Rivera de la Cruz, pluma suave para saltar de Albert Rivera a Ayuso y a Núñez Feijóo

La escritora, finalista del Planeta en 2006, hirió a sus compañeros de Cs al desaparecer de la campaña autonómica de 2021, avaló la llegada de Toni Cantó a la Administración regional y vuelve ahora al Congreso con el PP

La consejera de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, interviene durante la presentación de la 82ª Feria del Libro de MadridEduardo Parra (Europa Press)

Julio de 2015. Una escritora acompaña a Albert Rivera para defender sobre las tablas del teatro que acoge su mitin la irrupción de Ciudadanos en la política nacional. Se llama Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 53 años). Ha sido finalista del Premio Planeta con En Tiempos de Prodigios, una obra que ha vendido más de 100.000 ejemplares. Y sin saberlo acaba de empezar a escribir otro relato, un thriller, lleno de luces y sombras, de victorias, derrotas y traiciones, compuesto por su vida política....

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Julio de 2015. Una escritora acompaña a Albert Rivera para defender sobre las tablas del teatro que acoge su mitin la irrupción de Ciudadanos en la política nacional. Se llama Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 53 años). Ha sido finalista del Premio Planeta con En Tiempos de Prodigios, una obra que ha vendido más de 100.000 ejemplares. Y sin saberlo acaba de empezar a escribir otro relato, un thriller, lleno de luces y sombras, de victorias, derrotas y traiciones, compuesto por su vida política. En un capítulo es diputada de Cs en el Congreso (2015-2019). En otro coprotagoniza la conspiración de las lentejas, un almuerzo con Isabel Díaz Ayuso y Toni Cantó que alimenta los rumores sobre las tensiones en el gobierno de coalición que forman entre 2019 y 2021 el PP y Cs en Madrid, donde ella es consejera de Cultura hasta que el Ejecutivo salta por los aires. Y en el último episodio, rubricado este miércoles, vuelve al Congreso como número dos de la lista electoral para las generales del 23J del PP por Madrid, que encabeza Alberto Núñez Feijóo. Todo un guiño del líder a los votantes de Cs y el mundo de la Cultura. Aunque en el medio, como en todo buen libro, ha pasado de todo.

Primavera de 2021. Díaz Ayuso acaba de disolver el gobierno de coalición de PP y Cs en Madrid para convocar elecciones adelantadas. Toca arremangarse para asegurar la supervivencia del partido naranja. Se suceden las crisis. Las bajas. Los pasos adelante, como el del candidato Edmundo Bal. Pero Rivera de la Cruz se encuentra desaparecida. Deja el gobierno, en el que estaba como independiente. No participa de la campaña. Y cuando Díaz Ayuso arrasa, vuelve al Ejecutivo, suavemente y de nuevo como independiente, pero ya bajo el paraguas del PP, no de Cs. Una estrategia que abre heridas incurables en sus antiguos compañeros.

“Me sorprendieron mucho las formas”, lamentó sobre su actitud su antiguo jefe, Ignacio Aguado, en su última entrevista con EL PAÍS. “El no dar la cara por tu partido. Estar desaparecida durante toda la campaña. Y de la noche a la mañana volver a ser nombrada consejera de Cultura”, criticó, sin guardarse palabra alguna. “Tiene algo de humano, pero de la parte humana que menos me gusta”, sentenció.

Son las palabras que retratan un despecho, un amor roto, un sueño hecho añicos. Porque cuando Rivera fichó a Rivera en aquel teatro en 2015, la escritora entró a formar parte del núcleo duro de Ciudadanos. Y se le dieron los galones consecuentes. Entró en la Ejecutiva del partido. Con su apoyo se la eligió presidenta de la Comisión de Cultura y Deporte del Congreso de los Diputados. Y luego, en 2019, Cs la envió como estandarte al gobierno que quiso convertir en su escaparate electoral, el de coalición en Madrid, con Isabel Díaz Ayuso (PP) al frente.

Allí, Rivera de la Cruz conectó inmediatamente con la baronesa conservadora. Esos meses turbulentos, marcados por la mala relación entre los dos partidos, y por la gestión de una pandemia que dejó más de 20.000 muertos en la región, forjó una relación que ha convertido a Díaz Ayuso en la gran valedora de la consejera. En el camino, Rivera de la Cruz asumió la creación de la Oficina del Español, y que se fichara para dirigirla a Cantó, y dio alas a uno de los grandes proyectos de la presidenta, la Fiesta de la Hispanidad.

El martes, Díaz Ayuso se lamentaba de que la inesperada convocatoria de las elecciones generales del 23 de julio hubiera hecho malas algunas de sus decisiones previas con respecto a las listas electorales para los comicios municipales y autonómicos del 28 de mayo. El mejor ejemplo, explicitaba, se encontraba en la inclusión de tres consejeros en las listas municipales de José Luis Martínez-Almeida, que adelantó EL PAÍS. Aunque Díaz Ayuso no quiso dar más detalles, no se refería ni a David Pérez ni a Carlos Izquierdo. Estaba pensando en Marta Rivera de la Cruz. Porque la escritora ha pasado en unas horas de estar destinada a dirigir el área de Cultura municipal, desplazando a Andrea Levy, a volver al Congreso de los diputados.

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“Agradezco al presidente Feijóo su confianza al permitir que le acompañe en la lista”, ha dicho Rivera de la Cruz, que se ha enterado de su ascenso con una llamada telefónica recibida durante la reunión del consejo de gobierno de la Comunidad de Madrid, celebrada este miércoles.

Casi diez años después, que Rivera de la Cruz complete el salto de Cs al PP con su vuelta a la Cámara Baja, lanza un potente mensaje a los electores, como el fichaje de Nacho Martín Blanco, otro ex de Cs, que será el número uno por Barcelona. O eso es lo que esperan los conservadores: que se entienda que Núñez Feijóo es la mejor opción para los votantes de centro derecha el 23J, porque Cs y el PP ya son lo mismo.

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