El último desfile de Antonio Alvarado se expone en el Museo del Traje
El modista, premio Nacional de Diseño de Moda 2021, guía por las salas de su retrospectiva, una muestra ambiciosa con más de 120 conjuntos, algunos prestados por personajes de la Movida como Alaska y Almodóvar
Perfecto. Así llegó Antonio Alvarado el pasado miércoles 23 de noviembre al Museo del Traje, en Madrid. Su característica e impoluta imagen se mantiene y le mantiene atemporal: Levi’s 504 color navy y suéter de cuello vuelto. Su neutra indumentaria dista de la que este diseñador, nacido en Pinoso (Alicante) hace 68 años, ha creado durante sus cuatro décadas de carrera.
Perfecta. Así exige el modista que sea Antonio Alvarado. Baja costura, la muestra que s...
Perfecto. Así llegó Antonio Alvarado el pasado miércoles 23 de noviembre al Museo del Traje, en Madrid. Su característica e impoluta imagen se mantiene y le mantiene atemporal: Levi’s 504 color navy y suéter de cuello vuelto. Su neutra indumentaria dista de la que este diseñador, nacido en Pinoso (Alicante) hace 68 años, ha creado durante sus cuatro décadas de carrera.
Perfecta. Así exige el modista que sea Antonio Alvarado. Baja costura, la muestra que se abre al público este jueves, 1 de diciembre, y que recorrerá todos los aspectos de su trayectoria. Él se autodenomina meticuloso, no perfecto. “No sé trabajar de otra forma”, confiesa, y añade que no se suelen hacer exposiciones de artistas vivos. “Es mi último desfile y llevo dedicado a él siete años”, afirma con afán de controlar todo. Según va visitando el montaje de la muestra matiza y afloja ese “último”.
Son perfectos también los detalles en los que Alvarado se detiene para enseñar cómo confeccionó cada prenda: los bisontes de un vestido rojo con pasamanería; las coronas de espinas en el cuello de otro... “Recoge características que conforman la identidad española, no tiene prejuicios a la hora de reunir elementos que pueden ser disonantes”, explica Juan Gutiérrez, comisario de la exposición junto a Iván Alvarado, hijo del creador. “Son mis raíces, no soy otra cosa, las he ido plasmando sin caer en la obviedad. El bisonte es el de las cajetillas de Bisonte, una representación del de Altamira”, afirma el diseñador. Aunque asegura que siempre mira hacia fuera, que sus influencias son extranjeras: Londres y Nueva York, sobre todo. Y continúa con lo español mostrando un abrigo rojo que aún tiene que abrochar con unas minúsculas espadas toledanas que harán las veces de botones. Prosigue entre los maniquís señalando partes de algunos de los 120 outfits (conjuntos) que se exhiben: “Este es un traje imantado. A una seda le incorporé imanes para que quien lo llevara modelara distintas formas sobre su cuerpo, según dónde una los imanes”. Y lo demuestra.
Es incapaz de elegir alguna pieza favorita: “Hay demasiadas historias y emoción detrás de cada una”. Se mueve entre ellas con la hiperactividad que le caracteriza y por la que no le dejan estar todo el rato en el montaje ―”Dicen que les pongo nerviosos, yo también me pongo nervioso”, cuenta―. Se para ante un vestido camisero y se explaya hablando de la dificultad de sus patrones. Menciona a Cristóbal Balenciaga, a quien en sus inicios menospreciaba porque le vinculaba a una época anterior. Ahora reconoce que es imposible quitarle el valor. “Me gusta el Balenciaga de los sesenta, cuando se relaja”. Sigue con un vestido que surge de la idea de la falda de tenista, para pasar a su chanel ―”siempre quise tener mi versión de un chanel”, aclara―. Un traje rosa que, como otros muchos, sintetiza su carrera: materiales asequibles, pero trabajados artesanalmente como en la alta costura, cada fleco forma parte de la tela, no están cosidos aparte, y los botones son de suela de zapato. Alvarado es un diseñador a quien los conceptos sostenibilidad y reciclaje no le resultan nuevos. Trabaja con ellos desde sus principios, de forma natural. En la muestra el 90% del material es reciclable, no hay apenas plástico, y todo se podrá reutilizar cuando se clausure el 26 de marzo de 2023.
Este aprovechamiento le viene de la dificultad que tenía para conseguir tejidos en los años ochenta, cuando se veía obligado a encargar una cantidad que no era necesaria. Lo ejemplifica con la historia de unas sacas de correos del ejército que le consiguieron y así evitó tener que comprar 1.500 metros de tela que no necesitaba. Además, el hecho de que estuvieran desgastadas le gustaba más. Por este tipo de materiales algunos le consideraron transgresor. Tejidos de sacas o punto con cremalleras no eran lo que se consideraba alta costura. De ahí el nombre de la exposición, Baja costura, que también es el de una de sus colecciones, juega con el doble sentido que tanto le gusta. Alvarado diferencia entre moda y consumo: lo que surge de la creación es moda; lo que es de usar y tirar, consumo.
La parte de la muestra que ocupa la sala de exposiciones da una idea completa de su trayectoria, sobre todo de la que no ha estado bajo los focos y las bolas de discotecas de la Movida. Prendas a medida que guardaban sus clientas, de las que han recuperado unas 600; no se exhibirán todas, claro. El recorrido no termina ahí, continúa en los espacios de la exposición permanente dedicados a David Delfín y a Manuel Piña, que se han desmontado para la ocasión. “Esta muestra nació con la intención de ser paradigmática, de sentar un precedente en España, de estudiar una figura con profundidad”, asegura Gutiérrez. En esta parte se mostrarán sus diseños más públicos, prestados por clientes conocidos, vinculados, como él, a la Movida madrileña y al mundo del espectáculo: Tino Casal, Fabio McNamara, Luz Casal, “Pedro, Olvido…”, llama por su nombre de pila a Almodóvar y a Alaska; esta última ha prestado unas 60 prendas. Para una de ellas, un mono de licra negro que Alvarado modeló sobre el cuerpo de la artista, se ha encargado un maniquí con las medidas de Alaska (en realidad, un poco más alto) para que la prenda no se deforme. Además de la indumentaria, se exhibirán fotografías, documentos, carteles, complementos… Ultiman detalles durante la visita al montaje con este periódico. “Los bolsos los vamos a poner sobre la barra”, dice el diseñador al comisario, en referencia a una barra de bar que van a recrear. “Es muy normal que se deje un bolso sobre una barra”, sentencia Alvarado.
Se perciben los nervios en el diseñador, a pesar de su extensa y galardonada carrera; el año pasado obtuvo el Premio Nacional de Diseño de Moda. Teme esta manera de mostrar sus creaciones. “Va a faltar el movimiento de la pasarela, todo era animado, era una fiesta”, sostiene. Ahora, de cerca y sobre maniquís, se comprueba la perfección y meticulosidad de su labor y la de su equipo: modistas, patronista, cortador… Un verdadero trabajo de artesanía.
Alvarado se siente expuesto en Baja costura, que además ha generado un catálogo que es la monografía más extensa escrita sobre el diseñador: más de 300 páginas en las que han participado 21 firmas invitadas: “Es como quedarme desnudo y que escriban sobre mí”. Alvarado, que cree que el sistema de pasarela está muerto, se muestra desnudo (pero con toda su ropa) en su último desfile, por ahora.