Ana Morgade: “Te puedo decir 15 mujeres que podrían presentar un programa como el de Broncano”
La humorista comparte sus impresiones tras la polémica por vestirse con una funda portatrajes en la Seminci como alegato en favor de la diversidad corporal
No es la primera vez que la humorista Ana Morgade (Madrid, 41 años) se ha convertido en trending topic gracias a un posicionamiento polémico o cuando menos reivindicativo. El año pasado, cuando anunció su embarazo, habló públicamente del aborto. El pasado sábado apareció sobre la alfombra roja de la Seminci vestida solo y exclusivamente (“no llevaba nada debajo”) con una funda portatrajes. Hablamos con ella para...
No es la primera vez que la humorista Ana Morgade (Madrid, 41 años) se ha convertido en trending topic gracias a un posicionamiento polémico o cuando menos reivindicativo. El año pasado, cuando anunció su embarazo, habló públicamente del aborto. El pasado sábado apareció sobre la alfombra roja de la Seminci vestida solo y exclusivamente (“no llevaba nada debajo”) con una funda portatrajes. Hablamos con ella para que nos explique —de nuevo, porque ya lo hizo en sus propias redes sociales— el significado de su gesto y la razón por la que, por una vez, ha disfrutado de la polémica.
Pregunta. ¿Recuerda la primera vez que pensó que podía hacer reír?
Respuesta. Fue cuando estaba estudiando interpretación en Cristina Rota. Teníamos que hacer monólogos sobre situaciones personales para trabajar con el criterio de realidad y conectar con nuestras emociones sinceras. Entonces yo contaba cosas que a mí me habían pasado, que me parecían terribles y yo notaba que aunque yo estaba desmontada, llorando a moco tendido, la gente se reía. Así que dije, bueno si estoy haciendo reír sin querer, voy a ver qué tal me sale queriendo.
P. ¿Pero no tenía usted ya el rol de la graciosa de su pandilla?
R. Hombre, el humor siempre ha sido mi carta de presentación y desde luego tenía claro que tenía que hacer algo escénico porque llevo toda la vida dedicándome a hacer eso de forma absolutamente gratuita para torturar a mi familia.
P. Pero tengo entendido que cuando les comunicó lo que quería ser les dio un disgusto.
R. Supongo que lo que mis padres no querían es que tuviera una profesión plagada de frustraciones y de paro. Ellos estaban convencidos de que iba a ser una gran abogada. Me decían: vas a ganar casos, aunque sea por aburrimiento [risas].
P. ¿Y cómo lo lleva cuando se hace tendencia, como ahora, por defender una causa? ¿Siente pánico?
R. Me he encontrado con muchas, muchas mujeres que me han dicho que mis palabras les resonaban de alguna manera así que me hace mucha ilusión que se haya abierto un poco de debate. Normalmente es una posición, la de posar para un montón de cámaras, que me da mucha vergüenza.
P. ¿Pero cómo es que se siente tan intimidada en una alfombra roja una actriz?
R. Cuando estoy encima de un escenario mi trabajo y mi discurso me avalan, siento que estoy haciendo algo que es más fuerte y más grande que yo. Pero cuando estoy ahí, callada, fingiendo que me gusta el vestido que llevo, no estoy cómoda porque siento que he tenido que ceñirme, nunca mejor dicho, a una prenda que igual no me abrocha.
P. ¿Le ha pasado alguna vez que alguna marca se haya negado a vestirla?
R. Si lo ha hecho, ha sido muy sutilmente y no me he enterado. Sin embargo, lo que sí me ha pasado es que cuando voy a un showroom, de los cien trajes que tienen, solamente me valen tres y de esos tres tengo que elegir el que mejor me cierra, aunque para que abroche tenga que tirar de fajas o sujetadores reductores.
P. Ha habido gente que ha interpretado que decía usted que con una talla superior a la 36 o la 38 lo mejor es echarse un saco encima…
R. Hombre, si tú quieres poner eso yo no te voy a impedir que lo escribas, pero lo que he dicho es que poniéndome ese portatrajes quería hacer comedia, llevar un vestido cómodo por una vez y cumplir un sueño, salir sin faja y sin que eso me preocupara.
P. ¿Se gasta usted dinero en ropa?
R. La verdad es que a mí me gusta un montón la ropa, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Lo que pasa es que los eventos de gala son muy concretos y es muy poco probable que en tu armario habitual tengas algo que puedas llevar a una alfombra.
P. ¿Y qué fue lo último que se ha comprado?
R. Pues últimamente el 98% de la ropa que compro compulsivamente es para mi hija. Y la verdad es que me encanta comprarla, sobre todo si tiene orejas [risas].
P. ¿Le han hecho llorar las redes sociales?
R. Yo llevo en Twitter desde que era puro campo y ahí nunca ha habido piedad ninguna y no se censuraba a nadie dijera lo que dijera. He recibido amenazas de muerte a nombre de mi familia y eso no es un trago de gusto para nadie. Pero es verdad que también hay que ponerlo en contexto. Varias veces he tenido que quitarme literalmente las aplicaciones para darme cuenta de que en la calle no es eso.
P. ¿Alguna vez le ha dado vergüenza llamarse feminista y ahora se da cuenta, como Angela Merkel, de que no tenía por qué?
R. Mi relación con el feminismo es algo cambiante y creo que eso es bueno también, porque el propio movimiento cambia, no es un dogma estático. Se va enriqueciendo y va abriendo nuevas posibilidades, nuevos debates. Yo reconozco que me voy analizando y reconstruyendo y que no tengo la misma idea del feminismo de hace 10 años ni 5. Nunca me he arrepentido de decir que soy feminista porque para mí es sinónimo de sentido común, entonces creo que estoy del bando correcto.
P. ¿Está de acuerdo con esa queja generalizada entre algunas feministas de que las mujeres sufren mucha más violencia en redes que los hombres?
R. Pero es que eso no es una opinión, es que es la realidad. En cualquier vídeo de YouTube más de la mitad de los comentarios tiene que ver con el físico o lo follable o no que es cada una. Yo tenía un compañero que tenían una página web con monólogos de cómicos y cómicas y decía que sí, que le hacían sentirse horriblemente mal los comentarios porque le daba mucha pena el nivel de odio que había con los monólogos femeninos, independientemente de lo buenos o malos que fueran unos u otros.
P. Usted trabajó con Broncano. ¿Cree que falta mucho para que una mujer en España pueda presentar un espacio así y alcanzar ese nivel de éxito?
R. En realidad no falta nada. Te puedo dar una lista de 15 mujeres que lo harían con el ojete sin ningún problema. Lo que falta no es la capacidad, sino que se les dé el espacio para hacerlo. Las grandes franjas de audiencia aún están copadas por los hombres. Si se trata de méritos, no entiendo cómo es posible que sea tan fácil poner a un hombre en el plató y que sea tan complicado encontrar una mujer que pueda cumplir con esas expectativas. Es más, creo que ahí es donde las cuentas no salen.