La vida que rebrota bajo las Cuatro Torres

Los suelos permeables del recién inaugurado Parque Caleido, tres hectáreas de zonas verdes al norte de la Castellana, drenan y filtran las aguas fluviales para su posterior aprovechamiento

El Parque Caleido, al Norte del Paseo de la Castellana, este martes por la tarde.Santi Burgos

Tres niños descienden al trote una loma de césped. Tras muchas horas sometidos al pupitre, se entregan felices al juego, sin advertir que su nueva zona de recreo es al tiempo un pionero campo de pruebas contra el cambio climático. Lo suelos permeables del recién inaugurado Parque Caleido, tres hectáreas verdes al norte de la capital, drenan y filtran la lluvia para su posterior canalización a través de una lámina de agua que recorre todo el recinto, mero efecto de la gravedad. Este sistema que imita a la naturaleza para ahorrar consumo eléctrico y gastos en mantenimiento es obra de la firma ho...

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Tres niños descienden al trote una loma de césped. Tras muchas horas sometidos al pupitre, se entregan felices al juego, sin advertir que su nueva zona de recreo es al tiempo un pionero campo de pruebas contra el cambio climático. Lo suelos permeables del recién inaugurado Parque Caleido, tres hectáreas verdes al norte de la capital, drenan y filtran la lluvia para su posterior canalización a través de una lámina de agua que recorre todo el recinto, mero efecto de la gravedad. Este sistema que imita a la naturaleza para ahorrar consumo eléctrico y gastos en mantenimiento es obra de la firma holandesa Blue Blocks, en colaboración con Fenwick Iribarren Architects, estudio que ha planteado el parque. Este será de uso público, pero lo ha desarrollado un grupo empresarial, el mismo que ya había levantado a pocos metros el último rascacielos de la capital, también llamado Caleido.

El coloso de cristal azabache ha dejado obsoleta la denominación del campus sobre el cual se asienta, Cuatro Torres Business Area (CTBA), aunque por ahora se descarta cambiar la cifra de tal nomenclatura. El nuevo parque alberga tanto espacios infantiles como zonas para mayores, tirolina, estanque y campas abiertas que se destinarán a la organización de eventos. Dará servicio, por su cercanía, al Instituto de Empresa (IE), pero también a los barrios populares más cercanos —La Ventilla y Virgen de Begoña— o al hospital La Paz. Un corredor verde que enlaza la calle de Monforte de Lemos con el Paseo de la Castellana. Aquí iba a construirse en tiempos un centro internacional de congresos que la crisis dilapidó. El arquitecto Mark Fenwick, firmante de la torre Caleido y sus nuevos ajardinamientos, describe por teléfono la zona como “una gran herida” que la ciudad debía suturar.

Jaras, fresnos y alisos han conseguido ese efecto. Fenwick declara: “El parque debía cumplir una función integradora en términos de ciudad, conectar partes de la zona que se encontraban disgregadas”. Pretensiones urbanísticas, compartidas con el Área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento, que no fueron óbice para poner atención en la sostenibilidad medioambiental: se han plantado 1.400 metros cuadrados de árboles y otro medio millar de arbustos. Con el objetivo de limitar la contaminación lumínica, incluso el alumbrado está calculado: se ha optado por instalar focos direccionados hacia los senderos. Estos se adentran en el campus, conectando el conjunto de punta a punta. El paisajista Carlos Chamorro señala que salvaron la orografía por medio de varios muros que contienen la tierra y a la vez “constituyen un motivo central del diseño”.

Un parque inclusivo

Fenwick apostilla: “Todo ello sin renunciar a la accesibilidad. El parque es inclusivo, debe serlo, y está pensado para que las personas con movilidad reducida lo recorran sin problema”. Cosa distinta es que puedan llegar hasta el enclave, al final de una pendiente que nace en el centro comercial de La Vaguada. Desde allí llegan Marta Colmenarejo, de 36 años, y sus dos retoños, uno de ellos todavía hace uso del carrito. “¡Lo que me ha costado empujarlo!”, exclama ella. La familia reside en el colindante barrio del Pilar, donde también cuentan con jardines y espacios infantiles, aunque Colmenarejo los tilda de anticuados. “Pasamos por delante para ir al colegio y los niños me piden venir aquí porque está todo más nuevo”, relata la madre.

El parque es un triunfo, a juzgar por la cantidad de criaturas que trepan estas espalderas o se arrojan desde lo alto de aquel tobogán. Tampoco faltan los matrimonios mayores, que prefieren pasear junto al rumor del agua, adentrándose en la sombra que proyectan los rascacielos. Y eso que aún se ultiman los detalles de la próxima atracción: Espacio Caleido, una complejo comercial a pie de calle, con acceso directo desde el parque, que abrirá sus puertas en marzo. Contará con escaparates de moda y tecnología, también albergará un centro gastronómico, en cuya explotación sus impulsores prevén generar dos millares de puestos de trabajo y tres millones de visitas anuales, de acuerdo con un estudio de mercado que firma la consultora GfK. En la torre del mismo grupo, una sucursal de la clínica Quirón especializada en medicina deportiva se inaugurará en enero. Quién sabe si acudirán los niños de este parque.

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