La inesperada mortalidad en julio en Madrid elevó la actividad de las funerarias un 25%
La Comunidad registró los datos de muertes por efecto del calor más altos de España, según el modelo (MoMo) de Sanidad, más del doble que regiones más pobladas como Andalucía y Cataluña
A esas horas de este verano extremo en que apenas se veía un alma por las calles de la capital, los cementerios eran lugares concurridos. Por delante de la floristería de Génesis Chaves pasaban cada hora unos tres séquitos distintos de familiares en duelo. Compraban coronas de flores y botellas de agua muy fría. El calor era tan cruel que quizás mató a alguien en el mismísimo Cementerio Sur de Madrid, sospecha ella, que se sorprendió al ver una ambulancia entrar al camposanto para llevarse a una de las personas que velaban a un fallecido, posiblemente también víctima del calor. Salvo en lo peo...
A esas horas de este verano extremo en que apenas se veía un alma por las calles de la capital, los cementerios eran lugares concurridos. Por delante de la floristería de Génesis Chaves pasaban cada hora unos tres séquitos distintos de familiares en duelo. Compraban coronas de flores y botellas de agua muy fría. El calor era tan cruel que quizás mató a alguien en el mismísimo Cementerio Sur de Madrid, sospecha ella, que se sorprendió al ver una ambulancia entrar al camposanto para llevarse a una de las personas que velaban a un fallecido, posiblemente también víctima del calor. Salvo en lo peor de la pandemia, la vendedora de flores nunca había visto tanta muerte pasar por delante y lo comentaba con sus compañeras: “Era sin duda el calor que se ha estado llevando a muchas personas mayores”.
El verano ha sido extraordinariamente mortífero en Madrid y en toda España. Esto se debe al clima, la covid-19 y otros factores como las consecuencias mentales de la pandemia. Solo en julio han muerto en toda España 44.473 personas, 11.162 más de lo esperado por el modelo de predicción que usa el Ministerio de Sanidad para calcular las muertes diarias (el MoMo). Todo esto, dos años después de la extraordinaria sacudida de la primavera de 2020, ha vuelto a poner a prueba a las funerarias, que han registrado en julio en Madrid un 25% más de actividad con respecto al año pasado, según la patronal Panasef. Normalmente los picos de trabajo para las funerarias se producen en invierno debido a la gripe. La media de aumento de trabajo en el resto de España ha rondado también el 25%, según Panasef.
Lo peculiar de la región de la capital es que ha sido la comunidad autónoma más golpeada por el clima extremo de este verano: 1.048 personas han perdido la vida por causas atribuibles al calor entre el 1 de junio y el 9 de agosto, según el MoMo. Es más del doble que las muertes por calor en regiones más pobladas, como Andalucía, donde el sistema ha estimado que han muerto por ese motivo 415 personas, o Cataluña, donde ha habido 352 fallecimientos. En toda España han perdido la vida a causa del clima en ese mismo período 3.796 personas.
Una posible explicación del mayor número de muertes por calor en Madrid puede deberse al efecto isla de calor urbano, un fenómeno que hace que el calor quede atrapado en la ciudad y que por la noche la temperatura sea más alta. La densidad de población, la contaminación y la mala calidad de los edificios convierten a las grandes urbes en calderas que nunca se apagan. Muchas víctimas son personas mayores que padecen enfermedades crónicas. Un número mucho más reducido muere por golpes de calor.
Normalmente los picos de trabajo para las funerarias se producen en invierno debido a la gripe. “Nos ha cogido totalmente por sorpresa porque julio no es un mes en que aumenten las defunciones”, dice el vicepresidente de Panasef, Juan José López. “Yo en 22 años que llevo en esto no había visto algo así”. La ola de calor que se produjo en la península y Baleares entre el 6 y el 26 de julio ha batido récords por ser la más intensa con 26,6 grados de media y ha sido una de las más largas desde que hay registros.
Las funerarias han tenido que reforzar sus plantillas. Según Panasef, la patronal más representativa, sus socios han contratado en toda España a unos 600 chóferes adicionales este verano. Es un aumento de plantillas muy notable ya que el sector da empleo a unas 12.000 personas. En internet ha quedado el rastro de sus ofertas en Madrid: “Conductor/a funerario/a. Refuerzo (Muy urgente)”, dicen cinco anuncios de Parcesa publicados en la segunda quincena de julio.
Con el aprendizaje de la pandemia todas las funerarias tenemos nuestra propia canteraSergio Fernández, director de Operaciones de Albia
Las funerarias de Madrid están acostumbradas a lidiar con grandes tragedias: el 11-M, el accidente aéreo de Spanair, la primavera de 2020 y ahora este verano infernal. “Con el aprendizaje de la pandemia todas las funerarias tenemos nuestra propia cantera y eso no has permitido reaccionar”, dice el director de operaciones de Albia, una de las funerarias más grandes.
No vale cualquiera para trabajar en una funeraria porque muchos no soportan el dolor y la angustia de los seres queridos. “Es un trabajo polivalente. El empleado hace de todo, conduce, amortaja, acompaña a las familias...”, dice Carlos Garcés, periodista de Revista Funeraria. Se gana usualmente en torno a los 1.200 euros mensuales. “Para ser trabajador de funeraria no hace falta una formación específica, algo que muchos en el sector consideran anacrónico y quieren cambiar”, según Garcés.
Esta semana los cementerios y tanatorios de la capital están más tranquilos porque las temperaturas han descendido. Los trabajadores lo agradecen. “Todos los años hay algo de repunte en verano, pero nunca como este”, dice Mario Bandera, que lleva 28 años empleado en el tanatorio de la M-30. Él y otras compañeras tras la recepción llevan la mascarilla puesta por decisión propia. Por su trabajo, son muy conscientes de que mucha gente sigue muriendo por el virus. La pandemia les dejó un amargo recuerdo. De todas las tragedias que han vivido, ninguna se parece a la primera ola: “Nunca sabíamos cuándo se iba a acabar”. Lo bueno de este verano atípico es que parece que ya ha pasado lo peor.
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