La máquina detrás de los desfiles que nunca para
Peluqueros, costureros y técnicos del sonido trabajan contra reloj para inaugurar la 74ª edición de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid
—Emergencia en el vestuario seis, repito, ¡emergencia en el vestuario seis!
En la sala principal del desfile hay una bailarina con un corsé futurístico que prueba su coreografía de pole dance. Unos chicos colocan pancartas en los asientos a los lados de la pasarela que marcan los sitios que hay que dejar vacíos, para respetar la distancia de seguridad exigida por la pandemia. Los técnicos juegan con las luces y las imágenes que proyectan en la pantalla gigante. Pero Enrique Pacheco Díaz tiene algo más importante en qué pensar. En el vestuario seis, la alfombra no está nivelada. S...
—Emergencia en el vestuario seis, repito, ¡emergencia en el vestuario seis!
En la sala principal del desfile hay una bailarina con un corsé futurístico que prueba su coreografía de pole dance. Unos chicos colocan pancartas en los asientos a los lados de la pasarela que marcan los sitios que hay que dejar vacíos, para respetar la distancia de seguridad exigida por la pandemia. Los técnicos juegan con las luces y las imágenes que proyectan en la pantalla gigante. Pero Enrique Pacheco Díaz tiene algo más importante en qué pensar. En el vestuario seis, la alfombra no está nivelada. Si nadie la arregla, una modelo con tacones vertiginosos corre el riesgo de tropezarse de camino a la pasarela. Por suerte, la semana de la moda de la capital tiene a Enrique Pacheco en su equipo.
Llega con los planes del pabellón 14.1 del recinto Ifema Madrid. Sabe exactamente dónde están todos los cables, los enchufes, las tuberías. Habla rápido, casi ni toma aire, al mismo ritmo de toda la gente que trabaja a su alrededor. Conoce el pabellón como nadie, porque, como dice él mismo mientras mide el trozo de alfombra que hay que reparar, su trabajo es literalmente “controlarlo todo”. “Bueno, todo, todo, no, esta ya no es mi tarea”, dice enseñando las salidas de la colección de Ágatha Ruiz de la Prada colgadas a su alrededor. Cada conjunto espera a lado de la ficha del modelo que la lucirá en la sala de desfile. Nombre, foto y número de zapato. Ya no falta nada para el comienzo de la 74ª edición de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid.
La semana de la moda es una máquina compleja y, sobre todo, nunca para. Incluso en los meses más duros de pandemia se celebró, aunque con aforo reducido. En esta última edición del gran evento de moda —que empieza este jueves y finaliza el domingo— 37 diseñadores españoles presentan las propuestas para la próxima temporada primavera-verano. De todos ellos, 17 son consagrados — resuenan los nombres de Duarte, Duyos, Malne, Marcos Luengo, Pertegaz, Roberto Torretta y Teresa Helbig —, 8 pertenecen a la plataforma de jóvenes creadores y 12 participan en “formato OFF”, es decir, fuera del recinto ferial, con pasarelas que tendrán lugar en diferentes lugares de la capital.
Este miércoles han llegado los 80 modelos, todos españoles, que se preparan para animar la pasarela entre luces estroboscópicas y coreografías visuales. Se mueven de un pasillo a otro, descansan apoyados contra las paredes o sentados en el suelo. Antes de pasar por el vestuario, han tenido que hablar con Susana Monereo: sin su visto bueno, no hay desfile.
Es nutricionista y endocrinóloga, y colabora con el equipo de la semana de la moda desde hace 15 años. Se ocupa de hacer lo que llama “control de imagen”: verificar que las modelos tengan un aspecto “delgado saludable”. La doctora es la primera persona con la cual las modelos se relacionan una vez llegados al pabellón 14.1. Les mide el índice de masa corporal, que no puede ser inferior a 18, y las examina en ropa interior, para asegurarse que no muestren signos de delgadez extrema. “En 2006 [cuando se introdujo este “control de imagen”] tuvimos que cambiar al 50% de las modelos”, recuerda Monereo, “Hoy solo hemos quitado una chica que no cumplía”. Según los criterios de la Organización Mundial de la Salud, una persona adulta con índice de masa corporal inferior a 18,5 se considera bajo peso.
A menos de 15 horas de la primera pasarela, en el pabellón se mezclan supermodelos extremadamente altas y jóvenes con los obreros en chalecos amarillos, que luchan contra reloj para dejar el espacio listo para el comienzo de los desfiles. Todavía hay cables eléctricos que cubrir, espacios para decorar y juegos de luces que ensayar. Cada estilista tiene el suyo, y es en las manos de Juanjo Saunier cuando se cumple la magia. “S-A-U-N-I-E-R, como las calderas”, bromea mientras con ojo atento controla los centenares de botones en la consola que tiene en frente. Lleva 12 años trabajando en la semana de la moda, y desde el domingo en el recinto ferial. De él dependen los 400 focos que iluminan la pasarela. “Hemos trabajado 48 horas solo para montarlos todos, y otras 48 para enfocarlos”, admite con orgullo.
La cabina de peluquería y maquillaje es el único lugar tranquilo. Pronto las fotos de los diferentes peinados de las modelos llenarán las paredes, para que los peluqueros puedan cambiarle de estilo en tiempo récord entre un desfile y otro. Por ahora, las planchas de pelo están desenchufadas y las bombillas redondas de los espejos apagadas. Es la calma antes de la tormenta.
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