Las herederas del imperio Cuatrecasas, una vida alejada de la abogacía y volcadas en la solidaridad en África
La exesposa y las tres hijas de Emilio Cuatrecasas presiden y participan en la fundación África Digna que apoyan proyectos de educación, sanidad y desarrollo en el continente
Ni el discreto divorcio entre Emilio Cuatrecasas y la doctora Mercedes Barceló Recasens, ocurrido en 2007, ni que ninguna de las tres hijas del matrimonio, Cristina, Inés y Marta Cuatrecasas Barceló, se hayan inclinado por el ejercicio de la abogacía, libera a ninguna de ellas de ser consideradas lo más cercano a las herederas del imperio jurídico que un día creó en Barcelona el bisabuelo de la saga, Pedro Cuatrecasas Buquet. El pequeño bufete que fundó en 1917 se especializó en asesoramiento tributario y administrativ...
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Ni el discreto divorcio entre Emilio Cuatrecasas y la doctora Mercedes Barceló Recasens, ocurrido en 2007, ni que ninguna de las tres hijas del matrimonio, Cristina, Inés y Marta Cuatrecasas Barceló, se hayan inclinado por el ejercicio de la abogacía, libera a ninguna de ellas de ser consideradas lo más cercano a las herederas del imperio jurídico que un día creó en Barcelona el bisabuelo de la saga, Pedro Cuatrecasas Buquet. El pequeño bufete que fundó en 1917 se especializó en asesoramiento tributario y administrativo y un siglo después es uno de los emporios jurídicos más importantes de España y la familia Cuatrecasas una de las más ricas del país. El despacho Cuatrecasas tiene ahora cientos de oficinas repartidas por Europa, América, Asia y África, más de 1.000 abogados trabajando para la firma y ha recibido premios tan importantes como el de Firma Española del Año, otorgado por Chambers and Partners en 2014 y 2019 o el de Mejor Despacho en los Premios Forbes Abogados 2019. Pero en su actual organigrama de dirección no queda ni rastro del apellido de sus fundadores.
La internacionalización del macrodespacho, la incorporación de nuevos socios estratégicos y la falta de herederos que hayan seguido la tradición jurídica de la familia ha influido en este cambio que también ha afectado a otras muchas grandes empresas. Pero también fue determinante que la tercera generación de la familia, representada en Emilio Cuatrecasas Figueras, de 66 años, que asumió la dirección en 1980 cuando solo tenía 26 años, tuviera que abandonar el consejo de la empresa en 2014 a causa de los problemas judiciales en los que se vio envuelto.
Hijo de Emilio Cuatrecasas Sabata, estudió Derecho en la Universidad de Navarra y entró a trabajar en la firma con 23 años. En 2001, después de que su padre se jubilara comenzó a transformar el bufete familiar y lo abrió a otros socios. Tenía estabilidad en el trabajo y en la familia, se había casado a finales de los años setenta con la doctora Mercedes Barceló, tenían tres hijas, vivían en un chalet en Pedralbes, una de las zonas más exclusivas de Barcelona, y como muchas otras familias acaudaladas catalanas repartían su tiempo de ocio entre una casa en el valle de Arán (Lérida), una finca ubicada en Fontanilles (Girona) y un velero, el Concordia, de 90 pies de eslora, con el que la familia recorría el Mediterráneo pero en el que también se hacían grandes negocios, que para eso sirven esos barcos que algunos llaman sociales.
La pareja se divorció en 2007, con intensidad pero sin hacer ruido, como mandan las buenas prácticas en las familias discretas de la alta sociedad catalana. Después llegaron los problemas con Hacienda, ambos fueron juzgados por fraude fiscal a causa del entramado empresarial a través del cual el abogado se deducía gastos de viviendas familiares y de su embarcación como si se tratara de gastos empresariales. El resultado de la investigación, que duró dos años, fue una condena a dos años de cárcel, una multa de 1,5 millones y el pago de 4,1 millones de euros más al fisco. La otra consecuencia fue que Emilio Cuatrecasas tuvo que dejar la presidencia del bufete y quedarse en él como un simple asociado. En la actualidad también es presidente ejecutivo de Corporación Empresarial Emesa, sociedad de inversiones empresariales e inmobiliarias que fundó en 1980, presidente de la Fundación Cuatrecasas, y continúa como presidente de honor del Grupo Áreas –dedicado a la restauración y comercio en régimen de concesión en aeropuertos, autopistas, enclaves ferroviarios y centros comerciales, y que da empleo a más de 10.000 personas), del que se encargó de la presidencia ejecutiva desde 1982 hasta 2015.
Las mujeres de la familia, totalmente alejadas del mundo jurídico, se han volcado en sus respectivos trabajos y en la ONG África Digna, fundada por Mercedes Barceló después de dejar su trabajo como médico en 2004 para centrarse en este proyecto solidario. Antes trabajó durante 36 años en el Instituto Dexeus en el departamento de dolor y después como jefa de la sección de acupuntura. Según consta en su propio perfil de LinkedIn, Barceló preside el patronato de la ONG, se dedica a dirigir el día a día de la fundación, a la búsqueda de proyectos, financiación y control, así como a controlar la correcta utilización de los fondos y medios que aportan fundaciones como las de La Caixa, Barraquer, BBK, Kuixabank, IESE Business School o el mismo Cuatrecasas.
Entre sus funciones también se encuentra organizar eventos para recaudar fondos, sensibilizar sobre las necesidades del continente africano y viajar al mismo, un mínimo de dos veces al año para ver sobre el terreno el desarrollo de los proyectos y las nuevas acciones que puede abordar la ONG. En esta vocación solidaria también participan directamente las tres hijas del exmatrimonio, cuyas vidas cambiaron siguiendo la estela de su madre.
Cristina, que tiene actualmente 39 años, es licenciada en Medicina y Cirugía y estudió también Veterinaria. Ha pasado temporadas viviendo en Kenia y Tanzania y actualmente ocupa el puesto de vicepresidenta del patronato, como consta en la propia web de África Digna.
Inés, de 36 años, está ligada directamente al continente africano, donde terminó por quedarse a vivir después de comenzar a viajar allí acompañando a su madre desde 2005. Vive en Ruanda, donde creó una empresa, Mille Collines, que se dedica a la moda artesanal, y que ayuda a fomentar la economía local comercializando diseños que además de venderse en tiendas de Ruanda y Nairobi también lo hacen en comercios multimarca de España y Estados Unidos. El proyecto comenzó en 2009 de la mano de su socio Marc Oliver y aunque la decisión sorprendió a muchos, Inés ya había utilizado la idea de hacer una colección inspirada en África para su proyecto fin de carrera de la Escuela Superior de Diseño de la Universidad Ramón Llull. Incluso allí vieron con escepticismo la idea en un principio porque “no concebían que en África la gente se vistiera”. “Les llevé fotos para mostrarles lo equivocado de su pensamiento”, dijo en una entrevista en 2015. Incluso el nombre elegido para la empresa tiene connotaciones comprometidas, ya que coincide con el del hotel que refugió a miles de personas durante el genocidio en Ruanda y que inspiró la historia que sirve de argumento a la película Hotel Ruanda. Inés es también vocal de la ONG creada por su madre.
En el mismo cargo está implicada la menor de las tres hermanas, Marta de 35 años, que es gerente de operaciones en el aeropuerto de Los Ángeles pero mantiene el interés por África y la ONG que creó su madre.