Heredar Samsung: un proceso largo, espinoso y extremadamente caro

La muerte del patriarca Lee Kum-hee abre el camino para que Lee Jae-yong, su hijo mayor, le releve al frente del conglomerado. La familia pagará 10.000 millones en impuestos sucesorios

Lee Jae-yong, heredero principal de Samsung.JUNG YEON-JE

La audiencia de este lunes en un tribunal de Seúl por cargos de fraude y manipulación de los precios de acciones se desarrolló sin su principal acusado. El vicepresidente de Samsung Electronics, Lee Jae-yong, de 52 años y uno de los hombres más poderosos de Corea del Sur se había excusado: debía participar en el segundo día de duelo por la muerte de su padre, Lee Kum-hee, el patriarca del grupo Samsung y el mayor multimillonario del país, ...

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La audiencia de este lunes en un tribunal de Seúl por cargos de fraude y manipulación de los precios de acciones se desarrolló sin su principal acusado. El vicepresidente de Samsung Electronics, Lee Jae-yong, de 52 años y uno de los hombres más poderosos de Corea del Sur se había excusado: debía participar en el segundo día de duelo por la muerte de su padre, Lee Kum-hee, el patriarca del grupo Samsung y el mayor multimillonario del país, fallecido el domingo a los 78 años. Su muerte ha abierto un proceso de sucesión que se promete largo y muy espinoso, dado los problemas legales que rondan a su único hijo varón. También será extremadamente caro.

Solamente en impuestos de sucesión, los analistas prevén que la esposa y los tres hijos, Lee Jae-yong y sus hermanas Boo-jin y Seo-hyun, puedan tener que pagar hasta 10.000 millones de dólares; la fortuna personal del magnate fallecido se calculaba en unos 20.900 millones. Es algo que ya ha comenzado a desatar las conjeturas acerca de cómo se pagará, y si Samsung, el conglomerado familiar —chaebol, en coreano— que representa el 20% del PIB de Corea del Sur tendrá que acometer algún tipo de reestructuración. También suscita dudas cómo se repartirá la herencia y el porcentaje de títulos de las empresas clave del imperio que retenía Lee Kum-hee.

De lo que pocos dudan es que Jae-yong, conocido en Occidente como Jay Y Lee, será quien se haga con las riendas del conglomerado familiar y herede el título de presidente de Samsung Electronics, la joya de la corona del grupo. Este hombre reservado, cortés y trilingüe –habla coreano, inglés y japonés– se ha hecho cargo de los negocios del grupo desde que su padre quedó incapacitado tras sufrir un infarto en 2014.

El presidente de Samsung Lee Kun-hee y, a su izquierda, su hijo y sucesor, Lee Jae-yong, en Seúl en 2009. POOL New (Reuters)

Como único hijo varón, su exquisita educación, cuidada hasta el último detalle se encaminó siempre a ese destino: ocupar el puesto de su padre y mantener así en la familia el control sobre la firma que fundó su abuelo, originalmente de venta de pescado y verduras. Se ha criado en un ambiente internacional y ha estudiado en las mejores universidades: la Nacional de Seúl, Keio en Tokio y Harvard.

Siempre con la sucesión en mente, comenzó a trabajar en el conglomerado familiar en 1991 como vicepresidente de planificación estratégica. En 2001, y tras un fallido intento de crear su propia empresa en plena burbuja tecnológica, se incorporó al grupo a tiempo completo. En 1998 se casó con Im Se-ryung, hija de otra de las grandes familias empresariales surcoreanas. Tuvieron dos hijos antes de divorciarse en 2009.

Pero, como quedó patente este lunes en la celebración de la audiencia, que continuará el 9 de noviembre, el joven Lee afronta graves problemas legales, que pueden complicar el proceso de sucesión.

En 2017 fue sentenciado a cinco años de cárcel por su participación en lo que fue un mayúsculo escándalo de corrupción que desencadenó la caída de la presidenta Park Geun-hye. Entonces, los fiscales consideraban que dio las órdenes de entregar cerca de 36 millones de dólares a fundaciones y empresas de Choi Soon-sil, una misteriosa confidente de Park cuya influencia sobre la exjefa de Estado le ganó el sobrenombre de la Rasputina Surcoreana.

Según la acusación, ese dinero se había pagado para conseguir el visto bueno a la fusión de dos compañías del grupo Samsung, que Jae-yong necesitaba para consolidar su poder en el entramado empresarial.

Pero si en Corea del Sur no son raros los escándalos de corrupción entre sus multimillonarios, sí lo es que lleguen a cumplir penas de cárcel. En 2018, Lee Jae-yong quedó en libertad después de que en una vista de apelación los jueces le absolvieran de la mayoría de los cargos. El caso, pese a todo, continúa su curso y ha vuelto a un tribunal de menor instancia para una repetición del juicio que incluya nuevas acusaciones de soborno.

Pese a todo, es improbable que sus hermanas menores, cada una ya también al frente de una parte del imperio empresarial, hagan movimientos para desplazarle.

Lee Seo-hyun, de 47 años, cuenta con una fortuna personal que la revista Forbes calcula en unos 1.700 millones de dólares. Diseñadora de formación y muy interesada en el mundo del arte y de la moda, se encarga de las actividades filantrópicas del conglomerado como cabeza de la Fundación de Asistencia Samsung. Forma parte del consejo de administración de The Leeum, el museo Samsung de Arte en Seúl, tomando el relevo de su madre, Hong Ra-hee.

Lee Kun-hee, junto a su mujer, Hong Ra-hee y, a la derecha, su hija Lee Seo-hyun en Las Vegas, en 2010.Steve Marcus (Reuters)

Casada y con cuatro hijos, comenzó su trayectoria dentro del conglomerado familiar en el sector de los artículos de lujo. Entre sus éxitos se encuentra el desarrollo de la marca de ropa informal de la compañía, Bean Pole, y estuvo detrás de la compra de la firma italiana de prendas de cuero Colombo Vía della Spiga. En 2018 renunció a estar al frente de la división de moda del grupo, tras haberla dirigido durante tres años.

Su hermana mediana, de 50 años, posee unos 1.800 millones de dólares. Boo-jin es la responsable del grupo Hotel Shilla, el brazo hotelero y de comercios duty free del chaebol, y quizá la más parecida a su padre en cuanto a visión de los negocios, hasta el punto de que se la ha llegado a apodar “la pequeña Kum-hee”. Se casó en 1999 con un guardaespaldas de humilde origen y empleado en una de las empresas familiares, Im Woo-jae, con el que tuvo un hijo. Los cónyuges se divorciaron en 2012, dando lugar a una amarga batalla en los tribunales –concluida finalmente este año– sobre la compensación que Lee debía pagar a su exmarido, y que concedió a la heredera la custodia en exclusiva del pequeño.

Falta una hermana, desaparecida en lo que fue uno de los grandes dolores que sufrió el patriarca Lee Kun-hee en su vida. En 2005, Lee Yoon-hyung, de 25 años se ahorcó en su apartamento de Manhattan, en Nueva York. De puertas para afuera había sido la más extrovertida de los cuatro hijos del magnate; según quedó patente tras su muerte, sufría una profunda depresión.

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