Los grandes duques de Luxemburgo, en el punto de mira por sus navidades en Biarritz en plena pandemia

Aunque no hay prohibición de viajar al extranjero, las vacaciones de Enrique y María Teresa en Francia han sido criticadas por falta de ejemplaridad

Los grandes duques de Luxemburgo, Enrique y María Teresa, en septiembre de 2020.SplashNews.com (GTRES)

Enrique de Luxemburgo y María Teresa Mestre han acabado el año como lo empezaron: con polémica. Si a comienzos de 2020 los grandes duques de Luxemburgo vivían tiempos de zozobra debido a un informe sobre el funcionamiento de la monarquía en el que se retrataba el “miedo” y la “ansiedad” del personal de palacio ante el duro carácter de...

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Enrique de Luxemburgo y María Teresa Mestre han acabado el año como lo empezaron: con polémica. Si a comienzos de 2020 los grandes duques de Luxemburgo vivían tiempos de zozobra debido a un informe sobre el funcionamiento de la monarquía en el que se retrataba el “miedo” y la “ansiedad” del personal de palacio ante el duro carácter de la monarca, ahora los actuales jefes del Estado luxemburgués han vuelto a ser objeto de críticas por su última escapada a Biarritz.

Los grandes duques han pasado la Navidad en el apartamento de la costa francesa que adquirieron en verano. Un destino que frecuentan desde hace unos años y donde en más de una ocasión han destacado sentirse cómodos gracias, en parte, al anonimato del que disfrutan. Nunca fue un secreto su deseo de establecerse allí durante largas temporadas, algo que se incrementará probablemente cuando el príncipe heredero Guillermo de Luxemburgo asuma el trono. Mientras tanto, Enrique y Maria Teresa han decidido pasar los últimos días del año en Biarritz y lo han hecho sin esconderse, pues el pasado 24 de diciembre, cuando se firmó una ley con el ministro de Salud que introducía nuevas restricciones sanitarias para combatir la propagación de la covid-19, el gran duque indicó su ubicación. Sin embargo, parece que viajar en plena pandemia no ha resultado un gesto bien visto para muchos de los luxemburgueses, pues según publica el diario Luxemburger Wort las vacaciones de los monarcas en Francia es “una ausencia de ejemplaridad” ante la situación que los ciudadanos viven desde hace meses debido a la crisis por el coronavirus.

Aunque en Luxemburgo no hay prohibición explícita de viajar al extranjero, algunos ciudadanos consideran que se trata de una falta de respeto hacia el país después de que este esté sujeto a un duro toque de queda que arranca a las nueve de la noche y con muchos de sus restaurantes, bares y comercios cerrados debido a la difícil situación. Esta reacción recuerda a la de los holandeses después de que los reyes Guillermo y Máxima de los Países Bajos volaran con sus tres hijas a su casa del Peloponeso, en Grecia, durante las vacaciones escolares de la festividad de Todos los Santos. Una truncada aventura vacacional que repercutió en el gobierno holandés después de que parte del congreso mostrara su incomprensión ante una salida que resta credibilidad a los esfuerzos de las autoridades a la hora de aplicar las medidas contra la covid-19. En especial, la limitación de traslados innecesarios, que es una de las más conflictivas.

En el caso de los grandes duques Enrique y Maria Teresa, el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel, aseguró a varios medios locales que no ve “ningún problema” en la presencia del gran duque en Biarritz debido a que está “en contacto constante con el gobierno y sus colaboradores para mantenerse informado y llevar a cabo sus tareas”. Esta última polémica llega en un momento en el que la Casa Gran Ducal trata de hacer borrón y cuenta nueva y aportar mayor transparencia a una monarquía constitucional con una fortuna estimada en 3.500 millones de euros, según datos de Business Insider, lo que la convierte en la más acaudalada de Europa, y la sexta del globo, por detrás del monarca de Tailandia y un puñado de sultanes, reyes, jeques y emires árabes. Tras la publicación del informe Waringo y el consiguiente escarnio público, el gran duque Enrique, de 65 años, protestó por el trato dispensado en los medios de comunicación a su esposa de origen cubano a quien, según defendió el monarca en un comunicado, se había puesto “injustamente en entredicho” ante las especulaciones acerca de su carácter “dictatorial”.

Como parte de esta renovación de la monarquía se decidió disminuir el poder de Mestre, a quien se apartó de la toma de decisiones de palacio y su labor desde entonces se ha centrado en sus aficiones (la literatura, el esquí, el canto o la danza) y en sus tareas benéficas con la Cruz Roja o la Unesco, tan publicitadas por la monarquía del país.

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