El tímido regreso al móvil ‘ladrillo’ o el tedio de la conexión constante

El uso de los llamados ‘dumbphones’ todavía es anecdótico, pero la vuelta al móvil sin acceso a internet podría estar más cerca de lo que parece. Para algunos padres es la manera de que su hijo menor tenga un teléfono, y para algunos adultos es la forma de desconectar en sus vacaciones o el fin de semana para tomar cierta distancia del mundo ‘online’

Se denominan 'dumbphone' en contraposición al 'smartphone', pero son los teléfonos que se usaban antes.Wako Megumi (Getty Images)

Vivimos conectados de manera permanente, siempre con el móvil lo más cerca posible. Lo miramos mientras vemos la televisión (esto lo hace el 56,5% de las personas, según un informe de Barlovento Comunicación); lo consultamos sin cesar durante la jornada (una de cada tres personas lo mira más de 100 veces diarias); e, incluso, hay quien lo emplea para abrir la puerta de casa (así funcionan las cerraduras inteligentes). Esa conexión perenne empieza a pasar factura y prueba de ello es la proliferación de aplicaciones orientadas a controlar el tiempo de uso de los dispositivos, los hoteles que ofrecen como gran reclamo la ausencia de wifi o la ralentización en el crecimiento de algunas redes sociales. De acuerdo con el Estudio Generación SPCial sobre hábitos de desconexión digital de los jóvenes españoles, presentado en julio por la marca española de electrónica SPC, “más de la mitad de los jóvenes españoles se ha planteado eliminar sus perfiles sociales y el 12,7% ha abandonado permanentemente las redes”.

Es el caso de Adrián Sastre, de 32 años, quien dejó de utilizarlas porque consumían su tiempo en “publicaciones vacías y sin interés real”. Nora Medina, de 20 años, se creó su primer perfil en Instagram a los 12, y a los 17 lo abandonó: “Al principio me lo hice a escondidas para que mis padres no me pillaran, me lo hizo mi hermana mayor y no era consciente de lo que iba a suponer tener una red social siendo tan pequeña”. Hace un año y medio optó por dar una nueva oportunidad a las redes, pero de otro modo: “Me hice una cuenta más pequeña, tengo 20 seguidores, me lo tomo de otra manera, solo con mis amigas”, explica. Margarita Núñez tiene 36 años y hace tiempo que también optó por abandonar las redes: “Perdía mucho tiempo entrando en ellas y me di cuenta de que la gran mayoría de información que me proporcionaban no me interesaba en absoluto. Tampoco publicaba yo misma desde hacía años”, explica. Recuerda pasar varias horas al día consultando las distintas aplicaciones. “En tiempos muertos, transporte público, trabajo, comida, etcétera. Al final, suponía un hábito difícil de controlar, hacer scroll continuamente por pura costumbre y aburrimiento”, añade.

Ese abandono de las redes entre las generaciones más jóvenes es llamativo, pero no demasiado significativo todavía. Un estudio reciente de Pew Research Center recoge que el 50% de los adolescentes estadounidense reconoce estar en internet “casi constantemente”, una respuesta que reflejó un incremento del 24% en las personas que respondieron lo mismo hace una década. Fernando Botana, psicólogo especializado en adicciones de la clínica Impasse, recuerda que la dependencia tecnológica no solo afecta a los más jóvenes: “Si miramos a nuestro alrededor todos parecemos adictos a las nuevas tecnologías”, por eso matiza que “con este panorama hay que ser muy prudente a la hora de señalar cuando hay una adicción y cuando no. La línea roja es la salud mental, el bienestar personal”. Por su consulta, explica, han pasado “algunos pacientes que han optado de forma voluntaria por retirar WhatsApp y otras aplicaciones de manera definitiva, buscando una protección personal frente al estrés emocional”.

Irene Manterola, directora de marketing de SPC, apunta a un cambio en la forma de relacionarse con la tecnología por parte de los más jóvenes. Precisamente los jóvenes que abanderan ese incipiente cambio de mentalidad son parte del público objetivo del próximo lanzamiento de la marca, el móvil SPC Wild, un dispositivo de diseño intuitivo, sin acceso internet y con las funcionalidades básicas de llamar y mandar mensajes. Esta clase de terminales, también conocidos como dumbphones, en contraposición a los ubicuos smartphones (teléfonos inteligentes), están recobrando poco a poco la popularidad después de años olvidados.

Esta nueva ola de teléfonos clásicos están pensados para aquellos que buscan desconectar, aunque sea de manera intermitente, y para menores de edad que todavía no necesitan están hiperconectados.Erik Von Weber (Getty Images)

El nuevo móvil de SPC está pensado “para aquellos que quieren alejarse de la hiperconexión permanente y la exposición continua a notificaciones que las redes sociales y otras aplicaciones conllevan, así como para menores que comienzan a ser independientes”, sostienen desde la marca, líder en el segmento de los móviles sin internet. La idea es ofrecer algo más que el móvil de aspecto tosco ligado normalmente a los grupos de edad más avanzada, los más afectados por una brecha digital que cada vez se minimiza más.

De momento, el uso de teléfonos no inteligentes por parte de los más jóvenes es del todo anecdótico. En muchos casos responde más a padres y madres que quieren dar a sus hijos un móvil, pero sin las distracciones y potenciales peligros de internet. En este sentido, Beatriz Izquierdo Pliego, responsable de proyectos de la fundaciónSOL, aporta un dato revelador: “Desde nuestra fundación hemos desarrollado, junto a GAD3 y gracias al apoyo de la Fundación Nemesio Diez, el informe Percepciones sobre el Impacto de Contenidos Digitales en la Infancia y Adolescencia, cuyos resultados reflejan que más de la mitad de los padres encuestados afirma que retrasaría la entrega del primer dispositivo móvil a sus hijos si pudieran volver atrás en el tiempo”.

Proteger al menor y el lujo de la desconexión

Quizá el móvil sin internet podría dibujarse como una opción a tener en cuenta para los progenitores que dudan si permitir o no a sus hijos el uso de móviles. Sea como sea, el simple hecho de formar parte de la conversación refleja que el regreso de los dumphones se está fraguando. El pasado julio la prensa británica se hacía eco de una iniciativa peculiar: el prestigioso colegio Eton (donde se educan los hijos de la élite mundial) anunciaba la prohibición del uso de smartphones entre sus alumnos de 13 y 14 años. En su lugar, les darían un móvil Nokia sin internet. En abril, la revista New Yorker publicaba un reportaje titulado El boom de los dumbphones es real. En el texto se señalaba una compañía angelina, Dumbwireless, dirigida por dos veinteañeros que habían identificado el nicho de mercado de los móviles sin internet, llegando a multiplicar por 10 sus ventas de 2023 a 2024. Otra prueba del creciente éxito de estos dispositivos: la empresa finlandesa HMD, responsable de fabricar los móviles Nokia, anunció en mayo el relanzamiento del Nokia 3210, un tesoro para nostálgicos lanzado por primera vez hace 25 años. “Volvamos a los 2000, cuando las conversaciones importaban más que los Me gusta y las veces que se compartía algo. Un teléfono mítico regresa con una batería de larga duración y un lavado de cara para los tiempos modernos. Y, por supuesto, tiene el juego de la serpiente. Esta es la mejor noticia: el regreso de Nokia 3210″, se puede leer en su web.

Los expertos señalan que una solución intermedia es hacer uso del 'dumbphone' en vacaciones o durante los fines de semana.kolderal (Getty Images)

Además de reducir el tiempo en la red o prevenir el posible impacto sobre la salud mental de algunas aplicaciones, el uso de estos móviles ofrece otra ventaja para aquellos preocupados por su privacidad y es que con ellos la huella digital es inexistente. Manterola puntualiza con relación al uso de esta clase de dispositivos que “no es cuestión de elegir entre un smartphone o un dumbphone como algo mutuamente excluyente” y vaticina cómo habrá “personas que se decantarán por usar un dumbphone en momentos concretos, como sus vacaciones o el fin de semana, para tomar cierta distancia del mundo online y centrarse más en el momento”.

Un matiz interesante si tenemos en cuenta que la completa desconexión digital es con frecuencia un privilegio inaccesible para muchos trabajadores que han convertido el móvil en una herramienta de trabajo más. El regreso del teléfono ladrillo no será inmediato ni será total, aunque ya haya voces que reivindiquen su uso, como el sociólogo Diego Hidalgo, autor de varios libros donde alerta de la adicción a las pantallas, y quien utiliza un Nokia antiguo como su teléfono habitual. Entre aquellos que no habían nacido cuando el primer iPhone llegó al mercado, ahora mismo sigue interesando más el nuevo modelo lanzado por Apple (pronto llegará a las tiendas el iPhone 16) que un tipo de móvil que nunca llegaron a conocer. Al menos de momento.

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