Pilar Eyre: “El rey emérito fue el primero en cobrar por ir a bolos”

La periodista, especialista en la Casa Real y finalista del premio Planeta, firmó la exclusiva de la infidelidad de Urdangarin. Confiesa que nunca se inclinó ante los Reyes y que sus mejores fuentes son sus “amigos pijos”

Pilar Eyre, periodista y escritoraBernardo Pérez

El lunes pasado, cuando saltó el comunicado de “interrupción del matrimonio” de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, Pilar Eyre estaba en un Corte Inglés de Barcelona. Al leer la alerta del móvil rompió a llorar de alegría y se lo contó a la dependienta. “Debió de pensar que le había tocado la loca”, recuerda la periodista que, cinco días antes, había firmado la exclu...

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El lunes pasado, cuando saltó el comunicado de “interrupción del matrimonio” de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, Pilar Eyre estaba en un Corte Inglés de Barcelona. Al leer la alerta del móvil rompió a llorar de alegría y se lo contó a la dependienta. “Debió de pensar que le había tocado la loca”, recuerda la periodista que, cinco días antes, había firmado la exclusiva de la infidelidad de Urdangarin con Ainhoa Armentia en la revista Lecturas. Para compensar a la empleada, Eyre salió con tres sartenes que no necesitaba, y lo publicó en Twitter. Me lo cuenta, muerta de la risa, por videollamada para burlar la ómicron nuestra de cada día. Lleva 10 días de gira por teles, radios y prensa contando encantadísima su primicia. Está que se sale.

¿Lloró de alegría? ¿Quién se alegra de una separación ajena?

No soy mala persona, soy periodista, y ese comunicado suponía la culminación del trabajo de un equipo. Yo sabía que ese matrimonio estaba roto, esas fotos, por fin, lo confirmaban. Realmente, esa exclusiva fue el fotomatón de esa pareja. La remató. Podría vivir de mis libros y dejar el periodismo, pero no voy a ahorrarme jamás la adrenalina de una exclusiva: sientes que puedes levantar 500 kilos. Ha sido una cumbre de mi carrera, sin duda.

Su sección en Lecturas se titula “No es por maldad”. ¿Excusatio non petita, acusatio manifiesta?

Siempre me dicen que solo me fijo en lo malo de los demás, pero no es así. Me interesa el lado oculto de la gente, lo que no quieren mostrar, porque esa es la verdad. El resto es fachada y postureo. Todos llevamos a un niño mocoso y muerto de miedo agazapado dentro.

En febrero de 2021 publicó un tuit en el que aseguraba que Juan Carlos I estaba grave en Abu Dabi y se barajaba su repatriación. No era cierto. ¿Tuvo que envainársela?

En una carrera tan larga como la mía, puedes cometer errores. El mío fue precipitarme en publicar una información que me llegó de una fuente muy fiable y, a día de hoy, no soy consciente de haberme equivocado. Puede que Juan Carlos estuviera enfermo por una mala reacción de la vacuna. La Casa Real salió en tromba a las pocas horas a desmentirlo. El único desmentido que ha hecho en décadas. ¿Casualidad?

Si no adrenalina, aparte de dinero, ¿qué le dan los libros?

La libertad de hablar de mí. Estoy en todos. Vengo de una familia muy de derechas, he sido muy rebelde, lo he vivido todo: la época de las drogas, la de la militancia de izquierdas, los amores. Mi padre me confesó que le había hecho sufrir muchísimo. Con cada uno de mis libros les pido perdón a mis padres por haber sido tan hija de puta con ellos.

¿Ahora estarían orgullosos?

Lo estaban, creo. Una vez mi padre fue a mi colegio y leyó mis poemas delante de toda la clase, porque los profesores creían que yo copiaba las redacciones. Me hizo quedar en ridículo. Desde entonces fui la poeta, la literata, la redicha. Fui una niña marginada toda mi infancia. Creo que hoy mis padres pensarían que no les ha salido tan mal la niña.

¿Se considera una niña bien de Barcelona?

No quiero quedar como clasista, porque creo más bien que soy una desclasada. He buscado mi independencia y he trabajado desde joven, pero es cierto que nacer donde nací me ha favorecido en el aspecto periodístico. Tengo una red extensísima de contactos. Mis mejores fuentes son mis primas y mis amigos pijos. El dato de que Urdangarin estaba en Baqueira solo con sus hijos cuando se suponía que estaba con Cristina me lo dio una prima que estaba a su lado en el telesilla, por ejemplo.

¿Se puede cambiar de clase? ¿Hay un visado para eso?

Para ciertas cosas el ascensor social no funciona y ciertas castas son aquí tan rígidas como en Inglaterra o la India. Hay fronteras invisibles. Hay barceloneses que presumen de no haber bajado jamás de la Diagonal, y que más allá solo hay monstruos. Por mucho dinero que tengas, no pasas.

Dice el paleontólogo Juan Luis Arsuaga que somos la única especie cotilla. ¿Está de acuerdo?

Bueno, si no fuésemos cotillas nos hubiésemos extinguido, cierto. Pero yo, que como sabes soy animalista, puedo decirte que los perros también son cotillas. Se huelen y orinan en determinados sitios por afinidades y antipatías de unos con otros. Nos interesa la vida de los otros. Me interesa el ser humano. Por eso me fascina Antonio David, o Belén Esteban. Gente capaz de caer y levantarse y volver a caer. Atormentada, con sombras, complejos. No queremos superhombres, sino personas débiles e imperfectas, como nosotros.

¿Por eso eligió dedicarse a la crónica social como periodista?

Bueno, un día un redactor jefe me mandó a un acto con los reyes Juan Carlos y Sofía en el palacete Albéniz porque era la mejor vestida de la redacción. Me instruyeron para no saludarles, no hablarles, hacerles la reverencia. Había todos esos códigos. Pero nunca me he inclinado ante ellos, jamás, ni que me maten. Ese día conté que Juan Carlos se tomó un whisky y no me volvieron a acreditar para ningún acto.

¿Cuándo empezó a joderse el reinado de Juan Carlos I, como diría Vargas LLosa sobre el Perú?

Muy pronto, lo que pasa es que tardamos en enterarnos y más en contarlo. Lo primero que cobró Juan Carlos fue en 1973, por inaugurar el club Las Lomas, en Madrid. Recibió una donación sin determinar a través de su amigo Manuel Prado. Lo cuento en mi libro Yo, el Rey. Nunca me desmintieron. El emérito fue el primero en cobrar por asistir a un bolo.

¿Qué responsabilidad tenemos los medios por haber callado?

Bastante. Quienes hemos intentado levantar una punta del velo, lo hemos pagado. Yo tengo una inspección fiscal cada año, no habiéndome encontrado nunca nada. La soledad de la reina, mi libro de hace 10 años, donde desmontaba a esa pareja perfecta que nos habían vendido, no sentó bien en La Zarzuela. Se me hizo saber.

¿A los Reyes les hace más daño la crítica o la lisonja?

Los peores enemigos del emérito son sus amigos. No quiero descalificar a nadie. Todos los partidos del Parlamento son respetables. Pero que estén todos esos cazadores, toreros... Don Felipe y doña Letizia se han rodeado de otro tipo de gente y han huido de tanto amigo carca y rancio que tenía y tiene don Juan Carlos que, al final, son los que le han llevado al precipicio. Ellos mismos dicen que quiere volver para estar con sus amigotes. Creo que todo eso le está haciendo mucho daño y que no vamos a ver su regreso de una forma inmediata.

¿No le da pena la princesa Leonor, la única española con el futuro escrito en la Constitución?

Pero por favor: si Felipe y Letizia no hacen las cosas mal, y no las están haciendo, lo que es evidente seas o no monárquico, es que Leonor será reina. O no, pero mientras lo es o no lo es disfrutará de enormes privilegios que el resto de los niños no tendrán en toda su vida. Hablábamos antes del ascensor social. La suerte no existe. Realmente es muy difícil salirse del papel que te marcan según donde naces.

Ya, pero imagine, no sé, que quiere casarse con otra mujer.

Los españoles hemos evolucionado tanto que nada nos parecería raro. La Zarzuela está preparada para una reina lesbiana y para un divorcio real. De hecho, Felipe y Letizia firmaron capitulaciones. Y tú y yo sabemos que Letizia no aguantaría lo que ha aguantado Sofía. Se divorciaría y viviría en Samoa, tranquilamente. Los avances de la sociedad son imparables, no hay marcha atrás.

Hablando de eso. ¿Por qué lleva tan mal la edad, según dice usted misma?

La llevo fatal porque es injusto. Me considero bien conservada con 70 años, gracias a unos amigos míos médicos que me hacen cosas. La gran putada de la vida es que por dentro eres una chica de 15 años. Te gustan las mismas cosas, el mismo tipo de hombre. Solo sirve para ponerte arrugas, hacerte mayor y que en la calle te digan: “Pase, pase”. Durante un tiempo, hace mil años, ligaba en redes sociales. Me quitaba años, confieso. Me llamaba Carlota y tenía fila de pretendientes, que decían que era divertidísima. Pero, claro, luego me veían y, aunque considero que estoy bien, por 23 años no pasaba.

¿La pasión no se debilita?

Mira, a mí, con 12 años, ya me decía mi madre que me gustaban mucho los pantalones. Si no hubiera sido tan enamoradiza y hubiera sufrido tanto por amor y hubiera gastado tanta energía en ello, ahora sería, no sé, presidenta de PRISA. Soy viuda, he tenido tres maridos, y ahora tengo pareja desde hace siete años, aunque vivimos cada uno en su casa. Cuando dicen que la pasión dura siete años, yo digo que dura siete días por semana.

Qué felicidad.

Digamos que me divierto mucho y que vivo muy bien, pero la palabra felicidad no la conozco. Conozco la alegría, el optimismo, pero nunca estoy del todo satisfecha. Acabo un libro y pienso que es una tontería. Todavía necesito que me digan que lo hago bien. Ojalá creyera más en mí misma.

ARRIBA Y ABAJO

  • Pilar Eyre, de 70 años, nació en la parte alta de Barcelona, hija de un matrimonio acomodado afecto al régimen franquista y, sin dejar nunca del todo esa atalaya, lleva casi medio siglo retratando a la alta y la no tan alta sociedad en sus crónicas. Especializada en información sobre celebridades de todo pelaje y sobre la Casa Real, sobre la que ha escrito varios libros ―La soledad de la reina; Yo, el Rey―, en 2013 fue finalista del Premio Planeta con su novela Mi color favorito es verte. Desde su cuenta de Twitter, red social a la que se confiesa "adicta", cuenta su día a día y mantiene conversaciones con sus seguidores, a los que califica de "amigos". "Muchas veces me divierten más que los míos de verdad, digamos que a mi edad es más difícil renovarlos", confiesa. 


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