Uno de los secretos para mantener el olfato goleador dos décadas después de debutar es no pensar jamás que uno está ante su último tanto, sino creer que siempre vendrán más. Eso defienden, con palabras y con goles, Jorge Molina (Granada CF, 39 años) y Juan Francisco Martínez Modesto Nino (Elche CF, 40 años), dos de los tres futbolistas más veteranos de LaLiga Santander junto con el bético Joaquín Sánchez (39 años): que el talento no tiene fecha de caducidad y que el oficio del delantero no lo estropea el paso del tiempo. En un campeonato que terminará con la mayor cifra de jugadores de 35 o más años en este siglo, y en el que por el momento cuatro de sus cinco máximos anotadores (Messi, Aspas, Suárez y Benzema, todos nacidos en 1987) superan la treintena, los datos parecen sostener su afirmación. Aun así, ¿realmente basta con un truco mental? ¿Cómo se puede competir al mismo nivel que compañeros a los que se dobla en edad? ¿Evolucionan los futbolistas hacia una mayor longevidad como especie? Este es el testimonio de cuatro grandes nombres del fútbol español y de profesionales que a través de herramientas como Mediacoach, el sistema de análisis de datos y vídeo de LaLiga, han transformado su día a día.
La trayectoria de Molina y Nino ha discurrido de forma parecida. Ambos delanteros se estrenaron profesionalmente en categorías menores, el primero en Tercera División y el segundo en Segunda B. A los dos les llegó el premio de jugar en la máxima categoría pasados los 30, cuando uno ya era padre y el otro tenía enmarcados dos títulos universitarios por si lo de meter chicharros no terminaba de funcionar. Habiendo abierto camino a base de humildad y sacrificio y viviendo con la misma pasión, asegura el punta del conjunto nazarí, el embarcarse en aviones para disputar duelos europeos que el recorrer campos de la Comunidad Valenciana al volante de un Seat 850 heredado de su abuelo.
“Para mí ponerme una camiseta y pisar un estadio ya fue un sueño”, confiesa el capitán franjiverde, convertido en el máximo goleador de la historia del club con el que debutó en 1998. “Somos humanos y pasamos por dudas y por muchos momentos duros. Para mantenerse en la élite es fundamental estar fuertísimo de cabeza”.
Pero hay más. 20 temporadas sin sufrir lesiones musculares, como es el caso de Molina, se explican tanto desde el férreo compromiso de vivir “el fútbol las 24 horas” como de un cuidado extremo del cuerpo que, según cuenta este goleador, ha mejorado en los últimos tiempos con los consejos de un nutricionista personal y contando cada hora de sueño. “Cada vez tenemos más herramientas a nuestro alcance”, incide.
La opinión es compartida por los expertos, que piensan que la suma profesionalización en el balompié es clave para alargar las carreras. Ya sea mediante la incorporación de nuevos perfiles profesionales –nutricionistas, psicólogos, preparadores– o aprovechando el desarrollo de medición de los esfuerzos como Mediacoach, un sistema pionero que LaLiga ha puesto en manos de 42 equipos para que puedan estudiar al detalle el rendimiento de los futbolistas no solo después de los partidos sino también en tiempo real desde el banquillo. “Antes los jugadores entrenaban, se duchaban y a casa. Eso ya no es así, llegan temprano por la mañana y se marchan a mediodía, dando lugar no solo a la sesión de entrenamiento en campo, sino también al trabajo de prevención, tratamientos, vídeo-análisis y una alimentación adecuada”, argumenta Víctor Lafuente, preparador físico del primer equipo del Granada CF.
Atrás quedaron las palizas de carrera continua, de las que nadie se libraba y que bien recuerdan Nino y Molina, para dar paso a un trabajo más personalizado. “Desde el Servicio Médico y el área de Preparación Física, se realiza un examen a cada jugador para determinar debilidades y aspectos de mejora, en función del cual se diseña un plan de trabajo individualizado, así como una adecuada gestión de la carga de entrenamientos en función a la carga de competición”, incide Lafuente, que tiene el reto de gestionar el plantel del fútbol español que en este curso más minutos lleva en las piernas, al haber disputado tres torneos diferentes incluyendo tres rondas previas que le dieron acceso a competición europea.
“Si al deportista se le da la dosis que necesita y no se sobreentrena, va a durar más. En el desarrollo físico, si se hace bien, no hay un declive con la edad”, contaba a EL PAÍS en 2017 Pedro Emilio Alcaraz, director del Centro de investigación de Alto Rendimiento de la UCAM.
El valor de la veteranía
En LaLiga Santander 2020/21 juegan 24 futbolistas que acabarán la temporada con 35 años o más, el número más alto en este siglo. Además, el campeonato tiene la media de edad más elevada de las grandes ligas europeas con 27,5 años, según datos de Transfermarkt, demostrando que la veteranía no está reñida con un buen rendimiento. No solo bajo palos, la posición que tradicionalmente ha permitido trayectorias más longevas, sino también para defensas y arietes como Jesús Navas (Sevilla FC, 35 años), Raúl Albiol (Villarreal CF, 35 años) y Iago Aspas (RC Celta, 33 años), que fueron los que más minutos jugaron en sus equipos la temporada pasada. El caso más llamativo, quizá, es el de Aritz Aduriz, que colgó las botas en 2020 con el Athletic Club tras un último tramo de carrera asombroso: 159 goles de los 31 a los 39 años por los 54 goles que consiguió antes de la treintena, contando todas las competiciones.
Pese a todo, algún veterano tuvo que pelear para no encontrarse con una jubilación anticipada en un histórico como el RC Deportivo. “Fiché a los 30. Venía lesionado y pocos confiaban en mí”, recuerda Donato Gama da Silva, conocido en A Coruña como el abuelo, que sin embargo logró debutar en la selección española, contribuyó a llevar el único título liguero a las vitrinas del equipo gallego y se convirtió a los 40 años y 138 días en el goleador de más edad en la historia de LaLiga.
“Cada año traían a un central nuevo: César, Andrade, Schürrer… parecía un casting para retirarme”, bromea el hispano-brasileño, que apenas se dejaba una semana de descanso en verano para volver a tope en la pretemporada y estar al mismo nivel que compañeros a los que doblaba en edad. “Eso sí, yo antes jugaba lleno de grasita y hoy no tienen ni un gramo", matiza entre risas.
Donato retrocedió posiciones en el terreno de juego con el paso del tiempo, de mediocentro de contención a defensa central. Una estrategia que también siguió Roberto Trashorras, prometedor mediapunta en su debut con el FC Barcelona en 2001 que se retiró como un gran organizador en la zona de creación 17 temporadas después en el Rayo Vallecano. “Fue una cuestión de adaptación y de sacar la mejor versión, no de correr más o menos. En mis inicios, en el primer equipo del Barça estaba Ronaldinho en mi posición. ¿Cómo iba a jugar yo?”, explica uno de los pocos en jugar en el filial azulgrana y en el del Real Madrid antes de pasar por CD Numancia, UD Las Palmas y RC Celta.
Ambos exjugadores coinciden en que ganaron en inteligencia para interpretar el juego y en liderazgo. Con menos fuerzas para esprintar, pero con más experiencia para manejarse en el césped, el día que les tocó colgar las botas ambos se sentían bien, seguían pensando que les quedaba fútbol dentro. Y es que, en el deporte, como en la vida, es difícil mensurar cuando uno vive su mejor época o si esta existe realmente. “Mi gran momento fue entre los 30 y los 37 en cuanto a rendimiento y reconocimiento. Pero no cambiaría por nada mi experiencia de joven en La Masía, con Iniesta y Puyol. Quizá la mejor etapa sería una mezcla de la energía de la juventud y la cabeza del veterano”, afirma el gallego.
Instalados en un presente perpetuo exigido muchas veces por la competición, los que aún se mantienen en pie son reacios a mirar hacia atrás –”todo ha pasado muy, muy rápido”, dice Nino– o hacia adelante. “He vivido lesiones, descensos… pero el día de la retirada será el más duro. Ojalá tuviera 30 años otra vez para seguir disfrutando, aunque también me he hinchado a jugar a fútbol. Habré sufrido y habré disfrutado. Es ley de vida”.
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