Las peligrosas ‘fiestas del bótox’ llegan a Madrid
Los sanitarios alertan de las consecuencias de aplicar la popular inyección estética en domicilios particulares
El bótox es el tratamiento estético más demandado en el mundo, según la Sociedad de Medicina Estética. El enfermero Joaquín R., de 41 años, lo aplica a sus amigos desde hace 10. Lo hace en su piso en el madrileño barrio de Malasaña, en pleno centro de la capital, por 225 euros por vial de producto. Un precio mucho más bajo del que cobran las clínicas estéticas en Madrid, que, en el más barato de los casos, tienen precios que arrancan en los 400 euros. Este enfermero organiza en su casa cada cierto tiempo fiestas en las que promete a los asistentes que saldrán más guapos de lo que entraron.
Estas quedadas, más conocidas como bótox parties, están en auge en Madrid desde hace un tiempo. Los sanitarios alertan de las consecuencias que puede tener esta práctica ilegal. “Las populares bótox parties son eventos sociales donde se administran inyecciones de toxina botulínica en un ambiente no clínico, como una casa o un salón de belleza. Aunque pueden parecer una opción divertida y económica, presentan más riesgos que beneficios”, asegura el doctor Óscar Junco Polaino.
— Quiero ponerme bótox para prevenir arrugarme en el futuro. ¿Tú lo pones en tu casa, no?
— Sí, te lo hago por un muy buen precio, con revisión y todo.
Así es la conversación entre el interesado y el enfermero por redes sociales. Rápido y sencillo se cierra el trato. “Lo que te puedo hacer es corregir las arrugas actuales y prevenir que se marquen más en el futuro”, dice Joaquín. De las 626.778 intervenciones estéticas en el rostro realizadas en España, un 42% correspondieron al bótox, lo que lo convierte en el tratamiento facial más solicitado, según los últimos datos disponibles de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética.
“La duración es de menos de seis meses, por lo que si queremos mantener los resultados, habría que repetir el procedimiento hasta que el músculo se vaya debilitando poco a poco y dure más el efecto”, explica el enfermero. Lo que hace este madrileño es ilegal. Cualquier tratamiento médico-estético ha de ser llevado a cabo en un centro médico que haya sido registrado en Sanidad para tal fin. Las bótox parties presentan dos grandes inconvenientes adicionales, más allá de la ley: la falta de equipamiento médico, por un lado, y la ausencia de cobertura de un seguro, por otro.
Además, los enfermeros no pueden inyectar rellenos faciales. Así lo determina el Reglamento de Productos Sanitarios, que especifica que estos tratamientos “solo pueden ser administrados por profesionales sanitarios debidamente formados que estén cualificados o acreditados de conformidad con la legislación nacional”, según la Sociedad de Medicina Estética.
Este enfermero asegura a sus clientes que consigue el bótox en la farmacia. “La toxina que se utiliza para efectos estéticos es la tipo A. Luego hay varias marcas. Uso mayoritariamente Bocouture o Vistabel”, explica Joaquín al interesado para generar confianza.
El director y fundador de la Clínica Menorca, el doctor Ángel Martín, indica que este servicio se empezó a ofrecer en Latinoamérica y se ha puesto de moda en los últimos tiempos en Madrid. “Esto conlleva muchos riesgos. No podemos confundir un acto médico con una fiesta. Inyectar toxina botulínica, más conocido como bótox, sin cumplir con todas las normas sanitarias, puede tener efectos muy negativos para el paciente: desde que se le caiga el párpado hasta que tenga una parálisis facial temporal”, advierte el doctor.
El bótox debe conservarse en frío y solo se puede obtener de forma segura en las farmacias que abastecen a cada clínica y que llevan un registro de cada producto que se sirve. “La gente que incurre en esta práctica compra el medicamento en el mercado negro, lo que aumenta el riesgo”, insiste. O lo que es lo mismo: lo barato puede salir muy caro.
“Entrega en mano en Madrid. Pago en efectivo”
Si se hace una búsqueda rápida en el portal MilAnuncios se pueden encontrar varios anuncios de venta de bótox. “Vendo un vial de Bocouture por 90 euros. Entrega en mano en Madrid. Pago en efectivo”, reza uno de hace dos días. Otros ofrecen poner bótox por 125 euros en la parte trasera de una peluquería en el municipio de Griñón, en la Comunidad de Madrid. “Plazas limitadas. Oferta válida por pocos días. Pide tu cita”, se puede leer.
“Vemos muchos casos en los que se instalan estos servicios en la parte de atrás de peluquerías y pisos. La mayoría de los médicos que se dedican a esto son médicos de otros países que seguramente lo hayan hecho en su país de origen, pero que no han homologado sus estudios y buscan ganar dinero rápido en España”, asegura un portavoz de un laboratorio que se dedica a distribuir está toxina en Madrid.
En redes sociales como TikTok aparecen decenas de videos de clínicas, sobre todo de Latinoamérica, que ofrecen champán, aperitivos y bótox. Una fiesta en toda regla. Este tipo de quedadas clandestinas se han vuelto cada vez más usuales en Madrid y ha puesto en alerta a la comunidad médica. “Se escudan en la rebaja económica que conlleva el antihigiénico ejercicio de compartir ampollas de toxina entre varios invitados. Estas fiestas se realizan sin los mínimos estándares de higiene y muchas veces bajo los efectos del alcohol”, asegura el doctor Junco, que es especialista en cirugía plástica y estética.
Las bótox parties tienen hasta su propia lista de reproducción en la plataforma de música Spotify. Para el experto, estas mal llamadas fiestas están en auge porque cada vez más personas en España recurren a tratamientos estéticos para mejorar su apariencia física y combatir los signos de envejecimiento. “Decidimos levantar la voz sobre este problema porque hemos visto entre la comunidad médica que cada vez se vuelven más populares estas quedadas”.
El mercado negro de las bótox parties tiene una demanda muy alta porque las cirugías estéticas han aumentado un 215% en ocho años en nuestro país. Cada vez más españoles le pierden el miedo a los procedimientos estéticos. “Ahora se lo hace gente mucho más joven y se ha puesto de moda. Ya no se hace tanto por prevenir, sino por embellecer. Hemos pasado de un extremo a otro”, asegura el doctor.
El 40% de los españoles se ha hecho alguna intervención estética al menos una vez en su vida, según datos de Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética. “El intrusismo profesional es un problema serio en el campo de la medicina estética. Personas sin la formación adecuada y sin certificaciones están ofreciendo tratamientos estéticos, poniendo en riesgo la salud de los pacientes”, dice el doctor Junco, a quien cada vez le llegan más casos de pacientes a los que les ha ido mal el tratamiento o no les ha gustado el resultado. Es la resaca que dejan unas fiestas que, para muchos, terminan siendo muy poco divertidas.