Esperando la llegada de las pantallas a las urgencias de Madrid: “Un médico tiene que tocar, ver y oler”

Los centros de salud 24 horas reciben los dispositivos para las videoconsultas con las que el Gobierno regional quiere subsanar la falta de profesionales. Las enfermeras temen su desamparo

Cartel en defensa de la sanidad pública en las urgencias de Perales del Río, en la localidad madrileña de Getafe. Foto: OLMO CALVO | Vídeo: EUROPA PRESS
Madrid -

Una mujer y su marido pasan con su pastor alemán por delante del centro de salud de Perales del Río, pedanía de Getafe (Madrid), que linda con la capital y a 10 kilómetros de su núcleo urbano. “¿Qué va a pasar aquí?”, pregunta la mujer a la enfermera que está en la puerta. “Pues nada, que vamos a estar enfermeras con el médico en una pantalla”, le responde. “Es una vergüenza y un maltrato y sé de lo que hablo, porque además de vecina y usuaria, yo también soy enfermera en un hospital”, se lamenta María, la mujer que acaricia a su perro, en apoyo a su compañera, que prefiere dar solo su inicial...

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Una mujer y su marido pasan con su pastor alemán por delante del centro de salud de Perales del Río, pedanía de Getafe (Madrid), que linda con la capital y a 10 kilómetros de su núcleo urbano. “¿Qué va a pasar aquí?”, pregunta la mujer a la enfermera que está en la puerta. “Pues nada, que vamos a estar enfermeras con el médico en una pantalla”, le responde. “Es una vergüenza y un maltrato y sé de lo que hablo, porque además de vecina y usuaria, yo también soy enfermera en un hospital”, se lamenta María, la mujer que acaricia a su perro, en apoyo a su compañera, que prefiere dar solo su inicial, T. Así esperan las urgencias de Madrid y sus usuarios la llegada de las pantallas por las que se supone que deberán atenderlos y diagnosticarlos facultativos que estarán de guardia en otro centro. Es la solución que incluye el tercer plan que ha planteado el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso para tratar de paliar la escasez de profesionales y afrontar el caos generado por la falta de previsión en la vuelta de este servicio.

“Han llegado unas cajas con cámaras y dispositivos, que ni he abierto. No tengo instrucciones por escrito, no sé si nos van a dar formación... Solo sé que he recibido dos mails de la empresa Zoom”, señala la enfermera. Un grupo de miembros de la asociación vecinal se acercan el viernes por la noche también al centro y enseñan la pancarta que han preparado para la manifestación convocada este domingo en defensa de la sanidad pública en Madrid. Ángel Castiblanque recuerda una fecha sin un atisbo de duda: 16 de diciembre de 2016. “Es el día que abrieron las urgencias en nuestro barrio. Cuando has luchado tanto por algo, el día que sucede no se te olvida. Este sitio salvó la vida de mi mujer, que entró aquí con un infarto, y ahora lo estamos perdiendo”, se queja. Su esposa, Alicia Sánchez, asiente al lado.

Dos pacientes salen del centro de salud de Perales del Río. Olmo Calvo

La enfermera T. pasará esta noche de guardia sin médico, como viene sucediendo desde que el 28 de octubre Ayuso reabrió 78 centros que se cerraron con la pandemia sin contratar más sanitarios. Esa situación se da esa misma noche en casi la mitad de los centros de urgencias. Treinta y cinco de estos puntos abrieron el viernes sin el equipo completo —medicina, enfermería y celador— y seis se mantuvieron cerrados, según los datos recabados por el colectivo de Afectados por el cierre de Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) y la Plataforma SAR, que agrupa a los profesionales del entorno rural. El desastre de la vuelta del servicio ha provocado una huelga convocada por el sindicato de médicos Amyts desde el pasado lunes, en la que los servicios mínimos son del 100%.

Hasta ese día en este servicio trabajaban cuatro enfermeras y cuatro médicos que ahora han quedado reducidos a la mitad y uno de los doctores está de baja. Esa madrugada, muchos de los profesionales sanitarios recibieron correos electrónicos de madrugada anunciándoles su nuevo destino, horarios y planillo de guardias. “Todos estos años hemos estado aquí los mismos siempre, la población nos conocía y nunca hemos fallado. Nunca. Aquí hemos estado para afrontar la covid, (el temporal) Filomena... Todo”, recalca la enfermera.

Muchos temores

Ahora tienen una caja con cámaras y un correo electrónico de Zoom. Y muchos temores. La profesional enumera las carencias ante las que se halla cada noche que pasa en estas urgencias sola: “¿Qué amparo legal tenemos? Yo no puedo administrar medicación y mucho menos intravenosa. Tampoco tengo formación para el diagnóstico, por mucho que la experiencia me indique una cosa u otra. Puedo poner un electrocardiograma, pero no leer los resultados”. Y continúa con los miedos: “Si pasa algo grave, que pasará, ¿de quién será la culpa? ¿Del médico que no se conectó a la videollamada a tiempo porque estaba atendiendo otra urgencia? ¿Del técnico que instaló el sistema que ha fallado? ¿De la enfermera que no fue lo suficientemente rápida? Es como si a los bomberos les pones una cámara para que te indiquen desde la distancia cuántos cubos de agua tienes que echar en un fuego. Un médico tiene que tocar, ver y oler para poder diagnosticar una urgencia”.

A su lado, su compañera de profesión y vecina de Perales del Río la secunda: “De nuevo, se invisibiliza y menosprecia la labor de la enfermera. Este nuevo plan nos deja en la indefensión. Cualquier situación es potencialmente grave”. Las dos hablan del nivel de ansiedad que les produce esta situación. T. se toca con la mano la zona de la boca del estómago para explicar cómo se siente un profesional sanitario ante una emergencia: “Se te pone aquí un nudo y sabes que tienes que actuar rápido. ¿Cómo voy a hacerlo sola, teniendo que conectarme a una cámara?”.

El líder vecinal Ángel Castiblanque teme la vuelta a la época en la que tenían que desplazarse hasta el hospital 12 de Octubre, el que les corresponde. “Si no tienes coche, tienes que coger un autobús que pasa cada 20 minutos o más, o si no, un taxi. Pero en el caso de una persona mayor o impedida esto no es tan sencillo...”, indica. A su lado, la enfermera de urgencias recuerda que en el caso de un infarto o un ictus cada minuto es “crucial”.

Los usuarios enrollan la pancarta que desplegarán este domingo en la manifestación por la sanidad pública. La enfermera vuelve a entrar en su centro de salud enmarcado por carteles de los vecinos en los que se leen mensajes de apoyo a los profesionales sanitarios. T. espera que no pase nada grave esta noche en la que vuelve a estar sola.

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