El mundo del fútbol es el mundo de la relación del futbolista con la gente. Esta es, para mí, la única verdad de este deporte. Si no hay gente en un estadio, el futbolista no es futbolista. Como los artistas. No me imagino a Frank Sinatra ni a Carlos Gardel cantando sin público, ni a los actores y las actrices actuando en un teatro sin espectadores. El fútbol es eso: un teatro en el que el futbolista juega al compás de la hinchada. Cuando está jugando mal lo acompaña el silencio, y él tiene que luchar para resolverlo; y cuando está jugando bien, lo acompaña la alegría. El fútbol existe por esa relación: es lo que representa el público para el futbolista, y lo que el futbolista representa para el público. Esta es la única parte del mundo del fútbol que me preocupa que se resuelva. Como hincha de fútbol que soy desde los siete años —del Rosario Central— me pregunto cuándo podrá el hincha volver a disfrutar de la cancha. Solo esto me inquieta. Para lo otro ya habrá tiempo. Lo económico se recuperará. Volverán la tele y los patrocinios, pero eso no tiene nada que ver con lo que yo siento que es el fútbol. La energía de 100.000 personas en un estadio no la puede dar ninguna televisión. Y para que vuelva eso tendremos que esperar, y ver entonces cómo vuelve. Si no podemos imaginar siquiera cómo cambiará esto nuestras propias vidas, menos lo vamos a saber por ahora para el fútbol. Mientras tanto, seguiremos intentando organizar la tristeza de una realidad que no nos permite ni salir a cenar con los amigos.