La caza de un violador que convencía a sus víctimas para quedar en la oscuridad
Detenido un hombre que engañó al menos a 10 mujeres a través de Tinder, a las que persuadía para verse en lugares sin luz para “incrementar los sentidos”
Todo estaba oscuro, no se apreciaban ni las siluetas en esa habitación sin un ápice de luz. La mujer y el hombre habían quedado tras meses de conversaciones a través de la red de contactos Tinder. Él le había pedido que el encuentro se desarrollara en la más completa negrura para garantizar un “contacto sensorial donde incrementar los sentidos y dejarse llevar”. Pero hubo un momento en el que a ella algo le pareció raro. Enchufó la linterna de su móvil, iluminó brevemente su cara y acertó a ver que no era la misma del perfil con...
Todo estaba oscuro, no se apreciaban ni las siluetas en esa habitación sin un ápice de luz. La mujer y el hombre habían quedado tras meses de conversaciones a través de la red de contactos Tinder. Él le había pedido que el encuentro se desarrollara en la más completa negrura para garantizar un “contacto sensorial donde incrementar los sentidos y dejarse llevar”. Pero hubo un momento en el que a ella algo le pareció raro. Enchufó la linterna de su móvil, iluminó brevemente su cara y acertó a ver que no era la misma del perfil con el que había estado chateando los últimos meses. Él, celoso de su rostro afectado por una enfermedad cutánea y consciente de que le habían descubierto, se puso nervioso y la agredió sexualmente. Cuando pudo salir, la mujer acudió a la Policía Nacional a poner una denuncia. Había comenzado la Operación Escamas.
Ese primer testimonio llegó el pasado mes de febrero y los policías intuyeron que no era el único. Los investigadores de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (Ufam) tenían ante sí un enigma, como tantas otras veces. Un agresor sin nombre, con un perfil falso en redes y también sin rostro, salvo por esas milésimas de segundo que esa mujer pudo alumbrarlo y que no bastaron para identificarlo. El hilo del que tirar era muy fino, pero, poco a poco, se fue haciendo más grueso, hasta que dieron con él.
Citas en casa de ellas o en hoteles
En su perfil usaba fotos que encontraba por internet de chicos “ni muy guapos ni muy feos”, según fuentes policiales, lo que favorecía que las víctimas creyeran que estaba hablando con alguien real. “Fabricaba una doble vida, que mantenía durante meses hasta ganarse totalmente la confianza de las mujeres”, señalan estas fuentes. Era después de mucho tiempo cuando llegaba la proposición. Una cita completamente a oscuras para aumentar los sentidos, en casa de ellas. A veces, cuando las víctimas no querían que el encuentro se produjera en sus viviendas, él se encargaba de alquilar una habitación de hotel y pasaba la factura. Siempre era mucho mayor que el precio real de la estancia.
Fue tremendamente complicado dar con el agresor. El hombre, un español de 43 años, no tiene domicilio conocido y lleva toda la vida saltando de trabajo en trabajo. En algunas ocasiones empleó violencia contra sus víctimas, en otras, aprovechó el momento en el que iban al baño o estaban despistadas para robarles dinero u otras cosas de valor. Tras el encuentro, las bloqueaba en todas las redes sociales para que no tuvieran manera de volver a dar con él.
Con su detención no llegó el fin del caso, sino que se descubrió que solo habían llegado a la punta del iceberg. Los agentes le pusieron las esposas el día que acudió a un nuevo puesto de trabajo en Móstoles, uno de esos que iba enlazando para ir tirando. En su poder tenía dos terminales con más de 400 números bloqueados. Los investigadores de la Ufam comenzaron entonces la tarea laboriosa de contactar con todas aquellas posibles afectadas para saber si había más víctimas.
Los policías llegaron a la conclusión de que hay al menos 10 mujeres que fueron agredidas sexualmente por este hombre que fingía ser otro y que ocultaba su rostro para evitar ser identificado y para que nadie se fijara en las marcas en su rostro causadas por la enfermedad. Todas ellas contaron un relato casi idéntico, con las mismas fórmulas y las mismas condiciones férreas para que se produjera el encuentro.
En las conversaciones salieron a la luz otros elementos incriminatorios, como que en ocasiones se había quitado el preservativo en mitad de la relación sexual, lo que también es una agresión. Algunas de las mujeres que figuraban en esos 400 contactos prefirieron no denunciar, otras comentaron a los agentes que habían tenido contacto telefónico, pero nunca se había producido ese encuentro. Tras la detención, el hombre se encuentra en libertad a la espera del juicio.
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