Si has llorado después del sexo sin motivo aparente, tiene una explicación. Y no es lo más raro que te puede pasar
Sufrir tristeza tras mantener relaciones se conoce como disforia postcoital y es solo una de las muchas sensaciones que pueden provocar las hormonas al alcanzar el orgasmo. También se puede experimentar dolor, estornudos o ataques de pánico
Estás teniendo relaciones sexuales deseadas con una persona que te gusta mucho, estáis disfrutando, os lo pasáis bien, alcanzáis el tan deseado orgasmo y justo después, cuando estás en el momento en que supuestamente deberías relajarte y sonreír, aparece una extraña sensación de tristeza y te entran ganas de llorar. No lo puedes evitar y sueltas las lágrimas. Tu acompañante te mira y se siente desconcertado. No pensaba que la cosa estuviera yendo tan mal. Te abraza y te pregunta qué te pasa, per...
Estás teniendo relaciones sexuales deseadas con una persona que te gusta mucho, estáis disfrutando, os lo pasáis bien, alcanzáis el tan deseado orgasmo y justo después, cuando estás en el momento en que supuestamente deberías relajarte y sonreír, aparece una extraña sensación de tristeza y te entran ganas de llorar. No lo puedes evitar y sueltas las lágrimas. Tu acompañante te mira y se siente desconcertado. No pensaba que la cosa estuviera yendo tan mal. Te abraza y te pregunta qué te pasa, pero tú no sabes qué contestar. Solo lloras.
Esta escena puede resultar surrealista para algunas personas, ya que cualquiera tiene claro que el sexo ha de ser un momento de juego y satisfacción. Y ¿quién llora después de pasarlo bien? Pero según el estudio Postcoital Dysphoria: Prevalence and Psychological Correlates, realizado en 2015 por Schweitzer, O’Brien y Burri con 232 estudiantes universitarias, un 46% de las encuestadas había sufrido una reacción similar al menos una vez en su vida. Tener sensaciones de tristeza, melancolía o malestar tras un encuentro sexual, de manera frecuente y no atribuible a otros motivos, se conoce como disforia postcoital.
Estas sensaciones, si se producen de forma continuada, pueden causar una disminución del deseo sexual. Si se llora frecuentemente, se asociará el sexo a un mal rato y tendrá un efecto negativo en la motivación. También puede provocar discusiones con la pareja, alejamiento o incluso rechazo hacia la otra persona. Al no entender los motivos del malestar y haber un descalabro emocional, se la culpabiliza de ellos aunque no haya motivo alguno para hacerlo.
Según detalla Gil Vera en su artículo Disforia postcoital sexual en la vida conyugal (Revista de Sexología, 2019), esta reacción, que habitualmente dura algunos minutos, se puede dar tanto en hombres como en mujeres. Se debe, principalmente, a una respuesta normal del cerebro una vez los efectos de la dopamina, endorfinas, oxitocina y prolactina generadas tras el orgasmo comienzan a disminuir. Es decir, es como un efecto rebote. Tras el subidón de hormonas, viene el bajón. Porque las hormonas son las responsables de las emociones variadas que se pueden sentir tras un orgasmo. Hay algunas reacciones más habituales que otras. Por ejemplo, es frecuente que por culpa de la prolactina, generada en mayor cantidad en hombres que en mujeres, entren ganas de dormir. La oxitocina puede ser la responsable de las ganas de generar conexión con la otra persona, de dar y recibir cariño. Si la reacción es sonreír y sentirse en un estado de bendita felicidad, la responsabilidad es de las endorfinas.
Conocer estos efectos ayuda a entender por qué nos comportamos de determinadas maneras. Si a alguien le entra sueño no significa necesariamente que sea una persona insensible o poco cuidadosa. O si tras un buen encuentro sexual con alguien recién conocido entran ganas de besar y abrazar, que nadie se confunda: no tiene por qué ser un enamoramiento repentino. Aunque no se puede reducir el comportamiento humano, en general y también en lo sexual, solo a una cuestión biológica. Lo psicológico y lo social son partes fundamentales de nuestra condición. En el caso de la disforia postcoital, que también se ha asociado con una limitada educación sexual, abusos o cierto malestar psicológico.
El síndrome de enfermedad postorgásmica que parece gripe
Si bien hay reacciones habituales tras un orgasmo, también se ha confirmado la existencia de otras que pueden resultar más extrañas. Además del llanto, en el estudio Did You Climax or Are You Just Laughing at Me? Rare Phenomena Associated With Orgasm (que podría traducirse como ¿Has llegado al clímax o solo te estás riendo de mí? Fenómenos extraños asociados al orgasmo), Reinert y Simon nombraron la cataplexia (debilidad muscular), el dolor facial y/o de oído, de pies y de cabeza, el prurito (hormigueo en la piel que provoca ganas de rascarse), la risa, los ataques de pánico, las convulsiones y los estornudos, entre otros fenómenos que se pueden producir al alcanzar el clímax.
El síndrome de enfermedad postorgásmisca es otro de esos efectos raros. Se produce en hombres cuando, tras eyacular, tienen reacciones similares a una gripe. Puede incluir fatiga, febrícula, sudoración, cambios en el estado de ánimo, irritabilidad, problemas de memoria, dificultad de concentración, congestión o picor en los ojos. La mayoría de los síntomas duran de dos a siete días y desaparecen por sí solos.
La incidencia de esta reacción no está clara, se tiene constancia de unos 50 casos reflejados en la literatura médica. También se desconoce cuál es su causa exacta, aunque las hipótesis plantean que puede ser debido a una alergia al semen, que causaría una reacción de hipersensibilidad. Este síndrome, del cual aún no se tiene un remedio efectivo, afecta negativamente la vida de quien lo sufre, ya que limita y condiciona sus encuentros sexuales. Puede provocar que se evite cualquier práctica erótica, tanto con uno mismo como con otras personas.
Un buen encuentro sexual no se reduce a lo que pasa durante este. También es muy importante el antes y el después. El antes, porque el deseo es el motor que nos lleva a esa relación y empezar con ganas, si son elevadas mejor, es a priori una buena señal. Y el después, porque el simple hecho de alcanzar un orgasmo no es sinónimo de satisfacción. Saber por qué pasa lo que pasa puede ayudar a entender ese después, quizás a mejorarlo y, con ello, a disfrutar más de la relación. Una vida sexual satisfactoria también es salud.