Se vende por 4,2 millones de euros joya arquitectónica usada por C. Tangana. Problema: es Bien de Interés Cultural
Madrid rechaza un recurso de los propietarios de la Casa Carvajal contra la protección del edificio, que obliga a que la Administración apruebe cualquier reforma, pero permite el uso para rodajes y eventos
“Tú te has creído que por ser yo bueno, puedes ir pisando por donde friego”. Suena Los tontos, con C. Tangana, Kiko Veneno, o los Ketama unidos en una sobremesa alegre. El sonido de las palmas, las guitarras o los toques rítmicos sobre la mesa se estrella contra unas paredes de cemento desnudo. Son los muros de la Casa Carvajal, una joya de la arquitectura española, símbolo del brutalismo desde que se levantó en los años...
“Tú te has creído que por ser yo bueno, puedes ir pisando por donde friego”. Suena Los tontos, con C. Tangana, Kiko Veneno, o los Ketama unidos en una sobremesa alegre. El sonido de las palmas, las guitarras o los toques rítmicos sobre la mesa se estrella contra unas paredes de cemento desnudo. Son los muros de la Casa Carvajal, una joya de la arquitectura española, símbolo del brutalismo desde que se levantó en los años sesenta del siglo XX, y que se alquila para rodajes de videos, películas o anuncios, además de para eventos. También está a la venta: cuesta 4,2 millones de euros, aunque el comprador tendrá que pedirle permiso a la Administración autonómica para acometer cualquier reforma. ¿La razón? La Comunidad de Madrid acaba de rechazar el recurso de los propietarios contra la declaración del conjunto como Bien de Interés Cultural (BIC). Una distinción que aumenta el prestigio artístico del edificio diseñado por Javier Carvajal al mismo tiempo que le resta atractivo comercial. La polémica por el choque entre el interés público y el privado está servida.
“Nosotros queremos que la casa se preserve, es un espacio que adoramos, un edén para vivir, y nos honra la declaración como BIC, pero tiene una parte que es un poco como una expropiación”, explica Cristina Rodríguez de Acuña, integrante de la familia de los propietarios, y autora del fotolibro Miradas cruzadas. La Casa Carvajal. “Hay una limitación de tu libertad, porque no puedes hacer con ella como cualquier otro ciudadano, la Administración tiene que estar siempre de por medio”, sigue. “Es una casa con mucha personalidad, y queríamos darle más opciones al comprador, cuyas opciones se limitan”, añade sobre un recurso que pedía tener en cuenta “que el uso del bien es residencial y debe poder modificarse en el futuro para adaptarse a las necesidades de futuros habitantes o usuarios”.
Porque lo más normal al comprar una casa es hacer obra. Adaptarla a los gustos del nuevo dueño. Tocar los baños. Reformarla. Salvo que sea BIC, claro. Entonces, no. “Sería necesario presentar un proyecto de actuación que debe ser autorizado por la Dirección General de Patrimonio Cultural”, especifica la Comunidad de Madrid sobre el edificio y su parcela de 4.350 metros cuadrados.
La polémica por esa limitación, que provoca un choque entre la protección del patrimonio y los derechos de los propietarios, llegó hasta la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Allí, en febrero, los académicos incluyeron en el orden del día un punto sorprendente. “Declaraciones no deseadas”, se leía. Y el presidente de la comisión de monumentos y patrimonio histórico (CMPH) expresó su solidaridad.
“El presidente de la CMPH expone su punto de vista sobre las recientes declaraciones de BIC que cabe calificar por parte de la propiedad, como no deseadas”, se lee en el acta que resume aquel encuentro. “Es lo acaecido con la Casa Carvajal, en Pozuelo de Alarcón, o la Casa de Vicente Aleixandre, en Madrid, cuyas razones se pueden llegar a entender en relación con la limitada disposición de estos inmuebles por parte de sus dueños, que debe ajustarse a las disposiciones vigentes recogidas en la ley”.
Del lado contrario se encuentra el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), que es quien solicitó a la Comunidad de Madrid que declarara BIC la propiedad diseñada por Carvajal, un gigante de la arquitectura. En todo caso, la casa sí podrá seguir siendo alquilada por miles de euros al día para servir como escenario de películas, vídeos, anuncios y eventos de empresa, según detallan desde la Administración.
“Estilísticamente, la Casa Carvajal responde a un claro racionalismo con influencias de la arquitectura española tradicional”, defiende la Dirección General de Patrimonio autonómico. “[El arquitecto] Tomó la Alhambra como referencia para su configuración, lo que se hace patente en los patios interiores en torno a los cuales gira la vida de la casa, además de asomarse al jardín exterior a través de los amplios ventanales; así como en la importancia concedida al agua, como se manifiesta en la fuente del patio principal y exteriormente en la acequia situada en la zona norte, estanques o en la propia piscina”, añade. “Mediante la declaración de BIC se garantiza una adecuada conservación del inmueble y que su uso e intervenciones no pongan en peligro los valores que justifican su protección legal, siempre teniendo presente el interés general”, se lee en el resumen del expediente publicado el pasado jueves en el boletín regional. “A mayor abundamiento, que el uso principal de un inmueble sea residencial y de titularidad privada, no implica que no pueda ser declarado BIC”.
En esta casa Carlos Saura rodó La Madriguera. Aquí se han grabado series de Netflix como Sagrada Familia. Y se han hecho videos musicales. Las cámaras explotan las características del edificio. Por un lado, volúmenes brutalistas, geometría estricta y hormigón visto. Por otro, una vegetación que modela el espacio interior y exterior. Pero por encima de todo eso, en la Casa Carvajal ha vivido y vive gente. El primero fue el propio Carvajal. Quien quiera ocuparla ahora ya sabe que hasta su entorno, con vistas a la sierra del Guadarrama, está protegido. Disfrutar del conjunto, sin apenas poder modificarlo, cuesta 4,2 millones de euros.
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