Se busca “voluntario” que quiera limpiar y cocinar en un hostal a cambio de una cama, aunque sea ilegal

El OneFam es una cadena de establecimientos madrileña en el que parte de su plantilla la cubren turistas extranjeros que quieren conocer la ciudad sin pagar hospedaje, mientras trabajan 25 horas a la semana

La fachada del Hostel OneFam Sungate, en la calle del Carmen, 16, en Madrid.Samuel Sánchez

Es posible encontrar en Madrid una nueva fórmula de relación o explotación laboral que camufla el trabajo con el divertimento. O el trabajo como voluntariado. Y que no es legal. El Hostal OneFam Sungate, ubicado a unos 200 metros de la Puerta del Sol, busca voluntarios en el portal Wordpackers. Lo hace de una forma lúdica, en apariencia inocente: “¡Estamos buscando personas divertidas que nos ayuden en la recepción, preparando el desayuno, ayudándonos con la lavandería y asegurándose de que nuestros huéspedes lo pas...

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Es posible encontrar en Madrid una nueva fórmula de relación o explotación laboral que camufla el trabajo con el divertimento. O el trabajo como voluntariado. Y que no es legal. El Hostal OneFam Sungate, ubicado a unos 200 metros de la Puerta del Sol, busca voluntarios en el portal Wordpackers. Lo hace de una forma lúdica, en apariencia inocente: “¡Estamos buscando personas divertidas que nos ayuden en la recepción, preparando el desayuno, ayudándonos con la lavandería y asegurándose de que nuestros huéspedes lo pasen bien! ¡También necesitamos personas que lleven a nuestros huéspedes a los bares/clubes nocturnos a los que vamos! ¡Si sabes hablar inglés, no dudes en aplicar!”. Los voluntarios trabajarán entre 20 y 25 horas semanales cocinando, haciendo la limpieza y evitando que los huéspedes se aburran. Además de las gracias de los comensales, a cambio de su trabajo no recibirán un salario: sí tendrán una cama gratis en el propio hostal para dormir y cuatro cenas a la semana.

El voluntario en realidad tendrá derecho a cama en una habitación compartida, la posibilidad de lavar la ropa, hacer excursiones por la ciudad, entradas a fiestas, tragos y algunas comidas a la semana, todo gratis. Pasa una especie de entrevista donde los gerentes del establecimiento deciden si es apto para el puesto. Una vez aceptado, se mudan a la que será su casa durante como mínimo un mes y un máximo de mes y medio. La forma de operar es fácil: los jueves comienzan a recibir el horario de la siguiente semana con los turnos y responsabilidades de cada uno: durante la mañana, sobre todo toca atender el desayuno y cambiar y lavar las sábanas de los huéspedes que se van; durante las tardes, llevar a los huéspedes por los bares de la ciudad y preparar la cena; y durante la noche, ser el partyleader que los acompaña a clubes y discotecas. A pesar de la organización de horarios y tareas estructuradas, no hay contrato de trabajo ni dinero a la vista.

Según la visión de los “voluntarios”, trabajar unas horas a la semana en el hostal a cambio de hospedaje es una forma económica de viajar, o de estar en la ciudad mientras buscan cómo quedarse permanentemente, y de vivir la experiencia de conocer a personas de todas partes. En webs como Worldpackers, Workaway, o HelpX hosts ―como se les llama a los que dan hospedaje― ofrecen una cama y, a veces, comidas gratis a cambio de que los helpers ― los voluntarios― les ayuden lo mismo atendiendo a los animales de una granja o enseñando inglés a los niños de la familia durante ciertas horas a la semana. Luego están los negocios que aprovechan la ola de jóvenes turistas y nómadas digitales que quieren conocer el mundo con poco presupuesto para cubrir puestos que de normal ocuparía un trabajador contratado.

El hostal tiene contratados a varios trabajadores para que ocupen los puestos de la recepción, pero en parte es gracias a su equipo de voluntarios en constante cambio que el Sungate es un alojamiento “moderno”, en el que los huéspedes que pagan no solo consiguen camas por poco dinero, sino que también viven la experiencia, la de conocer a gente del mundo con la que irse de paseo en el día y de fiesta en la noche. El hostal, por lo general, no acepta huéspedes de más de 45 años porque se entiende que quizás no entenderán de la misma forma las condiciones del lugar, en el que las paredes están pintadas de azules y amarillos estridentes, hay sitios llenos de cojines por todas partes, música pop todo el día y fotos de viajeros sonrientes pegadas con chinchetas en unas pizarras de corcho.

Publicidad del anuncio de voluntariado en el Hostal.
Beneficios obtenidos a cambio de realizar el voluntariado.

Ni los voluntarios ni los dueños del hostal se engañan. “Esto es un voluntariado ilegal”, reconoce otro de los ayudantes del Sungate, de 25 años, “hasta tenemos un protocolo especial por si llega una inspección de trabajo”. Según este joven, que prefiere no aparezca su nombre, si un inspector llegara al hostal por sorpresa, los voluntarios saben que deben ponerse una pulsera de huésped y hacerse pasar por uno. “Lo dice el contrato”. ¿Qué contrato? “El papel que firmamos cuando llegamos”. Este diario ha contactado con una de las empresas inversoras del Sungate y ha declinado hablar con este periódico.

Este contrato del que habla el voluntario no es en ningún caso un contrato de trabajo, sobre todo, teniendo en cuenta que la mayoría de ellos entra a España con una visa de turismo que no les permite trabajar. “Desde el momento en el que tengan una jornada horaria y estén sometidos a una organización y dirección, se considera una relación laboral estructurada. Ahí la ley es clara: tienen que cobrar al menos el salario mínimo interprofesional o el pactado en el convenio colectivo del gremio”, explica la abogada Teresa Aguirre, especializada en derecho laboral.

Recibir una cama gratis a cambio de trabajo podría calificarse como pago en especie, pero la legislación española es clara al respecto. El Estatuto de los Trabajadores contempla que “en ningún caso (...) el salario en especie podrá superar el 30% de las percepciones salariales del trabajador, ni dar lugar a la minoración de la cuantía íntegra en dinero del salario mínimo interprofesional”. Aguirre señala que legalmente ese sería el caso de estos empleados a los que se ofrece alojamiento, como pueden ser las internas a cargo de personas mayores, a las que nunca se les podrá pagar íntegramente de esta forma.

La fachada del Hostel OneFam Sungate, en la calle del Carmen, 16, en Madrid.Samuel Sánchez

El término “voluntarios” también puede provocar confusión, ya que no solo el hostal Sungate, sino que la mayoría de los anunciantes en páginas como Worldpackers, se venden como una oportunidad para participar en proyectos sostenibles, sin fines lucrativos y algunos incluso dicen seguir los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU. Para la Federación de Voluntarios de la Comunidad de Madrid, Fevocam, y según explica su coordinadora Maika Broncano, el voluntariado que todos conocen siempre se realiza en el marco de una ONG, denominadas Entidades de Acción Voluntaria, que desarrolle este tipo de proyectos “orientados a atender a colectivos en situación de vulnerabilidad, con objeto de transformar la realidad social”.

“El trabajo es sencillo”, cuenta el joven voluntario del Sungate. “Pero requiere mucha ―hace una pausa y busca la palabra― energía social, porque se espera que los voluntarios se integren en las actividades, incluidas las salidas nocturnas”. Según dice, no tienen la responsabilidad de regresar con los huéspedes al hostal en las noches, pero sí se espera que los acompañen con algún trago y los hagan sentir como que se conocen de toda la vida, aunque él reconoce que eso de hacer amigos de todo el mundo no es tan fácil: “Ves a una persona uno, dos o tres días y al cuarto ya no está”.

La cadena OneFam tiene nueve hostales en España, cinco en Barcelona, dos en Sevilla y dos en la capital. Aquí, además del Sungate, está el Madrid OneFam, en la calle de Montserrat número 9, que también cuenta con voluntarios como parte de la plantilla. En el Sungate coinciden en que en el de Monserrat “se trabaja más” y que por eso recomiendan pedir plaza en este. También están de acuerdo en que, después de haber viajado por España y por el mundo, “casi todos los hostales” tienen voluntarios. “La gente no sabe que los voluntarios existen, pero una vez te enteras, los ves por todas partes”, dice una de las chicas del Sungate.

Uno de los vicepresidentes de la sección de Hostales de la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid (AEHM), Ángel Sal de Rellán, asegura que este tipo de relaciones laborales encubiertas no es común en Madrid o, al menos, “no ha generado conflictos hasta el momento”. El hecho de que los voluntarios sean personas que llegan legalmente a España con una visa de turismo y que hacen estancias relativamente cortas hace que pocos se sientan explotados, y todos contentos. Aun así, reconoce que “esta es una fórmula fronteriza y buena pinta no tiene”.

En la web Worldpackers existen actualmente al menos tres anuncios de empresas que buscan voluntarios de este tipo en la Comunidad de Madrid. Uno de ellos pide una persona “dinámica y activa” para máximo dos semanas, “para darle la oportunidad a más gente para conocer el centro”, y la jornada semanal es de 30 horas distribuidas en cinco días de la semana. Ese mismo lugar pide a otros voluntarios para llevar las redes sociales y crear contenidos digitales. Otro alojamiento busca a voluntarios que se queden de dos semanas en adelante, con una jornada de 30 horas semanales a repartir en seis días, para hacer labores de jardinería en un terreno de 6.200 metros cuadrados y que ayuden en tareas de construcción y reparación de las instalaciones. Si es posible, también quieren uno que les lleve las redes sociales y otros que haga las tareas domésticas, de cocina y de recepción.

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