La reorganización del “mercadillo más viral de España” enfrenta al Ayuntamiento de Majadahonda con los vecinos
Su ampliación a una calle y a una rotonda para reubicar 16 de los 180 puestos ha causado molestias en los residentes, que denuncian problemas de limpieza y seguridad
A TikTok no le cabe un vídeo más sobre el mercadillo de Majadahonda. Y al mercadillo no le cabe una compradora más. Para lo primero, no hay remedio: las publicaciones en redes sociales enganchan con el título “el mercado más viral de España” y seducen con trucos para encontrar las mejores prendas y accesorios, con numerosos haul –un tipo de vídeo en el que alguien muestra sus últimas compras– y con la coletilla de que el plan merece tanto la pena que hasta Victoria Federica ha pasado por allí. Para lo segundo, el problema del espacio, el Ayuntamiento de este municipio de 72.548 vecinos al noroeste de Madrid capital, ha optado por ampliar el área de la feria para trasladar 16 puestos a la calle de Santa Catalina y a la rotonda de la calle de la Luna y, así, reorganizar las 180 ventas ambulantes autorizadas.
Pero la ampliación llevada a cabo por el Gobierno local del PP, que gobierna con mayoría absoluta, le enfrenta con algunos vecinos, molestos por las multitudes, la suciedad y por la sensación de sentirse cada vez más acorralados en su propio municipio. “Yo no estoy en contra del mercadillo ni de los comerciantes”, dice Carmen C. mientras mira la feria desde su terraza en la calle de Santa Catalina, “pero hay que ponerse ‘en la acera del otro’. No tengo por qué aguantar el ruido y la suciedad justo bajo mi casa”.
El mercadillo tiene unos 30 años, pero en los últimos tres, las redes sociales y las influencers le han dado un boom. Dentro, se vende de todo: ropa, calzado, bisutería, bolsos, artículos para el hogar, frutas, especias, entre otros. Aunque está prohibido, algunos manteros extienden lonas para vender trajes de baño en medio de uno de los estrechos pasillos. En el primer fin de semana del verano, cientos de niñas y mujeres de todas las edades, han ido a hacer las compras de la temporada y algunas se han dejado encantar por un vendedor que grita: “¡Operación Bikini, niñas! Telas exóticas. 10 euros”. El Ayuntamiento no lleva cuentas de aforo porque, dice, se hace “en un espacio abierto y no perimetrado”. Sin embargo, en una reunión con vecinos, reconoció que en las horas pico podía haber hasta 5.000 personas
En un mes, cuando el Ayuntamiento haya terminado de construir una plataforma a nivel entre acera y vía vehicular en la calle de Santa Catalina, Carmen tendrá el mercadillo mucho más cerca de su casa. En el número 19 de esa vía, hay un papel que lleva impresos 18 problemas que tienen los vecinos de los alrededores del parking donde se instala esta actividad comercial, los martes de 7.30 a 15.30 y los sábados de 8.30 a 16.30. En el ventanal, también han puesto carteles de protesta: “No al sacrificio de nuestras vidas”, dice uno de ellos.
Si Carmen abre alguna ventana de su piso un sábado, se cuela el barullo. Si sale al mediodía, se topa con jóvenes sentados en el suelo de su portal comiendo bocadillos. Si lo hace más tarde, puede percibir el olor a orines, porque el mercadillo no tiene baños y hay quien busca dónde aliviar el cuerpo. Si necesita usar el coche, lo saca del garaje un día antes, porque la entrada puede estar bloqueada por los vehículos de los visitantes. Este sábado, para rematar, ha pasado un enorme susto con la falsa alarma de bomba que hubo en el mercadillo sobre las 10.00. La Policía Local recibió una llamada de amenaza y acordonó y desalojo el mercadillo por un par de horas. A las 12.00, tras no encontrar nada, se reabrió el parking y continuaron las ventas.
“Majadahonda lo ha vendido como un atractivo turístico”, cuenta la vecina, mientras ve decenas de personas entrar y salir del parking. Lo que más le molesta, agrega, es que los vecinos fueran los últimos en enterarse de la reorganización. “Comenzaron obras el 10 de junio y nos notificaron el 6″, explica. El Ayuntamiento citó a una reunión informativa el 11 de junio cuando la calle ya estaba cortada y vallada. “Si quieres mejorar la vida de los vecinos, lo suyo es arreglarlo juntos: nosotros, tenderos y ayuntamiento. No negociar con ellos y contarnos después”.
Las reuniones entre el Ayuntamiento y los comerciantes llevaban más de un año, según confirma David Bravo, presidente de una de las asociaciones de vendedores ambulantes del mercadillo. “El ayuntamiento veía que había un problema de seguridad por la masificación. Nos citaron y hemos negociado cómo solucionarlo”, cuenta Bravo. Aunque una de las opciones fue trasladar el mercadillo, se descartó para no afectar el comercio de los alrededores que también se beneficia de la llegada masiva de visitantes. Al final, se optó por ocupar temporalmente la calle Santa Catalina y redistribuir los puestos de venta ya existentes. “Entendemos que molestamos a los vecinos y les pedimos disculpas. No hemos sido lo suficientemente considerados con ellos”, reconoce Bravo y agrega que están organizándose para, en el momento del traslado a la calle, “armar las estructuras en el máximo silencio posible”. La ampliación se ha hecho, explica el comerciante, porque en partes del mercadillo no se cumplía con los cinco metros de anchura mínima del pasillo central, como exige la ordenanza.
El Ayuntamiento ha destacado, en una nota de prensa, que las reubicaciones harán más fácil transitar por el concurrido mercadillo. “Se podrá disponer de vías de evacuación más despejadas que redundarán en la seguridad de todo este entorno”, resalta el consistorio. A esto se sumarán otras medidas, explica una fuente del Ayuntamiento. Habrá monitoreo de ruido y se vigilará que el montaje y desmontaje se haga dentro del horario del mercadillo algo que, reconocen, no sucedía siempre. Para los baños, una petición urgente de los vecinos, se están “estudiando opciones y pidiendo presupuestos”.
Pero en el barrio aún hay inquietud. La tienda Toldos Leo, que lleva 26 años en la calle de Santa de Catalina, quedó detrás de las vallas. Sus propietarios han tenido que descargar los productos desde una calle más abajo y lamentan que así tenga que ser el resto de martes y sábados, cuando la vía quede peatonal. Además, la dueña, que ha pedido reserva de su nombre, teme que al entrar los puestos ambulantes, su clientela baje. “Las niñas de 15 años no compran toldos. Y nuestros clientes, que vienen sobre todo en fin de semana, la tendrán difícil para aparcar o llegar en medio del gentío”, critica la propietaria. El local exhibe pancartas de protesta en los ventanales del negocio. “El Ayuntamiento mira solo por el mercadillo y los bares”, se queja esta vecina.
La Asociación Vecinal de Majadahonda pide más ambición al Ayuntamiento. “Si se va a quedar allí, solicitamos un plan para redefinir el entorno urbanístico”, asegura Zacarías Martínez, presidente de la Asociación. Esto incluiría construir parking disuasorios y planes de movilidad, seguridad y de higiene. Christian R. vecino del mercadillo y dedicado al sector seguridad, advierte de que el mercadillo no cuenta con un plan de autoprotección, que evaluaría riesgos y obligaría a tener un plan de emergencia. “Amplían el mercadillo, sí; pero dejan muchos otros problemas de seguridad y prevención sin resolver. Lo único que les pedimos es que cumplan con la ley”, clama este residente. El Ayuntamiento, sin embargo, responde que no hay un plan de autoprotección porque “no es necesario” y que la norma autonómica “no lo exige”. “Aunque se puede plantear hacerlo una vez se reorganice el mercadillo”, agrega una fuente municipal.
Las quejas sobre el proyecto de ampliación del mercadillo lograron algo que parecía imposible en Majadahonda. El PSOE lideró una moción ante el pleno para exigir el cumplimiento, definir un aforo y controlarlo, redactar un plan de autoprotección, garantizar la limpieza y la convivencia con los vecinos de la ordenanza del mercadillo. A la propuesta, se sumaron todos los partidos de oposición: Más Madrid, Izquierda Unidad, Vecinos por Majadahonda y Vox.
Sin embargo, el PP, que tiene mayoría absoluta, ha rechazado de un plumazo la moción. En el pleno del jueves pasadoa, cuando se planteó el debate del mercadillo, los 15 votos en contra del PP –frente a los 10 de todos los demás partidos– sepultaron la moción. Ana Camins, Concejal Delegada de Desarrollo Económico, argumentó que han hecho lo necesario para garantizar la seguridad del mercadillo y su continuidad. “No hacer nada no era una opción para este equipo de gobierno”, respondió Camins en el debate y aseguró que frente a ruidos y “otras molestias” se tomarán “si fuera el caso”.
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