La suciedad en Madrid inspira a los vecinos, que celebran la ‘ruta de la caca’ en Usera
Una asociación vecinal llama la atención sobre la suciedad en sus calles con una original campaña dirigida a sus vecinos y a las autoridades municipales de Madrid
Acaban de terminar los Juegos Olímpicos de París, pero en las calles del sur de Madrid se estaban celebrando, mientras tanto, los Juegos Olorímpicos o las Nolimpiadas de Usera, deportes urbanos con disciplinas como el watersolo, la dagrima o el lanzamiento de guarrina. Una iniciativa vecinal que se ha movido en pósteres y redes sociales por el distrito para llamar la atención del Ayuntamiento y agitar a ...
Acaban de terminar los Juegos Olímpicos de París, pero en las calles del sur de Madrid se estaban celebrando, mientras tanto, los Juegos Olorímpicos o las Nolimpiadas de Usera, deportes urbanos con disciplinas como el watersolo, la dagrima o el lanzamiento de guarrina. Una iniciativa vecinal que se ha movido en pósteres y redes sociales por el distrito para llamar la atención del Ayuntamiento y agitar a sus vecinos. Por si hay dudas sobre la forma de competir, se acompañaba cada modalidad con fotos tomadas un día cualquiera de un retrete abandonado en mitad de la calle, un contenedor cubierto de basura o una esquina llena de botellas y restos de comida.
Cansados de la suciedad en sus calles, la Asociación Vecinal Barrio de Moscardó ha puesto ahora en marcha la Ruta de la Caca, una nueva campaña con el mismo fin: llamar la atención de los vecinos guarros y denunciar el desinterés del Ayuntamiento. La ruta de la caca es una parodia de La ruta de la Tapa, una campaña destinada a promocionar la comida de los restaurantes. En este caso, sin embargo, los vecinos promocionan el Oh de fumet, de la calle de Manuel Noya, el bocadillo de colchón de la calle de Juan Español o el zapato Calzone de la calle de la Cuesta. “Se trata de llamar la atención del Ayuntamiento para que preste atención a las calles secundarias, pero también de concienciar a la gente y recordarles que el barrio lo hacemos entre todos.”, dice Fernando Reyte, el miembro más veterano de la asociación, un jubilado que ha vivido en Usera los 73 años que tiene, cuando llegó de la mano de sus padres a unas casas rodeadas de descampados, charcos y huertas.
El texto de los vecinos que promociona la ruta es un hediondo canto a las calles de Usera: “¿Quién necesita degustar exquisitas tapas cuando puedes deleitarte con el maravilloso paisaje de desechos urbanos? ¡Bienvenidos, amantes de la mugre y la desidia, a la experiencia más inolvidable de Usera! Prepárate para un festín visual donde cada esquina esconde una sorpresa, o más bien, un regalo inesperado. Desde montañas de basura hasta charcos de misteriosa procedencia, nuestra ruta de la caca tiene todo lo que necesitas para vivir una aventura digna de un verdadero explorador del asqueroso cosmos urbano. Déjate seducir por el aroma embriagador de la negligencia humana, mientras paseas por las calles rebosantes de encanto excrementicio. ¿Cansado de las típicas degustaciones gastronómicas? ¡No busques más! Sumérgete en la esencia misma de la falta de civismo y descubre que la verdadera belleza está en el ojo (y la nariz) del espectador. ¡Únete a nosotros en la ruta de la caca!”
“Los mensajes surgen de las ideas de todos los miembros de la asociación, pero la llegada de algunos vecinos vinculados a la publicidad, le ha dado un nuevo impulso”, dice Reyte. “No se trata de molestar ni de insultar a nadie, pero creemos que es la mejor forma de que la gente tome conciencia”, añade señalando una esquina repleta de bolsas de basura rotas de las que salen huesos de pollo y pañales.
No es la primera vez que los vecinos de la Asociación Moscardó apuestan por la ironía. Otra de sus campañas más famosas fue Warripop, una parodia de la popular plataforma de compraventa de objetos entre particulares. En ella un vecino vende una bolsa de basura con los siguientes detalles: “Depositada en vía pública porque no me apetecía levantar la tapa del contendedor. Su olor no lo aguanta mi canario. Se recomienda el uso de guantes a los interesados porque el paquetito lleva regalo”, dice el post que imita a Wallapop. Otro de los anuncios dice “litronas de cristal de diferentes marcas” y aclara: “Esparcidas por los distintos parque y plazas del barrio. No nos hacemos responsables de su estado ni de la procedencia del líquido”. Para el saco de escombros dice: “No es necesaria licencia de obra ni presentar documento de identidad. Imprescindible su uso inadecuado”.
Igual que sucede en otras zonas de la capital, el área de contenedores se han convertido en basureros ampliados por la cantidad de restos, cartones y bolsas que se acumulan alrededor por la dejadez de la gente o porque no caben en los mismos. Según datos del Ayuntamiento de Madrid, se han tramitado 2.901 expedientes sancionadores de limpieza urbana y zonas verdes del 1 de enero al 30 junio de 2024, de ellas se han registrado 165 en el distrito de Usera. Encabezan la lista Centro, con 1.323, y Chamartín, con 275.
Sin embargo, no todo es un asunto de multas, los vecinos denuncian el deterioro del servicio. “Es cierto que por aquí sí pasa el camión con cierta frecuencia, pero antes venían tres personas; una conducía, otra vaciaba los contenedores y otra más metía toda la basura que hay alrededor dentro del camión. Ahora solo viene una persona, la que conduce, y que debe hacer todo eso sin bajarse”, explica Paco Gayá, otro miembro de la asociación.
Reunidos cada semana en un pequeño local de la calle de Gumersindo Azcárate, la Asociación Vecinal Barrio de Moscardó, agrupa a 400 vecinos con el único objetivo de mejorar su barrio. Lo mismo hacen campañas de la limpieza, homenajean a un profesor con varias décadas en el instituto o despiden entre flores y lágrimas al médico de la calle de abajo que acaba de jubilarse.
Cada año organizan una feria del libro en la plaza central, recogen las cartas a los niños durante los Reyes Magos o le dan un premio al último bombero vivo de la Colonia de los bomberos. Jubilados, estudiantes, funcionarios… Que tienen la habilidad de decir al conductor con prisa, con buen humor y buenas maneras, que no puede dejar el coche en la acera porque Rosario pasa cada día por ahí en su silla de ruedas.
Antes se organizaron para que no cerraran el centro cultural o revitalizar el mercado “sin necesidad de convertirlo en un mercado pijo de estos que hacen ahora, sino que de servicio al barrio con buen producto y a precios acordes a quienes vivimos aquí”, añade Gayá. Son herederos de uno de los orgullos de la ciudad de Madrid; su movimiento vecinal. El mismo que, a base de organización y lucha, logró lograr traer a muchos barrios como este, primero el agua, luego la luz, luego las aceras y finalmente el metro. Ahora van a por la basura.
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