Íñigo Onieva besándose con una chica. “Yo veía que en la fiesta él no encajaba mucho con vosotros”, dijo a sus compañeros en directo. Onieva le avisó de que había un vídeo de 2019. Ella le contestó: “Vale, olvídate, es un momento precioso”, que bien pudo decirle: “Será por vídeos de 2019″. Al día siguiente, una amiga (la amiga que necesita todo el mundo, la amiga #datecuenta) le pidió quedar para hablar del vídeo, dándole al documento un tétrico peso que hasta entonces Tamara Falcó no le daba.
Y entonces la llamó su madre. Aquí hay que hacer una pausa porque la madre de Tamara Falcó no es nuestra madre: es Isabel Preysler, estupefacta y conmocionada en su casa suponemos que poniendo en bucle el vídeo de su futuro yerno dándole besos a una chica con guantes de rejilla. Isabel Preysler que, enamorada adolescente en Filipinas de un chico que no convencía a sus padres, fue enviada a España para que se olvidase de él y terminó casada con Julio Iglesias. Íñigo Onieva tampoco contó con eso: pretender ponerle los cuernos a la hija de la primera mujer de Julio Iglesias y salir indemne. Una mujer que sabe si estuviste con otra por la forma de saludar; una mujer que se entrenó con un samurái.
“¿Has visto el vídeo? Se está montando una…”, le dijo su madre a Tamara Falcó. Ella le respondió que estaba todo bien, que era de 2019 (aún menos mal que Onieva no dijo 2020, hubiera sido glorioso). “Pues hay que hacer algo”, respondió Preysler, “salir a decirlo o algo así”. Y entonces Íñigo Onieva se metió despacio en la tela de araña que la leyenda de las celebrities españolas le estaba colocando. “Yo lo digo, Isabel, no te preocupes”, cuenta Tamara que dijo su exnovio. Salieron los dos a la calle a ser devorados por las cámaras, y mientras Tamara callaba (“tú no digas nada”, le dijo su madre; ahí Onieva tuvo que flipar un poco ya), el prometido cogió la iniciativa y dijo a los micrófonos que hay mala gente que quiere estropear el compromiso pero que esas imágenes son de 2019 y que circule todo el mundo, que ni VAR ni hostias. Nada iba a romper su anuncio de “engagement”, dijo con la peña flipando. “¿Perdonarías unos cuernos?”, le preguntaron a Tamara Falcó, que rompió su promesa de no hablar: “¿Estamos locos o qué?”, discazo por otra parte de Hombres G.
“La vida volvía a ser preciosa, estábamos en la boda de unos amigos, bebiendo vino…”, contó en El Hormiguero Tamara sobre ese viernes. Llamó a su madre: “Ya está, ¿ves?, desmentido”, y Preysler, con unas ganas locas de celebrar la boda de su hija, respondió: “Tamara, hay más vídeos”. E insistió en otra llamada “preocupada, para preguntarme si los había visto y qué me habían parecido”. La vida rosa empezaba a amarillear un poco, pero Tamara Falcó es creyente: “Mami, cree a Íñigo. Yo le creo. Si no son de 2019 se sabrá”. Esa noche del viernes empezaron a caer pruebas abrumadoras: en el vídeo se escucha una canción que en 2019 no se había compuesto, él llevaba un collar que en 2019 igual no se había fabricado, a esas alturas no era ni seguro que en todo 2019 Íñigo Onieva se hubiese comido un rosco.
El hombre empezó a flaquear. No era una infidelidad privada; eran unos cuernos a una chica con la que había salido a la calle para gritar a las cámaras que todo era mentira. Y empezó a confesar despacio (“igual hay algo de verdad”, “todo es mentira salvo alguna cosa”) para pasmo de Tamara Falcó Preysler, que reaccionó con una frase que, visto el éxito que debió de tener ante Íñigo Onieva, repitió luego ante las cámaras. Le da igual lo que hubiese durado el beso: “Seis segundos o un nanosegundo en el metaverso”, dijo. “No sé ni lo que es el metaverso, Hulio”, vino a aclarar en El Hormiguero, “me suena a algo del Doctor Who”.
“Dejé el anillo en la mesa, cogí a mis perras y me fui a casa de mi madre”, que a esas alturas la madre ya debía de estar esperándola con una videoteca. Entre risas y relajada, con sus amigos de la tertulia de El Hormiguero (maravillosa Cristina Pardo, la vida es eso: “Pues el día de la boda organizamos una fiesta”), Tamara dijo entonces que no iba a seguir contando lo que pasó, que se supone que eran las peticiones para volver de su exnovio y eso, efectivamente, se lo calla uno. “Yo no sabía que los planes de la Virgen era quitármelo en televisión nacional”, zanjó de golpe haciendo velada referencia a La isla de las tentaciones, donde la Virgen está echando el resto.