Cuando Diego Guerrero siente que le faltan ideas piensa en la música y cómo con siete notas se siguen creando nuevas melodías. “Palabras hay más, en cocina, por ejemplo, hay muchos productos. Tienes mucho más pantone para elegir, así que tienes que seguir dándole”, comenta el chef vasco de 44 años.
Guerrero lleva un lustro al frente del restaurante DSTAgE, el proyecto que comenzó al abandonar, después de una década, la cocina del prestigioso Club Allard. Hoy cuenta con dos estrellas Michelin, gracias a lo que los críticos de la guía han definido como “un divertido viaje gastronómico por diferentes países, fusionando culturas, productos y sabores tan dispares como los que vienen de la propia España, de México o del lejano mundo nipón”.
Armonía
Benjamín Prado, el poeta con el que Guerrero ha compartido varias conversaciones, bajo el marco del proyecto Historias para una inmensa minoría de Cervezas 1906, cree que la armonía, otro elemento musical, es esencial en la poesía y la gastronomía. “Llámalo armonía, algo que tiene que producir un efecto”, agrega. “Armónico, sí. Al final las cosas tienen que encajar”, responde Guerrero, que compartió con Prado la receta de su plato de calamar elaborado con el molusco como único ingrediente, uno de los aperitivos que sirve en el bar de su restaurante. “Mientras me comía el buñuelo tenía la sensación de aquello tenía el sabor del mar entero”, evoca el escritor. “Como un químico que coge un montón de flores y las convierte en dos gotas de perfume que tienen que imitar a las flores”.
Creatividad
Cocinero y poeta coinciden en que sus procesos de creación son muy similares. “Intentamos llegar a la esencia de las cosas para provocar sensaciones, en los que leen, en los que comen o los que quieren ver más allá. Conmover a las personas que quieren dejarse conmover”, expone Guerrero. Para Prado, el concepto de creación está ligado íntimamente al de generosidad. “Uno crea con mejor o peor fortuna para producir placer en la gente. Entre todas las tareas que puede hacer una persona en este mundo, tanto con o sin ropa, la más noble es darle placer a otras personas, a otra, a otros, a otras o a muchos, aunque estemos hablando de grandes minorías”, concluye.