Las estafas a los ancianos en la puerta de su casa: “Le dijeron a mi madre que o pagaba o hacían daño a sus hijos”

Los grupos criminales buscan a los mayores en sus hogares para engañarlos y obtener miles de euros con timos como la venta de enciclopedias, la revisión del gas o compra de camas articuladas

Supuestos certificados de fin de contrato que los presuntos estafadores de las enciclopedias entregaban a una señora mayor.

Cuando aquellos dos hombres corpulentos llamaron a su puerta y le exigieron un cheque de malas maneras, fue el momento en el que la mujer de 86 años estalló y llamó a su hija. La señora llevaba meses intentando cancelar una supuesta suscripción de compra de enciclopedias a domicilio sin decir nada a su familia. Estos presuntos vendedores de libros le hacían firmar una y otra vez documentos chapuceros en los que ella se comprometía a pagar cifras disparatadas con la condición de que la borraran de su lista de clientes. Cuando su hija acudió a su casa tras esa llamada desesperada, ella y sus her...

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Cuando aquellos dos hombres corpulentos llamaron a su puerta y le exigieron un cheque de malas maneras, fue el momento en el que la mujer de 86 años estalló y llamó a su hija. La señora llevaba meses intentando cancelar una supuesta suscripción de compra de enciclopedias a domicilio sin decir nada a su familia. Estos presuntos vendedores de libros le hacían firmar una y otra vez documentos chapuceros en los que ella se comprometía a pagar cifras disparatadas con la condición de que la borraran de su lista de clientes. Cuando su hija acudió a su casa tras esa llamada desesperada, ella y sus hermanos empezaron a descubrir el calvario de amenazas y engaños que había vivido la mujer, viuda y que vivía sola en su piso de Madrid. “Encontramos unos certificados de pacotilla, bajamos al banco y empezamos a enterarnos de todo el lío. Después la llevamos al médico y allí contó que la habían amenazado con denunciarla en la policía o hacer daño a sus hijos si no pagaba”, resume Victoria, la hija. En total, habían estafado a la señora, que ahora tiene 92 años, 40.000 euros en dos meses.

“Para mis padres, tener una enciclopedia era algo valiosísimo, algo que pagaban a plazos y que mi madre se ponía a leer en el sillón. Es algo de una generación que no podía tener todos los libros que quería”, relata Victoria. La red criminal detenida por la estafa a su madre aprovechaba bases de datos de empresas en las que habían trabajado algunos de sus integrantes, según las pesquisas policiales, para identificar a sus víctimas. “Es tonta y compradora”, se leía en los apuntes de la organización que intervinieron los agentes. 13 de los miembros de esta organización llegaron a juicio el mes pasado por estafar 185.000 euros a una decena de víctimas.

La familia de esta víctima también se lamenta de la falta de colaboración de las entidades bancarias. El día en el que la anciana les llamó asustada por el tono amenazante de los supuestos vendedores, acudieron al cajero a comprobar qué estaba pasando. Cuando se dieron cuenta, llamaron al banco y una operadora les dijo que solo podían bloquear la cuenta con unos códigos numéricos de la banca electrónica o bien esperar y hacerlo de modo presencial. “Ya me dirás tú, si mi madre con 86 años va a tener esos códigos. Eran días festivos y las sucursales estaban cerradas, así que no pudimos bloquear la cuenta hasta varios días después, en los que aprovecharon para hacer más transferencias”, se lamenta la mujer.

Para esta víctima, esta red se aprovechó de ese “limbo” en el que viven las personas mayores en el que todavía quieren ser independientes, pero les empiezan a fallar las facultades. “Robar siempre está mal, pero además hacérselo a los más débiles es inhumano”, sentencia la afectada. Cuando revisaron la casa de su madre en busca de todos esos certificados ridículos para entregarlos como prueba a los investigadores policiales, también se enteraron de que había desaparecido el anillo de boda de su padre y las pulseritas que él había regalado a su mujer por cada hijo que habían tenido. El Ministerio del Interior hace tiempo que detectó que los mayores son un objetivo predilecto de los criminales, por eso existe el Plan Mayor de Seguridad destinado a prevenir las amenazas específicas contra este colectivo. No solo está dirigido a las propias víctimas, sino también a los cuidadores y familiares para que detecten los posibles peligros.

El modus operandi de esta organización es muy similar al de otras que han caído detenidas en los últimos meses. A pesar de que todas las alertas recaen ahora en las estafas telefónicas, los timadores puerta a puerta siguen empleando los métodos de toda la vida para lucrarse. El mismo día que comenzaba el juicio contra la trama de las enciclopedias, la policía detenía en Madrid a ocho personas acusadas de engañar a personas mayores con supuestas revisiones de las camas articuladas que habían adquirido recientemente.

La pieza clave del entramado era un antiguo trabajador de la empresa de mobiliario para ancianos que, tras ser despedido, había robado la lista de clientes para acudir a sus domicilios con el pretexto de revisar las camas y venderles nuevos productos. Les comunicaban un precio, pero luego, al usar el datáfono, cobraban uno muy superior. Los agentes creen que estafaron más de 80.000 euros a una treintena de afectados. En este caso, “las pesquisas comenzaron cuando una señora denunció porque se dio cuenta de un cargo de más de 4.000 euros en su cuenta, cuando ella creía que había pagado por la falsa revisión 300″, indicó la policía en una nota de prensa. Como en la estafa de las enciclopedias, la red había creado facturas falsas con el membrete de una empresa inexistente e incluso habían habilitado un teléfono al que las víctimas podían llamar para preguntar dudas y así no despertar sus sospechas.

Falsas revisiones

Las falsas revisiones de gas, agua o electricidad también son un clásico de estas organizaciones más o menos estructuradas. En 2022 la policía detuvo en Puente de Vallecas a dos hombres que se hacían pasar por trabajadores de una empresa de luz y que accedían a las casas de los ancianos con el pretexto de cambiar la instalación y hacerles un rembolso porque habían estado pagando de más. Fuentes policiales explican que los detenidos abordaban a las víctimas en el portal, las acompañaban hasta casa, y les pedían las joyas alegando motivos de seguridad. Además, les pedían quedarse sentados con los pies en alto para evitar calambres mientras hacían la revisión y, cuando habían saqueado la casa, les pedían el pin de la tarjeta para efectuar la supuesta devolución de dinero, que obviamente nunca llegaba.

Rafael Abati, abogado en el caso de las enciclopedias, recalca que estos procesos judiciales suelen ser complejos porque hay que demostrar el papel que cumplía cada uno de los miembros en la organización y probar ante un juez que los ancianos firmaron esos cheques coaccionados. “Además el testimonio de las víctimas en estos casos es vital, pero también comienza a fallarles la memoria. Se mezcla el sentimiento de culpa y de vergüenza...”, apunta el letrado. En ese proceso, la Fiscalía solicita para algunos de los acusados hasta siete años de cárcel por estafa, falsedad en documentos y pertenencia a organización criminal.

En una de las sesiones del juicio de las enciclopedias a la que acudieron Victoria y una hermana suya, uno de los acusados sufrió una bajada de tensión. Su hermana, médica e hija de una de sus víctimas, le atendió hasta que llegaron los servicios médicos. “Además lo hizo con una humanidad y una profesionalidad tremendas”, puntualiza su hermana. A la salida de la Audiencia Provincial, otro de los encausados se acercó a agradecerles su atención, a lo que Victoria respondió: “A ver si esto os hace pensar, que a los débiles hay que cuidarlos”. Y las dos hermanas bajaron las escaleras de los juzgados, “orgullosas de nuestra ética”.

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