Espacio Trans, un lugar seguro por y para personas trans
La Federación Plataforma Trans ha puesto en marcha un proyecto en Madrid y Sevilla en el que se celebrarán talleres de autoapoyo, información jurídica y cultura
Son las 14.00 de la tarde y en la Fundación 26 de diciembre, una ONG centrada en el cuidado y acompañamiento de las personas mayores del colectivo LGTBI, algunos voluntarios preparan la mesa para La Comida de las Antonias, donde quien quiera puede disfrutar de una comida por tan solo cinco euros. Mientras llegan ...
Son las 14.00 de la tarde y en la Fundación 26 de diciembre, una ONG centrada en el cuidado y acompañamiento de las personas mayores del colectivo LGTBI, algunos voluntarios preparan la mesa para La Comida de las Antonias, donde quien quiera puede disfrutar de una comida por tan solo cinco euros. Mientras llegan Mar Cambrollé, presidenta de la Federación Plataforma Trans y una histórica del activismo por los derechos de las personas del colectivo LGTBI, y Alejandro Zarzuelo, responsable de comunicación de la Federación, Rubén Castro, coordinador del nuevo Espacio Trans en Madrid, atiende a una mujer que le pregunta sobre esta iniciativa. “Al final esto va a ser algo que se conozca por el boca a boca”, afirma Castro.
El pasado 10 de julio se inauguró, de manera simultánea, en Madrid y Sevilla el nuevo Espacio Trans, un lugar de encuentro para las y los disidentes de género. El proyecto tiene varias vertientes: el grupo de autoapoyo, que se celebra cada 15 días y donde compartirán las dificultades de las personas trans; pero también se usará para crear conexiones y encontrar referentes, explica Castro. Una alternativa para aquellos que no estén preparados para hablar en público de su transición y proceso, podrán requerir asistencia individualizada en la que se les asesorará y acompañará desde “el trato más cercano”, asegura el coordinador.
Otra pata importante de la iniciativa es la visibilización de la cultura trans y acercarla al público. “El viernes 20 tenemos la proyección del documental La Muerte y Vida de Marsha P. Johnson. No es lo mismo verlo en tu casa a solas que poder juntarte con un montón de gente trans. Se vive y se respira otro ambiente totalmente diferente. Me emociono solo de decirlo”, explica Castro, que también forma parte del colectivo. Después de ver el metraje habrá un debate, para analizar la situación actual y qué mejoras ha habido.
Mar Cambrollé, que lucha por los derechos de las personas trans desde el año 78, afirma que lo que se le ofrece al público es “un espacio seguro entre personas trans, atendidas por gente amble que comparte ese aspecto de su vida”. Además, asegura que los disidentes de géneros fueron “los más maltratados de la dictadura y los grandes olvidados de la democracia”.
Actualmente, juzga que la situación ha llegado a un punto de no retorno y el colectivo ha decidido tomar cartas en el asunto. “Analizando todos los estudios, los sondeos que hablan de discriminación en las personas trans, en todos los estratos sociales, pero también de todas las edades, detectamos la cruda, pero dura realidad, de que son las que mayor discriminación sufren en los centros educativos, son los que más se enfrentan a la exclusión laboral y los que mayores obstáculos legales tienen en cuanto a documentación”, cuenta Cambrollé.
Erik García es de Zaragoza, tiene 36 años, es un hombre trans y actualmente es el apoyo de Castro en el Espacio Trans de la capital. Para él, este espacio implica “información, formación, memoria y sobre todo empoderamiento” y asegura que “si esto hubiese existido en la época de Mar [Cambrollé] hubiese supuesto un empoderamiento existencial para la comunidad”.
Castro es el más joven de los cuatro, tiene 30 años, pero tiene claro que un grupo como este hubiese sido clave para él cuando comenzó su transición. “Lo diferente que hubiera sido todo si primero hubiese encontrado referentes y no un discurso elaborado por gente totalmente ajena a nuestras realidades”, comenta el coordinador.
Además, desde su punto de vista, la lectura que se hacía era muy rígida y estaba muy pautada. “La idea era que existía una disconformidad o un malestar muy grande con tu cuerpo, por tanto, querías cambiarlo por completo”. Él siempre tuvo un deseo muy fuerte de gestar, pero creía que era algo que no podría hacer, ya que era lo que se imponía desde la sociedad. “El discurso este de nacer en un cuerpo equivocado era lo que imperaba. Entonces, por supuesto, tenías que querer adoptar todo lo que se asociaba al género con el que te identificaban. Ahora sabemos que no es así”.
Para Cambrollé, lugares como estos implican nombrar a las personas y que muchos encuentren a referentes que le hicieron falta tanto a ella, que tiene 66 años, como a Castro y a las generaciones entre medias. “En los currículos educativos nos encontramos con la ausencia de nuestras realidades en todos los estratos formativos. No aparecemos mencionados ni en la universidad, ni en la escuela, ni en los institutos. Esto es un handicap. No podemos querer un futuro de una generación que sea respetuosa con la diversidad si las personas trans no salen en ningún lado”, zanja.
Son conscientes de que la época en la que se ha inaugurado el proyecto es complicada porque la gente se va de vacaciones y tiene menos tiempo, pero también saben que es importante que este espacio exista desde ya. “La batería de bulos y de intoxicación contra las personas trans que ha habido en los últimos años ha generado grandes índices de ansiedad en el colectivo. En las redes sociales se ha vivido mucha violencia contra nosotras y tiene unas consecuencias reales en nuestra vida. Si yo, a través del internet, te puedo agredir de forma impune, también lo puedo hacer en la vida real”, afirma Cambrollé, que menciona que entre 2021 y 2022 se contabilizaron unos 231.000 tuits con carácter tránsfobo.
A la hora de inaugurar el proyecto se decidió hacer de forma simultánea entre Sevilla y Madrid porque en la capital no había federación alguna para personas trans. “Donde debería haber una diversidad en todos los espacios, no la había”, explica Erik García. Y añade que es una manera de visibilizar algo que “ha sido perseguido y ha estado estigmatizado durante años”. Que no existan espacios que nombren a las personas trans implica que “cada vez haya más personas que están en contra de la diversidad, de los derechos fundamentales y de la democracia”. “Es una respuesta directa. No vamos a permitir que ninguno de los espacios se vea abocado a un ataque tan flagrante sin plantarle cara”, sentencia García, que cuenta que en septiembre abrirán este espacio en Barcelona.
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