MariTinder, The Pear Ring y otras tres maneras de encontrar pareja sin recurrir a las aplicaciones
Las ‘apps’ de citas nos han hecho creer que es difícil encontrar el amor fuera de ellas. Sin embargo, el cansancio que está produciendo este método ha propiciado la aparición de otras vías, demostrando que Cupido no siempre está tras una pantalla
Encontrar trabajo, encontrar casa y encontrar pareja son las tres tareas donde el Hércules moderno gasta su corta existencia. El orden de los mismos, en importancia, resulta difícil de establecer porque todos son pilares básicos de la vida. Una tarea a realizar, un lugar donde vivir y alguien con quien compartir nuestro paso por el mundo. Las generaciones que nos precedieron encontraban a su compañero/a de manera espontánea, en el día a día y sin gasto adicional; pero, de repente, la vida externalizó este servicio y nos derivó a las aplicaciones de citas, donde buscar el amor se convirtió en una tarea más a realizar.
Abrumados por este nuevo quehacer, las encuestas revelan que la generación Z prefiere nuevas formas de interactuar; mientras se inventan creativas formas de acercamiento, menos farragosas, más divertidas y con más posibilidades de éxito. Quien encuentre la fórmula del éxito, en este mundo de almas solitarias, se hará con la gallina de los huevos de oro.
Un currículum para encontrar el amor
¿Qué es lo primero que hace la gente cuando quiere encontrar trabajo? Redactar un currículum con sus titulaciones, competencias y experiencia profesional. Date-Me-Docs se basa en lo mismo, solo que es una síntesis curricular para encontrar pareja. Se trata de documentos que las personas crean en Notion o Google Docs y que ya se han bautizado como “currículums del amor”. Estos perfiles de citas en línea se publican solo con permisos de lectura; así cualquiera en la red puede leerlo, conocer al autor y ponerse contacto, aun sin ser su seguidor en las redes sociales. Crear uno es totalmente gratis, solo hay que abrir un nuevo documento y empezar a escribir. Como no existe una plantilla establecida para la creación de estos textos, el cielo es el límite. Algunos simulan a los laborales o redactan textos extensos, mientras otros hacen diseños más complejos con imágenes y audios.
En lo que sí coinciden la mayoría es en que la información debe incluir nombre, edad, orientación sexual, personalidad, hobbies, gustos, intereses, expectativas. También se aceptan fotos, música, enlaces a las redes sociales y cualquier otro elemento que atrape al lector.
Los más tímidos que no se atrevan a crear un currículum siempre pueden acceder a leer los que hay publicados y ver si alguien les atrae. Pero hay que ser cauto con la información que se publica de uno mismo, porque internet lo carga el diablo.
La Celestina de Instagram
La iniciativa MariTinder es obra de Silvia Llop, psicóloga especializada en el terreno del amor y las relaciones y autora del libro Mándalo a la mierda (Plataforma Editorial, 2020). En su cuenta de Instagram, con 118.000 seguidores, esta psicóloga publica el primer sábado de cada mes su MariTinder, uno para mujeres y otro para hombres, bajo el lema: “No apto para tontos/as del higo”. “La idea nació para buscarle novia a mi hermano”, aclara Llop, “y se trata de que los que quieren buscar pareja dejen un pequeño comentario en mi post. Su edad, el lugar donde viven, que se describan un poco y qué digan el tipo de compañero/a que quieren; especificando si buscan a alguien del mismo sexo. Los interesados deben leer los comentarios y, si hay alguien que les llama la atención, pueden ponerse en contacto con él/ella por Instagram”.
Este particular Tinder lleva tres años funcionando y ya ha creado algunas parejas. “Unos me llaman y me comentan que se conocieron gracias a mí; mientras otros ya se han separado”, comenta Llop. “La gente clama contra las apps de citas, pero creo que el problema está en el uso que uno hace de ellas. Y ahora, que ya llevamos varios años con este sistema, le empezamos a ver los fallos”, señala la psicóloga. “Yo no creo que vayan a desaparecer, evolucionarán, incorporarán la inteligencia artificial e imitarán, cada vez más, la vida real para que la gente lo vea todo más orgánico”.
La versión joya de la piña de Mercadona
El cansancio de la tecnología puede llevarnos a adoptar alternativas simples, sencillas, propias de nuestros más lejanos ancestros; pero eficaces. Es el caso de lo que se conoce como The Pear Ring, un anillo color turquesa que, más que una joya, es una señal que dice al mundo que el portador/a es una persona que busca pareja. Un semáforo en verde que da la bienvenida a todo aquel que quiera acercarse.
Tras el lenguaje del abanico o la piña de Mercadona, esta opción (turquesa para los heteros y morada para los integrantes de la comunidad LGTBI) es otra alternativa a la búsqueda digital. Claro que para que una señal funcione todo el mundo debe de entenderla. El problema con este anillo es que, a pesar de que sus creadores hablan del “experimento social más grande del mundo”, todavía son pocos los que conocen su existencia. ¿Seremos capaces de interactuar, de nuevo, en tiempo real y sin filtros?
‘Speed dating’, contacto rápido pero humano
Cuando esta modalidad apareció por primera vez en Estados Unidos, allá por los años noventa, fue muy criticada por tratar algo tan sensible y romántico como buscar pareja como si fuera un coche en un túnel de lavado. Sin embargo, a día de hoy, este método ya no resulta tan aséptico.
Mónica, 43 años, residente en Palma, asiste frecuentemente a este tipo de eventos. “Conseguir una cita con alguien en vivo y en directo no es tan fácil para los usuarios de Tinder. Te puede costar días y días chateando. Aquí llegas y ya tienes la oportunidad de conocer a varias personas. Vale que es una cita a ciegas, pero yo creo que pocos minutos bastan para saber si con esa persona puede haber feeling o no”.
Francisco Morgado es el creador de la web Cita2.net, que organiza speed dates en Madrid. “El mínimo de participantes es de cinco hombres y cinco mujeres y la duración dependerá del número de personas inscritas”, explica. “Generalmente, se organizan en bares u hoteles y hay siete minutos para conocer a cada candidato. Al final se rellena una tabla de votación y, si ha habido match, se pasan los contactos de las personas, generalmente el correo electrónico”. Los eventos de speed dating se organizan por franjas de edades. “La que va entre los 40 y los 55 años es la más numerosa”, puntualiza Morgado, “aunque se apunta también gente más joven, la mayoría cansados de las aplicaciones de citas. Aquí, en el peor de los casos, aunque no hayas conocido a nadie interesante, has interactuado con gente. Se hacen muchos amigos y, a menudo, cuando el evento se acaba, los integrantes se van a un bar o a cenar juntos. Cualquier cosa mejor que estar solo, en casa, frente a la pantalla del móvil”.
Agencias de ‘matchmaking’: asistencia personalizada con ayuda de la inteligencia natural
Gracias a internet, las posibilidades de elección son tan ilimitadas que nos ha entrado la desgana y la gente está tan sola que se ha vuelto extremadamente exigente hacia los demás.
Montaña Vázquez es la fundadora y directora de Tu pareja perfecta, una agencia de matchmaking, con base en Madrid. A las puertas de su negocio llama mucha gente quemada tras meses, tal vez años, sumergidos en el mundo de las apps de citas y con pocas anécdotas reconfortantes para contar. Aunque también hay hombres y mujeres de negocios, con un perfil alto, para los que preservar el anonimato es algo esencial. “Internet ha puesto a nuestra disposición un ilimitado catálogo de personas en todo el mundo, lo que hace que la elección sea todavía más difícil, y nos convierte a la vez en clientes y productos”, señala la también autora de Match. Cómo encontrar pareja en la posmodernidad (Alienta editorial) y que en este momento última su primera novela. “No estoy en contra de las apps. Lo que veo es que en las webs de citas no todo el mundo tiene claro su objetivo y no se comparte un mismo criterio. Eso supone un gran trabajo, porque tienes que ir descartando a la gente. Por otro lado, internet es un magnífico parapeto de personalidades. Nadie se muestra hasta llegar a la cita analógica y, en muchos casos, viene el bajón. Hay toda una cadena de fracasos que te hace perder ilusión en tu objetivo”.
Las antes llamadas agencias matrimoniales no solo buscan al candidato perfecto y agendan citas; sino que convierten la búsqueda en algo llevadero, agradable e incluso excitante. “Es importante disfrutar del proceso y desligarse del resultado; de lo contrario, entras en una rutina que te supera. En la agencia lo hacemos todo manualmente. Yo conozco a todos los clientes y a todos los candidatos y buscamos el más indicado para cada uno. Para eso hay que quedar con ellos, observarlos, hablar mucho para conocerlos bien. Otra cosa que nos diferencia es que no enseñamos fotos, y esto les parece raro a los que vienen de internet. Y no lo hacemos porque creemos que resta más que suma, que pierdes oportunidades si te basan solo en una imagen”, explica esta profesional del matchmaking. “Hacemos contratos de 12 meses y damos prioridad a la calidad y no a la cantidad (no le prometemos que van a conocer un determinado número de personas a la semana). Mi rasero es que no sientan que hayan perdido el tiempo cuando han tenido una cita. De hecho, aunque no se formen parejas, muchos acaban como amigos”.