Una reunión de neofascistas en Madrid para analizar la masculinidad

Los únicos referentes de “verdaderos hombres” que encuentran los ponentes son José Antonio Primo de Rivera, Cristo y Donald Trump, pero de este último dudan

Decenas de personas protestan contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la calle Ferraz, a 21 de noviembre de 2024, en Madrid.Alberto Ortega (Europa Press)

Hay un grupo de hombres que cree que el movimiento feminista está organizado por una élite judía que quiere destruir Occidente. Bajo esa premisa, más de 50 personas se juntaron este sábado en un local del distrito de Salamanca de Madrid para escuchar durante más de una hora cómo ser un verdadero macho. Los organizadores, no obstante, no dejaron ningún cabo suelto y la paridad de género fue respetada entre los ponentes para no ...

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Hay un grupo de hombres que cree que el movimiento feminista está organizado por una élite judía que quiere destruir Occidente. Bajo esa premisa, más de 50 personas se juntaron este sábado en un local del distrito de Salamanca de Madrid para escuchar durante más de una hora cómo ser un verdadero macho. Los organizadores, no obstante, no dejaron ningún cabo suelto y la paridad de género fue respetada entre los ponentes para no ofender a nadie: dos mujeres y dos hombres.

Entre las mujeres, una tuitera de ultraderecha y una periodista de un pequeño medio de comunicación negacionista y entre los hombres, un influencer dedicado a los contenidos de dietas y conspiraciones, que adereza sus vídeos con consejos sobre como prepararse para una guerra inminente. El cuarto ponente es Carlos San Frutos, organizador del evento y líder del grupo neofascista Facta, en cuya sede se celebró la conferencia. San Frutos no debe pensar que Pedro Sánchez es un verdadero macho porque la fiscalía pide para él cuatro años de cárcel por organizar hace un año cargas contra la policía durante las protestas frente a la sede del PSOE en la calle de Ferraz.

“Os voy a pasar un papel y vais a apuntar qué es para vosotros la masculinidad”, comienza diciendo San Frutos al resto de ponentes, que le miran en un escenario adornado con una bandera española y otra con la cruz de Borgoña. Cuando terminan de escribir, la periodista lee su papel. “Lo contrario a ser mujer”, dice. “Pero hemos dicho masculinidad, no ser hombre”, replica San Frutos.

El influencer obsesionado con Bill Gates es el siguiente. “Algo con lo que no se nace, sino que hay que buscarlo”, dice. San Frutos levanta la ceja en un gesto de inconformidad y obliga al interlocutor a completar su respuesta. “Los cojones hay que ganárselos. Solo hay una masculinidad que implica ser protector, valiente, trabajar en uno mismo. Uno nace biológicamente un hombre y es un hombre, pero para ser un verdadero hombre hay que currárselo”.

Esta vez San Frutos está más satisfecho y pasa la palabra a la última mujer, la tuitera nazi. Dice que “hay muchas masculinidades” y estalla la sorpresa colectiva. “Son tantas como hombres hay. Todas con unos mínimos, claro ―añade―. El hombre tiene que ser valiente, protector y no tener miedo al compromiso con su país ni con su mujer. Tiene que tener objetivos y sentirse realizado al perseguirlos para no caer en vicios como la homosexualidad. Pero no solo son masculinos los bomberos, también puede serlo un ratón de biblioteca”. Y remata: “Hay médicos masculinos”.

Pero al líder tampoco le convence esta respuesta. Alguien que cultiva su mente, pero no su cuerpo está lejos de ser un macho completo. Para apuntalar su teoría, San Frutos pide a los ponentes que piensen ahora en un “verdadero hombre”, alguien masculino de verdad que les inspire. Y durante algunos segundos todos se quedan mirando al techo pensando. Finalmente, la periodista da con algo. “José Antonio Primo de Rivera era un verdadero hombre”, dice. Y todos asienten. Pocos dudan de que el fundador de Falange Española es un macho como Dios manda.

Para el influencer de los gimnasios, un macho-macho es Cristo, pero a San Frutos no le convence y se ríe. “Has ido a lo fácil”. El ponente se encoge de hombros y mira a la tuitera para pasarle el testigo. Ella es la que más arriesga. “No estoy de acuerdo en todo con él ―se excusa―, pero creo que Donald Trump también es un verdadero hombre”.

Definidos los roles sobre lo que es ser un hombre, el resto de la charla aborda otros temas, como la necesidad de celebrar las pequeñas victorias que van consiguiendo. “Hemos ganado Twitter”, apunta el influencer. “Ahora es nuestro. Quizás solo sea un 1% de lo que vamos a conseguir, pero batalla a batalla se gana la guerra”, dice sobre la red social X propiedad de Elon Musk, convertido en uno de los hombres de referencia de la nueva masculinidad.

El medio centenar de asistentes, hombres jóvenes la mayoría, sigue el debate concentrados. Han esperado media hora desde que estaba convocado el encuentro hasta que los oradores han aparecido. Un grupo de amigos amenizó la espera charlando sobre las elecciones de EE UU en las que “Trump tumbó a la negra” y el tema fue derivando hasta acabar en peleas de artes marciales mixtas. Otro espectador más, un hombre introvertido con la cabeza rapada, mataba el tiempo viendo vídeos de palizas y batallas campales entre aficionados de equipos de fútbol. Los más formados, todos los que miden menos de 1′80, conversaban sobre un libro de historia dedicado al Imperio Otomano. “Está muy bien, pero es un poco denso. No he pasado de la página 20. Si quieres te lo presto”.

El congreso de los amigos de la testosterona dedicó también varios minutos a los nuevos modelos familiares que “degeneran” la sociedad y “destruyen” la familia tradicional. Según los organizadores, se ha puesto en riesgo un pilar social que acompaña al ser humano “desde hace millones de años”. De entre todos estos perversos modelos, el más preocupante, se escucha decir, es el que forman las familias monoparentales, aquellas en las que solo hay un progenitor. Y aportan para ello un dato científico: crecer sin un referente masculino aumenta las posibilidades de que las mujeres salgan “promiscuas” y los hombres “afeminados”.

Carlos San Frutos opina que cuando una mujer emprende un proyecto de maternidad en solitario, no tarda en entender que necesita a un hombre. Entonces busca a uno, pero suele dar con un “fracasado”, afirma. “Yo siempre digo que cuidar semen de otro no es de macho alfa”. Mientras debaten sobre este tema, la tuitera añade otro dato. “Este te va a gustar”, dice mirando al líder de la reunión. “Están naciendo exponencialmente más hombres que mujeres y esto históricamente ha ocurrido los años antes de que se produzca una guerra”. A San Frutos se le dibuja una sonrisa y se inclina hacia ella. “Cuéntame más. Esto me interesa. ¿Cuál es la fuente?”, dice mirando a su interlocutora.

Ella saca el móvil y se pone a buscar. “¡La he encontrado!”, dice a los pocos segundos. Y empieza a leer: “Según la Organización Mundial de la Salud...”. Para en seco. Todos empiezan a reír. También el público. “¡Pensaba que iba en serio!”, dice el líder del grupo neofascista entre carcajadas. Obviamente, nada que venga de la OMS, una organización controlada por los judíos que trata de manipular a los europeos de raza para acabar con Occidente, tiene el mínimo rigor científico en ese salón del barrio Salamanca. Una lectura más en detalle de esa información dice que las probabilidades de que nazca un hombre mediante técnicas de reproducción asistida son un poco más altas a las de que nazca una mujer. “Me había hecho ilusiones”, remata un San Frutos decepcionado.

Una hora después, la asamblea hetero masculina se disuelve y pocas horas después comienza frente a Ferraz una nueva concentración convocada por Falange Española. Allí está también el grupo de San Frutos. “Somos lo que hacemos”, se define esta comunidad en redes sociales. No hay duda de que lo de la masculinidad es una excusa para calentar la calle.


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