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El cantante de DELACUEVA: “La última vez que di mis datos me metieron en un calabozo”

El grupo emergente de música pop vuelve a la capital cinco meses después del incidente, pero el covid impide la presentación de su primer disco homónimo

Manuel de la Cueva (i) y Luis Gastelumendi, dos de los componentes del grupo musical DELACUEVA, en la calle de Gran Vía en Madrid.KIKE PARA

El grupo emergente DELACUEVA tenía previsto estrenar en la capital su primer disco homónimo el pasado mes de julio. Pero, sus planes se truncaron cuando “dos señores vestidos de azul” se presentaron en su alojamiento unas horas antes de salir a dar el concierto, según cuenta su vocalista, Manuel de la Cueva. Casi medio año después de su detención por una supuesta estafa, el cantante de 26 años recuerda la anécdota con sarcasmo: “La última vez que di todos mis datos me metieron en un calabozo”.

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El grupo emergente DELACUEVA tenía previsto estrenar en la capital su primer disco homónimo el pasado mes de julio. Pero, sus planes se truncaron cuando “dos señores vestidos de azul” se presentaron en su alojamiento unas horas antes de salir a dar el concierto, según cuenta su vocalista, Manuel de la Cueva. Casi medio año después de su detención por una supuesta estafa, el cantante de 26 años recuerda la anécdota con sarcasmo: “La última vez que di todos mis datos me metieron en un calabozo”.

Me robaron los datos por Internet. Le ocurre a más gente de la que imaginamos”, advierte. La policía lo llevó a la comisaría de la calle de Leganitos y fue trasladado a los calabozos de Moratalaz, donde pasó la noche del 20 de julio. “Cuando me tomaron declaración, vieron que lo único que coincidía era mi DNI. El correo electrónico, la dirección y el teléfono eran falsos”, explica. Tras demostrar que alguien le había suplantado su identidad, fue puesto en libertad, pero su debut en la capital se suspendió. Los aragoneses, galardonados con el premio a Mejor Grupo de Aragón, volvieron a la capital para retomar el concierto en el Palacio de la Prensa. Pero, tras detectar un caso positivo de coronavirus en el equipo este sábado, el evento se volvió a cancelar. “Teníamos muchas ganas de estrenar en Madrid, pero por seguridad debemos cancelar. Estamos trabajando para anunciar una nueva fecha lo antes posible”, explicaban en un comunicado a sus seguidores.

Una de sus canciones más escuchadas es El invierno en Las Bahamas, que cuenta con más de 30.000 reproducciones en Spotify. En su videoclip, aparecen con atuendos que recuerdan la moda de los años noventa, que coinciden con la frescura y el carácter disfrutón de sus melodías. Los jóvenes deleitan con una fusión renovada de la música pop y el género funk, inspirada en grupos internacionales como Jungle, Chic, Daft Punk y Dua Lipa.

El vocalista, licenciado en Derecho, empezó a componer su propia música en inglés durante su adolescencia. El zaragozano recuerda la primera vez que se enfrentó a un público reducido en una fiesta en su casa: “Tocaba fatal y me inventaba las letras”. Pero, el artista no concebía su vida sin la música. Según él, su generación ha sido educada bajo el lema: “Si crees en ti, podrás conseguirlo todo”. Y sin pensarlo, decidió apostar por su gran pasión, hacer música y vivir de ella. Posteriormente, estudió en la escuela municipal de música de su ciudad natal, donde también cursó el último año de conservatorio.

El año pasado empezó su formación en la Escuela de Música Creativa de Madrid, que alternaba con su trabajo como profesor. “Todos los fines de semana volvía a Zaragoza a trabajar para poder pagármelo”, relata. Él y sus cuatro compañeros grabaron su primer disco en 2018 gracias a un concurso del Ayuntamiento de Zaragoza. El grupo pretendía lanzarlo en 2020, pero la pandemia les obligó a demorar su presentación.

El proyecto que presentan se ha consolidado hace un par de semanas con una nueva incorporación, el bajista Carlos Montull, que se adhiere al grupo formado por el guitarrista Pedro Simón, Luis Ventura al teclado y el batería Luis Gastelumendi, propietario de un local que utilizan como sala de ensayos: “Hemos pasado por un montón de espacios cochambrosos hasta llegar a algo medianamente digno”.

Tanto el percusionista como De la Cueva estudiaron en un colegio concertado de Zaragoza. Ambos coinciden en que eso, y la música, es lo único que tienen en común. Durante la charla, el cantante, vestido con una chaqueta roja y unos vaqueros, pide un té con jengibre. El percusionista, ataviado con una cazadora de cuero y unas gafas negras, prefiere una cerveza. Incluso los géneros musicales que confiesan escuchar en la ducha son diferentes. Uno disfruta de Morat y el otro de las composiciones de Jorge Drexler.

Gastelumendi, de 27 años, descubrió a los 13 que quería dedicarse profesionalmente a la música. “No valía para otra cosa”, admite entre risas. El músico viste las ideas del compositor de las letras de sus canciones, una responsabilidad que considera complicada pero muy enriquecedora. “De crío golpeaba todo tipo de elementos, como las mesas del salón y las cacerolas de la cocina”, rememora. Sus padres, que siempre han apoyado su decisión, le propusieron apuntarse a clases de batería y continuó con su formación durante seis años en una academia en su ciudad de origen.

A los 19 años se trasladó a Madrid: “Fue una etapa increíble porque salí de la ciudad donde llevaba toda mi vida y empecé a conocer cosas nuevas que me estimulaban”. Para él, la capital supone el epicentro del movimiento musical y cultural a nivel nacional. El joven cree que “la música pop española suele tener una misma narrativa: clásica, obvia y tópica”. Y aprovecha para elogiar a su amigo: “Manuel tiene una forma de componer más sutil y metafórica en la que hay mucho subtexto y se conserva el espíritu de las fábulas”.

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