La adaptación (de los padres) al cole

Dar clase en aulas de 15 alumnos ha sido una experiencia irrepetible para los niños y para los profesores

Preparación de las aulas en un colegio público de Madrid ante el inicio de clases, el pasado septiembre.Carlos Rosillo

Una profe con décadas de Educación Infantil a sus espaldas me dijo el curso pasado que jamás había disfrutado tanto en el aula como teniendo “solo” a 15 alumnos. Una experiencia irrepetible: el esfuerzo de contratación de profesores para desdobles de clases que trajo la covid ha terminado. Es decir, tuvo que venir una pandemia para soltar semejante presupuesto. La Comunidad de Madrid tiene prometido iniciar el año que viene en uno de los cursos de primaria un ...

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Una profe con décadas de Educación Infantil a sus espaldas me dijo el curso pasado que jamás había disfrutado tanto en el aula como teniendo “solo” a 15 alumnos. Una experiencia irrepetible: el esfuerzo de contratación de profesores para desdobles de clases que trajo la covid ha terminado. Es decir, tuvo que venir una pandemia para soltar semejante presupuesto. La Comunidad de Madrid tiene prometido iniciar el año que viene en uno de los cursos de primaria un proyecto piloto de bajada del ratio, de 25 a 20. Si continúa, será un proceso largo, una inversión costosa. Y seguimos siendo la región con el gasto público por alumno más bajo de España.

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Tampoco la vuelta al cole, y de eso damos todos gracias, será tan caótica como la del estreno de las entradas escalonadas, los protocolos sanitarios y las clases en cualquier rincón. No hay datos pero no tengo dudas de que para el profesorado tuvo que ser el arranque con padres y madres más pesados que nunca. Si habitualmente lo somos, el pasado septiembre los temibles grupos de WhatsApp del cole echaban humo. Para sorpresa de nadie se adaptaron mejor -y se quejaron menos- los chavales que quienes revoloteamos en su nido.

Estos días habrá muchos padres y madres con el vértigo de la “semana de adaptación”, la de horarios que se van ampliando hasta completar la jornada. Antes quizás vinieron días de nervios esperando a saber qué colegio les aceptaba, después de haber visitado o “estudiado” varios. Nos ponemos intensitos con esto. He visto a padres y madres hacer tablas de excels con comparativas que valdrían para presentar a un CEO. He leído en foros terribles comentarios racistas sobre el origen de los niños. Ha habido casos de padres que trucan su lugar de residencia para arañar puntos claves para conseguir hueco. El año que nos tocó hacer la matrícula, en mi casa nos tocó la lotería de entrar en la primera opción. Tras el sorteo, once alumnos, en cambio, se quedaron sin plaza en el cole público que tenemos a cien metros, con buen boca a oreja de amigos y un patio de recreo gigante a ojos de niño, que era lo que me importaba a mi cuando era pequeña.

Pensaba en todo esto al leer el reportaje de Berta Ferrero sobre el instituto Las Musas, en San Blas, donde la media es de notable, todos aprueban selectividad, ahorran para modernizar instalaciones y tienen un claustro tan motivado que ha conseguido acuerdos con distintas instituciones para mentorizar a su alumnado. Un texto que daba ganas de volver al cole. El director comenta que en las visitas de padres hubo quien le preguntó de cuánto era la cuota, pensado que un cole así no podía ser público. Tremendo. La enseñanza pública de Madrid ya solo matricula al 53,8% del alumnado, 14 puntos menos que la media española. Un dato terrible.

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