Las sospechosas cuentas de Boris Becker tras años de excesos y derroche
El gran campeón de tenis comparece ante un tribunal de Londres acusado de no afrontar sus deudas pese a su elevado tren de vida
Tan brillante sobre la cancha como desacertado a la hora de gestionar las ganancias de su era dorada en el tenis, Boris Becker volverá a comparecer este jueves ante los tribunales para rendir cuentas sobre el verdadero estado de sus finanzas. La justicia del Reino Unido, país en el que reside la leyenda deportiva alemana, de 52 años, le acusa de haber ocultado bienes y activos a pesar de su situación legal de bancarrota. En otras palabras, que su tren de vida y posesiones no declaradas se contradicen con su incapacidad ...
Tan brillante sobre la cancha como desacertado a la hora de gestionar las ganancias de su era dorada en el tenis, Boris Becker volverá a comparecer este jueves ante los tribunales para rendir cuentas sobre el verdadero estado de sus finanzas. La justicia del Reino Unido, país en el que reside la leyenda deportiva alemana, de 52 años, le acusa de haber ocultado bienes y activos a pesar de su situación legal de bancarrota. En otras palabras, que su tren de vida y posesiones no declaradas se contradicen con su incapacidad para saldar deudas millonarias acumuladas a lo largo de años de excesos y derroche.
La causa en el tribunal del distrito de Westminster, que imputa a Becker diecinueve cargos de ocultación de cuentas bancarias, propiedades inmobiliarias y acciones en una empresa de inteligencia artificial, se celebrará tres años después de que el extenista fuera declarado insolvente por otra corte de Londres. La medida se tomó por su incapacidad para saldar una deuda de 3,34 millones de libras con el banco privado Arbuthnot Latham, entre especulaciones de que el montante total pendiente de saldar con diversos acreedores podía multiplicar más que por diez esa cifra. La petición de Becker de “una última oportunidad”, unida a la oferta de rehipotecar su lujosa mansión de Mallorca para pagar lo adeudado, no logró impedir que se le impusiera una restricción de sus finanzas durante los siguientes once años.
Aquella decisión fue tomada “con mucho dolor”, en palabras de la jefa del Registro Civil encargada del caso, Christine Derret, quien años atrás había visto jugar en directo a uno de los mejores tenistas de su generación. Para los británicos Boris Becker siempre será el “niño prodigio” que en 1985 -a los 17 años, 7 meses y 15 días- se convertía en el campeón más joven de la historia de Wimbledon. También en el primer alemán en lograr la gesta en el All England Club. El ganador de seis títulos de Grand Slam se retiró del circuito profesional del tenis en 1999 con una fortuna acumulada de unos 100 millones de euros en premios y patrocinios. El año pasado, la falta de liquidez –a pesar de su trabajo como comentarista de la BBC o de sus charlas muy bien remuneradas- le convencía de poner a subasta una colección de trofeos, raquetas y recuerdos personales, incluido un reloj que recibió en su día de otro astro del tenis, Novak Djokovic, cuando era su entrenador.
La prensa mundial, y en especial la de su Alemania natal, viene preguntándose desde entonces cómo ha podido dilapidar unas ganancias extraordinarias hasta el punto de llegar a la insolvencia. La trayectoria fuera de las pistas de un tenista embriagado por el éxito y la fama estuvo marcada por un extravagante estilo de vida, coches deportivos y la compra de carísimas obras de arte. Su matrimonio con Barbara Feltus, a principio de los 90´, le procuró una cierta estabilidad, que quedó rota por su muy breve aunque fértil infidelidad con la modelo rusa Angela Ermakova, madre de su hija Anna. Él mismo lo ha relatado en su autobiografía, publicada en 2003. A su millonario divorcio de Feltus (y la pensión de paternidad a Ermakova) le sucedió hace dos años el de su segunda esposa, Lilly, con quien residía en un barrio londinense tan especial para la antigua estrella del tenis como Wimbledon.
Hace unos meses, el tabloide británico Daily Mail publicaba unas fotografías de la que sería la nueva vivienda de Becker en Londres, un ático con vistas al Támesis y un valor en el mercado de 5 millones de libras. Esas imágenes, o las del Mercedes clase E con el que se mueve por la ciudad, sugerían un estilo de vida y un nivel de gasto difícil de sufragar para alguien que, por ejemplo, tiene prohibido solicitar un préstamo superior a las 500 libras sin informar antes a la entidad de su situación de bancarrota.
Sobre todo ello se le inquirirá ante el tribunal de Westminster que le acusa por la vía civil de no cumplir con la obligación de informar sobre sus finanzas y últimas transacciones. Los cargos incluyen la ocultación de un piso en Chelsea y otras dos propiedades en Alemania, además de cuentas bancarias e incluso de una deuda de más de medio millón de libras. Este nuevo traspiés, como antes sus problemas con la Hacienda alemana (en 2002 le condenó a dos años de libertad condicional y una multa por evasión fiscal) o el fiasco de algunas aventuras empresariales (el rascacielos de Dubái al que dio nombre) devuelve a los titulares al otrora campeón por las razones equivocadas.