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En la diana de la ‘zona gris’

Los Estados precisan de una ingente cantidad de información con el fin de bloquear ciberataques y crecientes maniobras de desinformación

Cambian los tiempos y también el lenguaje para entenderlo. La volatilidad y la incertidumbre conducen a ese lugar que los expertos denominan zona gris. Una especie de campo de minas del siglo XXI. Allí concurren los diferentes vectores híbridos: ciberataques, maniobras de desinformación, terrorismo, competencia tecnológica, energética o la pugna por el control de la narrativa. Este es el comienzo del relato de Esperanza Casteleiro, actual directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Bielorrusia, por ejemplo, intenta desestabilizar su entorno para presionar a la Unión Europea. Los Estados necesitan información en un volumen “sin precedentes” con el fin de bloquear estos ataques. “Europa precisa una preparación civil y militar integrada capaz de anticipar, resistir y recuperarse ante cualquier tipo de amenaza”, reflexionó la experta durante su intervención. De repente, la ciberseguridad ha salido de los cajones de los informáticos y se ha instalado en ese espacio a medio iluminar. Las herramientas de intrusión digital son muy sofisticadas y “los desafíos, enormes”, avisó Casteleiro. Los incidentes tienen un impacto directo sobre la vida de los ciudadanos. Si atacan un hospital puede poner en peligro a los pacientes.

Entre medias, la desinformación se ha convertido —de acuerdo con el Foro Económico Mundial— en el principal riesgo global, superando a los conflictos armados; pero también pueden actuar de forma conjunta. En Ucrania y Palestina se han utilizado para aumentar la tensión y dividir a los ciudadanos. Tampoco hay que recorrer 3.000 kilómetros. “La desinformación procedente de actores estatales extranjeros supone una amenaza para España, que es un país objetivo por su posición en el ámbito geopolítico —pertenece a organismos supranacionales como la UE y la OTAN— y tiene vínculos históricos y culturales con América Latina”, indicó la responsable del CNI. “Pero, además, su proximidad con el norte de África la convierte en la frontera sur de la Alianza”. Todo sirve para desestabilizar. Desde noticias falsas a inteligencia artificial (IA).

Este es el escenario. El ordenamiento constitucional y el Estado de Derecho, dos de las dianas. El sabotaje, ya sea físico o digital, se oculta como accidente, fallo técnico o error humano, “aunque detrás existe una planificación estratégica”, subrayó Casteleiro. “Hacer frente a estas acciones supone un reto muy importante para el CNI”, añadió, y existen respuestas. Una, recurrir a la cooperación internacional. Ningún país puede por sí solo afrontar los desafíos del ciberespacio, el sabotaje o la desinformación, que nada saben de fronteras. Dos, la esperanza. “La transformación global no debe ser vista como una amenaza contra la seguridad nacional. Al contrario. Es una oportunidad para fortalecer el compromiso con los valores democráticos”, zanjó Casteleiro.

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