Francisco y Cayetano Rivera reclaman notarialmente los objetos de la herencia de Paquirri
El abogado de los dos hijos mayores del torero se ha personado este martes en una notaría acompañado de una procuradora para reiniciar el proceso que paralizó el supuesto robo que denunció hace años Isabel Pantoja
Los dos hijos mayores de Francisco Rivera Paquirri, Francisco y Cayetano Rivera, continúan en su empeño de tener los objetos personales que su padre les dejó en herencia cuando murió hace 36 años tras ser corneado por el toro Avispado en la plaza cordobesa de Pozoblanco. El torero tenía entonces 36 años, hacía 18 meses que se había casado con Isabel Pantoja y además de los dos hijos de su primer matrimonio, tenía otro de siete meses fruto de su unión con la tonadillera.
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Los dos hijos mayores de Francisco Rivera Paquirri, Francisco y Cayetano Rivera, continúan en su empeño de tener los objetos personales que su padre les dejó en herencia cuando murió hace 36 años tras ser corneado por el toro Avispado en la plaza cordobesa de Pozoblanco. El torero tenía entonces 36 años, hacía 18 meses que se había casado con Isabel Pantoja y además de los dos hijos de su primer matrimonio, tenía otro de siete meses fruto de su unión con la tonadillera.
La herencia fue entonces una fuente de conflictos que se resolvió tras tres años de negociaciones entre sus herederos o sus representantes, ya que todos los hijos eran menores entonces, y ha vuelto ser noticia más de tres décadas después cuando el más pequeño, Kiko Rivera, ha abierto la caja de los truenos desvelando las irregularidades supuestamente cometidas por su madre respecto a su parte de la herencia y, lo que aún suena más grave, que él mismo vio el pasado 2 de agosto en una habitación habitualmente cerrada de la finca Cantora, todos los objetos personales de su madre que sus hermanos han reclamado durante años y que nunca recibieron porque cuando hubo sentencia judicial que ordenaba a Isabel Pantoja entregarlo, esta argumentó que se había producido un robo en su propiedad y entre las cosas que habían desaparecido estaban todos esos trajes trastos de matar que reclamaban. Con una denuncia sobre el robo de por medio, los dos hijos del torero solo pudieron resignarse aunque nunca creyeran la historia ni dejaran de denunciarla públicamente.
Este martes su abogado, Joaquín Moeckel Gil, acompañado de una procuradora se ha presentado en la notaría de la localidad de Medina Sidonia y según publica la revista ¡Hola! ha presentado un requerimiento para que notarialmente se reclamen los enseres que los hermanos reclaman a Isabel Pantoja, viuda del torero. Acto seguido, y en la misma mañana, se ejercía el cumplimiento del requerimiento entregándolo personalmente en Cantora, donde reside la cantante.
Estas acciones no son más que el procedimiento que ya anunció el abogado hace algo más de una semana cuando Kiko Rivera desveló en un programa especial de Telecinco las graves rencillas que le enfrentaban a su madre y de forma indirecta la existencia de los objetos que se daban por desaparecidos. Moeckel explicó entonces que “existe un procedimiento judicial de 1994 que la condenó a entregarlos y ella adujo que se había producido un robo en Cantora y habían desaparecido. La acción penal por denuncia falsa está prescrita porque han pasado más de cinco años, pero la ejecución de una sentencia civil nunca prescribe y solo hay que volver a activar la ejecución. Si se niega incurrirá en un delito de desobediencia judicial e incluso apropiación indebida”. Unas declaraciones que fueron acompañadas de una mano tendida hacia la resolución del conflicto ya que añadió que él aconsejaba a sus clientes que “si esta señora les entrega los objetos de su padre, cierren este tema para los restos. No buscamos pleitos”.
Ahora la pelota está en el tejado de Isabel Pantoja, ya que el representante legal de Francisco y Cayetano Rivera también dijo que de demostrarse que los bienes están, hecho que basan en las declaraciones de un testigo preferente como es el propio hijo de la cantante, Kiko Rivera, “deberá entregarlos y si la ejecución no se cumple por las buenas con una entrega voluntaria, estaríamos ante dos cosas, una ejecución forzosa, que sería ir a por los bienes a la finca, y un posible delito”, en referencia a la figura de obstrucción a la justicia y desobediencia.