Ayuso defiende al alcalde del PP que justificó un crimen machista: “Fue el más certero”
PSOE y Más Madrid atacan a la presidenta madrileña con la compra del ático donde vive con su pareja
El pleno tenía un punto folclórico, muy español. Faltaban Alfredo Landa y Gracita Morales discutiendo junto a un mueble decorado con las figuritas de un toro y una sevillana. Se hablaba de La Paqui, la esposa del socialista Santos Cerdán, a la que los dependientes de El Corte Inglés conocían bien por sus compras con dinero, que ahora se sabe, puede que provenga de la corrupción. Los diputados se reían. Se hablaba del novio de Isabel Díaz Ayuso, que se ha comprado un ático millonario cuando los jóvenes de toda España se las ven y se las desean para comprarse un piso. No parece que Alberto González Amador haya buscado por Idealista. Entonces, la presidenta de la Comunidad de Madrid dijo algo y la Asamblea quedó cargada por un aire negro.
Ese aire no se fue con ella, quedó flotando. Ocurrió tras salir el caso de una mujer a la que su marido le asestó 50 puñaladas y a partir de ahí nadie quiso continuar con las bromas. El alcalde del pueblo en el que se cometió ese crimen, Alpedrete, disculpó al señor por sus problemas de estrés en el trabajo y no poder cogerse una baja por un dolor de espalda. Le costó decir lo que era, un crimen machista, porque esto de llamar a las cosas por su nombre es cosa de la izquierda radical. Como los de la oposición la conocen o creen conocerla, le preguntaron a la presidenta de la Comunidad de Madrid por lo que había dicho su alcalde y ella, lejos de criticarlo, salió en su defensa. “Es el relato más certero”. Y se puso de parte de los hijos, que retrataron al asesino como un hombre ejemplar, buen padre y mejor marido. “No han sido capaces de respetar la voluntad de la familia”, se quejó Ayuso.
De nuevo, enfrente de Pedro Sánchez, en el otro rincón. El presidente de España había dicho, dos días antes, que ese alcalde no era digno “de representar a la ciudadanía” y que era uno de esos negacionistas que “blanquean a los agresores”. Debía intuir que la presidenta, su opositora más dura, también iba a entrar al tema. Y claro que lo hizo, acusando a la izquierda de “sacar sus banderas y dividir”. El asunto quedó zanjado, visto para sentencia.
Entonces llegó la mención a Francisco Franco por los 50 años de su muerte, que se cumplen hoy. El dictador murió en la cama para disgusto de muchos españoles. La oposición le tiró de la lengua a Ayuso porque sabían que no iba a criticar a Franco de manera directa, porque saben que nunca da marcha atrás ni se brinda a sí misma un momento. “Pueden seguir por el guerracivilismo“, empezó la presidenta. “Es que no nos van a encontrar en esto porque la inmensa mayoría de los que estamos aquí nacimos en democracia. Democracia es mirar para adelante, todos unidos, les guste o no. Yo nací en 1978, nací en democracia y aprendí de aquellos españoles, padres y abuelos, que no querían ni una España ni la otra”, remató el argumento. Ni una ni la otra, ni la dictadura, ni los que querían la libertad, justo en el punto medio.
Antes, acusó a Vox de “estar al servicio de Pedro Sánchez” por hacer “pinza” con el Gobierno socialista contra el PP. En otras regiones habrá pactos con Vox, pero aquí se les zurra más que al PSOE y a Más Madrid, la izquierda. En respuesta a una pregunta de la portavoz del partido ultra, Isabel Pérez Moñino, que ha cargado contra la inmigración, Ayuso la ha acusado de “querer instalar la xenofobia en Madrid”. “Eso no se lo vamos a tolerar”, le ha asegurado. “Quieren que la gente sospeche en las calles de los inmigrantes, y también en los centros de salud, hablan de limpiar las calles, hablando de personas”, se ha escandalizado. “¿Quieren hacer deportaciones masivas por las casas, vulnerando derechos constitucionales”, se ha preguntado, defendiendo que su Gobierno, en materia de inmigración, cumple leyes “estatales”. Otra vez salió Pedro Sánchez, al recordar que es a quien le compete ocuparse de las fronteras, por si a Vox le queda alguna duda.
Pérez Moñino había atacado segundos antes a la presidenta preguntándole cuántos inmigrantes más tienen que llegar a Madrid “a limpiar casas, poner ladrillos o recoger cosechas” cuando la sanidad está colapsada. “¿Cuáles son sus prioridades en materia de sanidad, colar de nuevo por delante de los madrileños a 200.000 ilegales? ¿O atender con dinero público a los falsos menas por si se resfrían saliendo de madrugada a violar a niñas en Hortaleza?”, ha cargado.
Después, el PSOE ha sido el primero en sacar a colación el asunto de la compra por su pareja, Alberto González Amador, del ático donde vive con Ayuso, revelada el miércoles por EL PAÍS. “Parece que su novio se queda en España y con ático nuevo”, le ha lanzado Fernando Fernández, que no olvida que González Amador, según él hostigado por la justicia, dudó entre irse del país o quitarse la vida, en una cita que parecía de Shakespeare. Ayuso ha esquivado la pregunta y ha hablado de Sánchez en su lugar. “Lo peor de todo es que el proyecto actual de desgobierno de España se sustenta sobre un pacto corrupto”, ha señalado la presidenta, refiriéndose a los casos que involucran a Santos Cerdán y José Luis Ábalos.
No quedó mucho más por decir. Ayuso salió por la puerta cuando se terminó las preguntas de la oposición. Se citaron hasta dentro de dos semanas, cuando vuelvan al pleno. El recuerdo a esa señora, a esa señora que mataron con un cuchillo, no se diluyó. Su lápida parecía surgir de las entrañas del hemiciclo.